Las consecuencias de la alta activación

En la publicación de hace unas semanas hablamos sobre el nivel de activación. Nos referíamos a él como esa respuesta corporal y mental en la que el sistema nervioso central forma parte. En ese post (podéis encontrarlo en el apartado de estrategias psicológicas) comentaba que existía un punto intermedio de activación que era el que nos daba el mayor rendimiento y enfoque deportivo, si estábamos por encima o por debajo nuestro rendimiento decaía.

Hoy quiero entrar en profundidad sobre lo que ocurre cuando tenemos una alta activación y como afecta a nuestro desarrollo deportivo. Dicho de otra manera, qué ocurre cuando estamos muy agobiados dentro del campo y nos es imposible centrarnos en jugar bien.

Antes de nada, quiero definir dos conceptos que nos servirán de ayuda: atención y concentración. La concentración es la capacidad de dirigir y mantener el foco atencional en el estimulo que la tarea necesita (Díaz, 2013); y la atención es ese estado que nos permite estar alerta frente lo que ocurre fuera (Buceta, 2020).

¿Qué relación tiene todo esto? Te lo cuento.

Si me agobio no me concentro

«El buen funcionamiento atencional coincide con el nivel de activación óptimo» (Buceta, 2020) por lo que, mantener el estado óptimo de activación nos ayuda a tener la atención en el movimiento del balón y anticipar la acción de los atacantes.

Cuando estamos ante una situación de estrés o ansiedad en el campo, tenemos mucha información. Me explico, si yo acabo de fallar, a parte de seguir atento al juego, tengo que estar atento a mis movimientos, porque no quiero volver a equivocarme. Esto en sí, desarrollará pensamientos insistentes sobre que ha pasado y tengo qué hacer.

Es más, puede que tenga que estar debatiendo con mis compañeros u entrenador sobre lo que acaba de pasar. O peor aún, tener que aguantar reproches, críticas y culpas. Todo esto aumenta mi activación cognitiva, mi mente va estar llena de pensamientos, ya que ahora tengo que atender a muchos más estímulos. Nuestra atención tiene un límite y ahí está el problema. Si se carga de otros estímulo no relevantes del juego, no podré atender a este, por lo que mi concentración dentro del partido será casi nula.

Esta situación, no solo puede afectar a una activación mental, sino que también corporal. Puede ser que mi cuerpo ahora se tensionado, debido a la situación de estrés y miedo a fallar. Me moveré lento y torpe cuando vaya a por la bola.

Uniendo todo esto con la frase del principio, parece lógico que si tengo una mayor activación desencadena una mayor cantidad de información que procesar, por lo que mi atención se verá disminuida. Así que, todo exceso de información perjudicará mi concentración en el juego y el jugar bien.

¿Cómo volver a concentrarme cuando me agobio?

En mitad de un partido

Aunque el juego sea muy rápido siempre existen momentos de baja intensidad que debemos aprovechar para autoregularnos.

En el voleibol, en mitad de un punto (alta intensidad), uno no puede pararse a gestionar que piensa o siente. Pero si puede hacerlo en momentos de baja intensidad. Dicho de otra forma, esos momentos en los que se cambia de complejo, en el trayecto hacia el saque y en los momentos donde se espera la recepción (KI) o cuando nuestro sacador va a efectuar el saque (KII), conocidos como sub-periodos de espera (Díaz, 2017). Estos momentos en los que no tengo que estar centrado en el juego, pueden ayudarme a volver a centrarme.

La idea es que en ese espacio de intensidad menor de juego, tú bajes tu intensidad mental, para que puedas enfocarte de nuevo en el partido. Para ello:

  • Detén el pensamiento. Busca una palabra que pare eso que estas pensando (en el apartado de Estrategias Psicológicas encontrarás como hacerlo).
  • Da una respiración profunda, para que oxigene el cerebro.
  • Mientras exhalas, repitete una frase que te de calma, fuerza y ánimo
  • Pon tus ojos en la bola y centrate en el movimiento de esta.

Además, es muy importante que cuides tu lenguaje no verbal. Controla las malas caras, los resoplidos, los aspavientos, o cualquier otro gesto o expresión que denote agobio. Le estás dando mucha información al contrario. Si el contrario sabe que estás agobiado, serás su diana. Eso te debilitará mucho más.

Por último, no te permitas el autocastigo ni la autoculpa.

¿Cómo ayudar a un compañero agobiado?

Si el que está agobiado es tu compañero, ayúdale a bajar su intensidad mental.

  • No le recuerdes el fallo.
  • No le reproches, ni le critiques.
  • No pongas malas caras, ni hagas aspavientos.
  • Dile algo que le calme (un «cálmate» no calma)
  • Recuérdale que sabe hacerlo bien.
  • Hazle saber que confías en él.
  • Y si necesita alguna corrección, hazla con tacto, cuida el tono y la expresión facial.

Por lo tanto, tienes como tarea, buscar una palabra que te permita detener tu pensamiento y elaborar un manta que te calme, te de fuerzas y te concentre. Y por último, actúa con tus compañeros como te gustaría que actuaran contigo cuando no lo haces bien.

Esta serie de estrategias son efectivas si se dominan y se trabajan primeramente fuera del entorno deportivo. Una vez que se dominan prúebalas durante la semana e instaurala en los partidos.

Envíame un mensaje por IG: @mardurannn o a lacatalizadoradeportiva@gmail.com si quieres que te ayude a entrenar esta y otra serie de estrategias durante el juego.

Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene 😏

Mar Durán 🚀 La Catalizadora Deportiva

Referencias:

Díaz, J. (2013) Voleibol. Entrenamiento psicológico para la recepción y defensa de segunda línea. Conesa, España: Ushuaia Ediciones.

Buceta, J.M. (2020) Psicología del Deporte de Alto Rendimiento. Barcelona, España: Editorial Dykinson, S. L.

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