Como sabrás una temporada da para mucho.
Miro atrás y siento que septiembre queda lejos y cerca al mismo tiempo. Es curiosos porque por un lado tengo la sensación de que fue hace nada cuando empezamos, pero por otro, tengo el recuerdo de las mil cosas que pasaron y parece que fueron dos en vez de una temporada.
Tan solo es mi segunda temporada como entrenadora y como ya dije en algún post anterior, esta temporada no se puede comparar con la pasada. Maduré mucho como entrenadora y persona.
Si es verdad, que estar cerca de gente que sabe tanto de voley aligera el proceso. A los que claramente les debo todo.
Entrené al equipo infantil femenino A del Club Universidad de Granada. El equipo lo formaron unas 16 niñas que me llenaron el alma y me robaron un cachito de mi corazón cada una de ellas.
De alguna forma, mi temporada con ellas ya acabó y como parte del cierre de la etapa me he parado a reflexionar que seis cosas fueron las que aprendí este año.
A continuación, te hago una lista de ellas, y más abajo te profundizo sobre cada aspecto.
- Los inicios son complicados pero luego se enderezan.
- Recibes si das.
- El liderazgo sano necesita de vínculos, pero sin exceso.
- Las decisiones del entrenador solo gustarán a algunas.
- Los resultados no lo son todo, en el proceso está la magia.
- Si no desconectas, colapsas.
Los inicios son complicados pero luego se enderezan
Recuerdo como si fuera ayer el agobio que tenía cuando debía elegir a las jugadoras en las puertas abiertas. Me parecía injusto en tan poco tiempo tener que decidir quien sí podría tener una mayor progresión y quién no.
Comencé con un equipo en el que conocía a la mayor parte de jugadoras, pero entre ellas no. Había unos dos o tres grupos muy diferenciados y con mucha personalidad cada uno de ellos. Temía por como sería la unión de ciertas personas.
A nivel técnico y táctico eran un folio en blanco. Si es verdad que algunas de ellas llevaban un recorrido largo aun siendo pequeñas, pero la gran mayoría entró muy a ciegas.
Fue tan complicado para mi saber cómo empezar. Que recuerdo que tener por allí a Aurelio me producía tranquilidad.
Mis herramientas para idear un entrenamiento eran tan primitivas y escasas que era un quebradero de cabeza sentarme a idear el entrenamiento. Unas dos horas le hecha diariamente, porque no sabía ni por donde empezar.
Ahora lo veo con perspectiva, y al ver mis entrenamientos actuales me quedo asombrada. Tienen sentido, lógica y van encadenados a desarrollar el objetivo principal del día. Al inicio, marcar algunas tareas me suponía un logro.
A nivel de gestión de equipo, el inicio fue bastante torpe por mi parte. Me sentía muy insegura a la hora de marcar mis límites y directrices. Y a la hora de gestionar el banquillo y el día del partido, temblaba.
La seguridad en mi a la hora de comunicarme con ellas a aumentado a pesos gigantescos.
Si te preguntas que hice, la respuesta es muy fácil, ganar conocimientos en términos de voleibol para poder articular mis argumentos con seguridad y credibilidad.
Aprender voley y saber qué conductas y acciones eran las que sí querían me hacían tener mucha calma y control sobre la mayoría de situaciones.
Pero como ves, esto lo fui desarrollando conforme el tiempo iba pasando. Al inicio, fue todo demasiado complicado. Sin embargo, así son los inicios, una vez arrancas, todo fluye.
Lo complicado siempre será arrancar. Si estás en ese proceso, tírale, cuanto antes arranques, antes sabrás como manejar todo.
Recibes si das
Esto era algo que desde hace tiempo entendí, no obstante, hasta este año no lo vi materializado en mi relación con las niñas.
Soy una persona que me gusta exigir aquello que yo puedo dar. Si yo soy puntual, exigiré puntualidad. Pero si hay algo que yo no puedo dar o hacer, no lo exigiré tanto.
Me pasa a la hora de realizar un nuevo ejercicio coordinativo o en pesas. Primero tengo saber hacerlo yo y luego ya se lo pido a ellas.
De igual forma me pasó con las conductas. Pero en este caso, yo no pedía, sino que las hacía y esperaba su imitación.
Tan solo los primeros días hablé de la importancia de ser puntual. El resto de temporada, actué con el ejemplo. Fui puntual, es más, siempre andaba por allí rato antes.
Sin pedirlo, conseguí que a menos cinco, ya estuviesen listas para empezar a calentar.
Al igual me pasó con el compromiso e implicación al grupo.
Yo di todo lo que pude. Di tiempo, todos los recursos de los disponía y todas las alternativas que se me ocurrían.
Ellas, sabían que cada semana pasaba cuatro horas en clases aprendiendo voleibol para poder trasladárselo a ellas. Y ellas siempre me respondieron con su actitud y su compromiso.
Me volví una friki del voley y de sus jugadores. Comencé todos los fines de semana los partidos del club y los partidos de SuperLiga femenina y masculina. ¿Y que me encontré? Que ellas hacían los mismo.
Los sábados se convirtieron en nuestro día. Comíamos allí tras nuestro partido, y al empezar los senior ya estábamos en la grada.
En casa, ellas también veían voleibol. Y cuando enviaba algún enlace de algún partido que estaba en directo, me sorprendían diciendo que ya lo estaban viendo.
Pasaba mucho tiempo en el pabellón y ellas empezaron a vivir en él.
Si todos los entrenadores entendiésemos la importancia de nuestras acciones, nuestros jugadores serían aquello que nosotros queremos que sean. Tenemos un poder de influencia tremendo y ésta puede usarse muy bien o muy mal.
A su vez, tu ejemplo será el camino que seguirán ellas. Compórtate y haz eso que quisieras que hicieran, y sin pedirlo, lo estarán haciendo.
Si es al contrario, párate un segundo, ¿eso de lo que te quejas de ellas lo estás haciendo tú también?
El liderazgo sano necesita de vínculos, pero sin exceso
Soy una persona muy cercana y accesible, cualquiera que anda por el pabellón lo sabe. Y saben, que pueden contarme cualquier cosa y les ayudaré.
Con mis jugadoras soy igual.
He llegado a crear vínculos muy bonitos y fuertes con algunas de ellas. Confían en mí muchísimo y todo aquello que les preocupa o perturba me lo cuentan.
Saben que les escucharé y buscaremos una solución.
En temas de voleibol y de su vida personal. Y en este punto es donde hablo que quizás me pasé. Si es cierto que, tener esta relación con ellas, me ha hecho ayudarles a resolver algún problema que hubiese dado muchos quebraderos de cabeza en pista.
Pero siento, que a veces no supe poner límite en esta cercanía. Pero como os dije más arriba. En el transcurso de la temporada todo se endereza.
En ocasiones, en el entreno me hablaban de temas relacionados con su vida privada mientras el desarrollo de este. Pero en ningún momento dejé de escucharlas. Sino que les recordaba que en el entrenamiento, entrenábamos y que luego en pesas me ponían al día.
Eso si, con alguna, esta cercanía paso su límite. No obstante, aprendí cuanta cercanía y exigencia debía ponerle a cada una de ellas.
Creo que estos vínculos que desarrolle con ellas me ayudaron mucho a comprender la situación de cada una de ellas y adaptarme para que el voleibol fuese un lugar al que siempre quisieran ir.
Y digo esto, porque ellas mismas me sorprendieron en Semana Santa. Entrenamos todos los días (lunes, martes y miércoles) y de 16 niñas, tuvo el cien por cien de asistencia en el entrenamiento.
Algo estaba haciendo bien, honestamente, aun no sé bien el qué, pero esas niñas, aunque no siempre se les diese bien, siempre venían motivadas, con ganas de seguir y se abrían a contarme aquello que no sabían como resolver.
Las decisiones del entrenador solo gustarán a algunas
Siendo sincera, al inicio quise tenerlas a todas contentas.
Spoiler, es imposible.
Si el entrenador trata de complacer a sus jugadoras, acabará destrozando al equipo. Y no por nada, sino porque al ser adolescentes hoy quieren negro y mañana blanco.
Como dije antes, soy una persona que siempre está abierta a escuchar a sus jugadoras. Y eso, en alguna ocasión no me ha hecho bien. Pero no por nada, sino que creía que escuchar tenía que ir de la mano con hacer. Estaba equivocada.
Entiendo que un jugador para que esté a gusto, debe estar en una posición que le sea agradable. Sin quitar que debe estar en todas y practicar sin especializarse en todos los puntos hasta determinada edad.
Pero si es verdad, que si alguien está más cómoda siendo colocadora yo lo tendré en cuenta. Pero como dije antes, un día querrán una cosa y al otro, la otra. No serán conscientes y a ti te volverán loca si decides hacerles caso.
Yo lo hice, recuerdo cuando en un entreno una de mis jugadoras me pidió no ser más colocadora porque no se sentía cómoda. En el siguiente entreno, en el partido, la puse de atacante. Su respuesta al ver esto fue: pero Mar, ¿por qué hoy no soy colocadora?
La quise matar, os lo prometo.
Pero me di cuenta, de que ellas se guían aun por sus emociones, te pedirán eso que quieren en ese momento, y es que, el ser humano es así de caprichoso.
Como entrenadores debemos ser más inteligentes.
Debemos tomar decisiones teniendo en cuenta el bien y el objetivo del equipo.
Si nos basamos en los gustos de cada una será un horror. Pero no por nada, sino porque partiendo de que no todo el mundo compartirá tu idea, mucho menos lo harán si no está basado en algo que ayude al equipo.
Si como entrenador, tus decisiones son para progresar y hacer que el equipo vaya a mejor, aunque haya quejas, con el tiempo lo agradecerán. Si te dejas influenciar, tendrás a medio equipo a disgusto y estarás muy lejos de los objetivos que persigue el grupo.
Los resultados no lo son todo, en el proceso está la magia
A menudo nos cegado solo por lo que ocurre al final, por aquello que acabamos o no consiguiendo y sin querer prestamos atención al proceso que debemos realizar.
¿El fin justifica los medios?
Para mi no, jamás.
Al inicio de esta temporada propuse un objetivo de resultado. Ahí cometí un error, porque lo establecí sin realmente conocimiento del resto de equipos y de la competición como tal.
Esto hizo daño, porque generé unas expectativas en mis jugadoras que no debían porqué estar. Y al no conseguirse, la sensación de frustración aparece.
Este enfoque fui capaz de redirigirlo y el proceso tomó otro color.
Si solo ponemos el foco en un resultado, trataremos de alcanzar eso a cualquier precio. Y en edades tan jóvenes ese precio se paga muy caro. Quizás ahora no, pero a la larga sí.
En cambio, si buscas que tu equipo sea mejor que en la primera vuelta, ahí hablamos de otra cosa.
Por ejemplo, este fue el objetivo que a mi me marcaron en estas dos temporadas, y esto hace que como entrenador te centres realmente en trabajar aspectos que te ayudarán a largo plazo.
A nivel de resultados, mi equipo no quedó realmente bien, tampoco mal, que conste. Pero siento que se fueron con aprendizajes duraderos y con una forma de entender y de empezar a ver el voleibol diferente.
No se llevaron una medalla, pero si conceptos que les ayudarán a manejarse cuando el voleibol vaya creciendo de nivel.
Además, la satisfacción personal que se te queda al trabajar enfocada y al ver que eso tiene una influencia en el juego, es inmensa. Y sin querer, esa forma de trabajo, acaba dando lo que no buscas, resultados.
Sino desconectas, colapsas
Y por último, el aprendizaje más grande que saqué.
Dicen que obsesionarse en algo nunca es bueno, pero todo aquel que acaba obsesionado con algo, acaba sacándole mucho jugo.
Yo me anclé a esto y empecé a dedicar cada uno de mis días al voleibol y a mis jugadoras.
De lunes a lunes mi mente solo entendía una palabra, voleibol. Y sí aprendí mucho, pero en unos meses ya me quería alejarme de todo.
No descansa, no tenía ningún rato ajeno al voleibol, ni con alguien que no fuese de voleibol.
Si a ello le sumas la extrema autoexigencia que me echaba encima, imagínate la magnitud del colapso.
Me llevaba cada problema a casa y si el entrenamiento iba mal, hasta que no hubiese uno bueno, no se me iba de la cabeza. Y lo peor era que, me autoculpaba de que las cosas no iban bien. Y si lo iban, era porque mis niñas eran buenas, no por mi buen trabajo.
Echo la vista atrás y fue duro. La carga mental que tenía era demasiada, no por la cantidad de cosas, sino por la repetición de pensamientos negativos y autocastigadores que me decía sin parar.
Pero como más arriba dije, al final todo se endereza.
Recuerdo como un mal entreno, me hacía sentir mucha ansiedad y necesitar liberarla con algo dulce.
Ahora, pase lo que pase, se queda en el entreno. Cuando llega el viernes, me guardo un ratito para mi y para algo que no son mis niñas y el voleibol.
Si el entreno va mal, hago un respiraciones profundas, me recuerdo que hice lo mejor que pude y que en el siguiente entreno trabajaremos eso de una forma mejor.
Como entrenador, debes tener algo que te desconecte de esto un ratito. No puedes salvar a todos tus jugadores ni puedes llevarte sus problemas a casa.
Cuídate a ti, y a si podrás cuidar de ellos.
En resumen
Habrás visto que una temporada, como ya te anuncié, da para mucho.
Lo curioso es que si no hubiese hecho este post, no me habría dado cuenta de mi evolución y de todo aquello que me dio esta temporada.
Por ello mismo, te invito a tú hagas lo mismo.
- Coge un folio en blanco y un boli.
- Trasládate al inicio de temporada y luego vuelve al mismo día de hoy.
- ¿Qué es diferente?¿Qué empezaste siendo y qué eres?¿Qué te parecía complejo y ahora haces de forma simple?
- Escribe que seis aprendizajes te llevas de esta temporada.
- Reléelo orgulloso.
- Agradécete el tiempo de reflexión y todo el amor y cariño que le diste a tus jugadores.
Espero que hacer este ejercicio te haya hecho sentirte orgulloso y satisfecho de tu progreso como entrenador.
Estaré encantada de que dialoguemos sobre los aprendizajes que te dejó esta temporada.
Si eres jugador, te invito a que lo hagas desde tu perspectiva, ¿qué aprendizajes como jugador te llevas de estos meses?
Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉
Mar Durán 🏐Psicóloga Del Deporte