¿Cómo transmitir confianza a mi jugador?

Como sabes llevo todo el año trabajando con dos clubes a nivel psicológico (Club Voleibol San Pedro en Marbella y Club Voleibol Manzanares en Madrid). A parte de impartirles mensualmente un aspecto psicológico a desarrollar individualmente y con sus jugadores, tenemos sesiones individuales en las que ellos me trasladan sus dificultades personales y conflictos en la interacción con sus jugadores.

Durante las primeras sesiones, me gusta que se establezca un objetivo. Este será el foco que tendrá cada una de nuestras intervenciones y hacia donde irán las acciones del entrenador.

Te cuento esto, porque hoy quiero hablarte de una cuestión que muchos de ellos me pidieron tratar: transmitir confianza al jugador.

En alguno de ellos, este fue su objetivo a trabajar conmigo. El principal problema era ser capaz de trasmitir confianza al jugador en partidos cuando el marcador estaba empatado y había mucha tensión. Me decían que les costaba hacer que el jugador pudiese confiar en sí mismo en esa situación y ellos no sabían como podían ayudar.

Sigue leyendo, te cuento cómo lo conseguimos.

Mi jugador no me hace caso cuando le digo «tranquilo»

Siempre que me lanzaban esta cuestión, partía el diálogo desde el mismo lugar.

¿Cómo estás tú cuando quieres trasmitirle confianza al jugador?

O mejor dicho, ¿qué le dices y cómo te comportas mientras emites este mensaje?

🛑Para de leer un segundo, y piensa en las últimas veces que le dijiste a tu jugador «tranquilo, confía, lo estás haciendo bien», ¿en qué estado lo hacías tú?¿estabas tranquilo, parado y hablando con calma?¿o estabas caminando moviéndote nervioso, hablando muy rápido y trabándote por tanta energía?

¿Cómo crees que se sentirá el jugador si escucha un «confía estate tranquilo» de una persona que hace aspavientos, se mueve rápido y la desconfianza le come el rosto?

¿De verdad crees que ese chico estará tranquilo con toda esa información no verbal que le está llegando de su entrenador?

Lo siento, pero no.

Ya lo vimos en la publicación: Comunicación No Verbal Para el Entrenador (la cual te recomiendo).

En momentos tensos de este tipo, la información verbal ni siquiera llega, hay mucho ruido y estrés que impiden que esa información pueda llegar al jugador.

No obstante, si se ve todo lo que el entrenador nos emite sin palabras, y esa información es la que SÍ llegará.

Y si es incongruente lo que se dice con lo que se hace, solo tendrá la influencia lo que NO se dice, es decir, de lo que ve.

Lo que necesitas para transmitir confianza

Lo que te contaré a continuación puede parecerte muy lógico, pero mientras estás en ese momento tan tenso no eres consciente de esta cuestión.

Para poder transmitir confianza a tu jugador lo que necesitas es tenerla tú.

Primero en ti mismo, luego en la situación y por último en tu jugador.

Sin esto, da igual lo que le digas, jamás le calará.

Con esto claro, ya podemos trabajar en esa transmisión.

Vamos a ello:

  1. Busca qué es eso que te hace estar y sentirte seguro en una situación.
  2. A continuación, piensa qué es lo que hace que puedas confiar en tu jugador. Concretamente, qué acciones tiene que hacer durante el juego y el entrenamiento para que cuando esté en la pista, tu confianza sea incondicional.

Haz una lista de ambas categorías, donde escribas todo eso que crees que es necesario.

Empecemos con la segunda. En cuanto tengas claro los aspectos que te darán confianza, comunícalos a tus jugadores, ellos deben saber que tienen qué hacer para que su entrenador confíe en ellos.

Y con la primera te ayudo ahora mismo.

La idea principal es que pongas aquellas cosas que te hacen estar tranquilo en el día a día. Y luego concretar las de entrenador, ambas nos ayudarán a crear ese espacio de confianza y control sobre la situación.

A modo de ejemplo te pongo lo siguiente.

Cosas que me hacen estar tranquilo en el día a día:

  • Organizarme el día y planificar que haré a cada hora
  • Meditar
  • Leer en la cama nada más levantarme
  • Desayunar sin prisas escuchando algo de música
  • Ver una serie divertida

Cosas que me hacen estar tranquilo en el entrenamiento y partido:

  • Tener y transmitir un objetivo claro de cómo quiero que se den y se hagan las cosas
  • Haber tenido una buena semana de entrenamiento donde lo trabajado se haya consolidado en cada jugador
  • Tener alguien en el campo que sepa mantener la atención y la actitud defensiva
  • Elaborar un plan de las posibles cosas que pueden sorprenderme y cómo actuar cuando se den (que el contrario nos remonte, que estemos 5 puntos abajo, perder por dos sets…)
  • Conocer respiraciones para relajarme en momentos tensos y saber usarlas.

Una vez que ya tengas todo lo que te hace sentir seguro, solo tendrás que hacer que esos detonantes de la confianza se den antes del partido y de alguna forma lleguen a ti durante los momentos tensos.

Crea tu rutina pre partido como entrenador. Mete en ella alguna de esas cosas que te darán tranquilidad.

Y recuerda, solo podemos trasmitir eso que sentimos y sabemos. Es extremadamente importante que para transmitirle confianza al jugador tú la tengas en él, en ti y en la situación.

Si quieres que te ayude a profundizar en tu situación y grupo, ponte en contacto conmigo. Puedes hacerlo por correo (marduranpsicologadeldepor@gmail.com) o por Instagram (@mardurannn).

Si eres un club, estaré encantada de trabajar con este formato contigo. Estoy cerrando los clubes para el año que viene, si estás interesado, háblame ya 😉

A lo largo de esta semana habrá un regalito especial sobre este tema en mi cuenta de Instagram. Sígueme para no perdértelo ♥️


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene 😉

Mar Durán 🏐 Psicóloga del Deporte


¿Qué decir durante un tiempo muerto?

La actuación del entrenador durante el partido

Durante el desarrollo del partido, la comunicación del entrenador puede ser mientras se da el propio juego, lo que sería una participación activa, o en los periodos de pausa, como el cambio de set o los tiempo muertos.

En este post, concretamente vamos a tratar esos momentos de pausa, cuando el juego se detiene. En un tiempo muerto, en un cambio de jugador del otro equipo o el propio.

El momento resultante entre el set que finaliza y el otro que comienza, da para otro post. Así que en las próximas semanas, lo tendrás😏. Coméntame «SET» para que sepa que lo quieres.

Sobre la actuación del entrenador durante un partido, ya tienes una publicación en la web.

La información que te daré aquí esta basada en las recomendaciones que da José María Buceta (2000) en su libro Baloncesto para jugadores jóvenes. Eso sí, estará adaptada a nuestro deporte, el voleibol.


Buceta (2000) comienza este apartado diciendo que los periodos de pausa son cruciales dentro del juego. Las pausa que son bien aprovechadas pueden ser muy útiles para que el jugador, aparte de recuperarse físicamente, pueda reconectar mentalmente para rendir un poco mejor.

Pero… mal usadas, pueden ser muy perjudiciales en el desarrollo posterior.

Para hacer un mal uso de estas pausas tan solo es necesario introducir pensamientos o imágenes negativas, como algún comentario poco apropiado de un compañero, un reproche del entrenador o un mal gesto.

Detención del juego

Será aquel momento en el que el balón esté parado por cualquier circunstancia, exceptuando el tiempo muerto o el cambio de set.

Cuando la bola del sacador está lejos, el árbitro llama al capitán, hay un cambio de jugadores, alguna lesión cercana a la red, entre otros.

Para que este momento de parón pueda ser beneficioso para el jugador y equipo, el entrenador tiene que tener en cuenta que:

  • Lo que emita tiene que ser algo muy claro, específico y con mucha relevancia en ese momento.
  • La intención debe ser centrar la atención de los jugadores en un aspecto clave que ocurrirá cuando reanude el juego. Las acciones pasadas déjalas atrás, no hables de ellas
  • Al hablar ten un propósito en mente. No es nada conveniente que hables cuando no es necesario. Si estás enfadado, canaliza esa furia de otra forma. Pero no añadas gritos a tus jugadores, le hará tener que estar alerta a estímulos extra que no son imprescindibles en ese momento. Ni mucho menos, grites al otro entrenador o árbitro. Además de por respecto, por el rendimiento efectivo de tu equipo.
  • No te dirijas continuamente a los jugadores. Estos necesitan autonomía y estar pendiente del entrenador no le ayudará. Algunos pueden sentirse incómodos si el entrenador continuamente le está corrigiendo, pudiendo aumentar su ansiedad respecto a su ejecución. Si le es incómodo esto obviará cada palabra que le diga su entrenador, sea o no útil para él.
  • Lo que si es muy útil es reforzar el esfuerzo que se está dando, tanto a nivel individual como colectivo.
  • Si se ha cometido un error, anímales a seguir intentándolo de una forma más efectiva, buscando nuevas soluciones.
  • Obvia todo comentario despectivo que pase por tu cabeza. Y por supuesto, no uses ese momento de pausa para criticar el trabajo del jugador.

Recuerda que no es un tiempo muerto, solo es un parón en juego. Todas estas ideas no pueden darse. Son una guía qué cosas y que no puedes decir mientras la bola está parada pero tus jugadores siguen en el campo.

De aquí, quiero resaltar un apartado. Habla solo si tienes algo que decir de mucho valor. Si es algo importante que les ayudará a focalizar su atención, hazlo. Sino, permanece en silencio.

Tiempo muertos

¿Qué decir durante esos escasos 30 segundos?

Buceta (2000), lo que nos recomienda es que, ya que tenemos más tiempo en estos momentos, realicemos una rutina de funcionamiento como entrenadores.

¿A qué se refiere con rutina de funcionamiento?

A una serie de acciones que siempre se repitan en el mismo orden. Para que así tanto tú como el grupo sepan como actuar en esos momentos. Esta rutina dará calma y familiarización a la situación.

Como sugerencias importantes, nos muestra las siguientes:

  • Acostumbra a tus jugadores a que se acerquen rápido al banquillo.
  • Deja 15 segundos para que los jugadores beban agua, se relajen mínimamente mientras el entrenador escoge las palabras que quiere decir.
  • Solo habla el entrenador. Que el resto del staff permanezca callado para que la atención de los chicos solo esté en un de ellos. Es poco tiempo, cuanto menos estímulos tengan, más calará esa información en ellos.
  • No quieras decir muchas cosas, sé muy claro y breve.
  • Habla con energía, no te pases de velocidad y no te atropelles hablando. Di frases que estén completas y que sean comprensibles por los jugadores. Serán momentos tensos, asegúrate de estar calma cuando emitas tus palabras.
  • Si vienen de un error, hacer un comentario breve para que se olviden y se enfoquen en los aspectos que vendrán.
  • Refuerza las acciones que vistes más destacables.
  • Si vienen de una racha muy buena, refuerza ese esfuerzo, cooperación y concentración que se está dando.
  • Una vez que el refuerzo esté dado, focaliza la atención de ellos en las acciones que van a darse en cuanto se reanude el juego.
  • Acaba con palabras de ánimo para que entren con ganas en la pista.
  • Y por último, trata que la atención este en las acciones, no el marcador.

José María Buceta (2000) acaba este apartado diciendo: «los tiempos muertos son grandes oportunidades para formar a los jugadores, ayudándoles a mejorar individualmente y como equipo. Por lo tanto, no deben malgastarse sino utilizarse eficazmente».

En resumen, y como bien concluye nuestro querido psicólogo deportivo, aprovecha el tiempo muerto para formar a tus jugadores. Asegúrate de estar calmado y tener en mente las palabras adecuadas para que pueda ser útil esa detención del juego.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene 😏

Mar Durán 🚀 La Catalizadora Deportiva


Referencias

Buceta (2000) Baloncesto para jugadores jóvenes, cap 5 La actuación del entrenador en los partidos.

¿Qué decirle a mi jugador para que haga punto?

Cuando acabes de leer esta publicación tendrás herramientas que te van a hacer mejorar tu comunicación de forma exponencial. Tanto como entrenador, como jugador.

Principalmente te voy a explicar porqué:

  • Decir frases con la palabra NO te harán conseguir lo contrario
  • Debes mostrar más imágenes y menos palabras
  • Es muy importante qué tipo de expectativas tienes frente a tus jugadores
  • El refuerzo positivo puede jugar en tu contra

Antes de nada, contarte que este artículo está destinado a la comunicación entrenador-jugador. No obstante trata temas básicos y fundamentales sobre el diálogo. Dicho de otra forma, te ayudará mucho usar este tipo de indicaciones cuanto hablas contigo mismo y cuando tienes que comunicarte con tu compañero dentro del campo.

La forma en la que debe dirigirse un entrenador a un jugador, debería ser la forma en la que tú te hablas y le hablas a tu compañero.

Sin más dilación, vamos a ello.

Nunca digas «no falles» porque le hará fallar

De inicio, cualquier frase que contenga un NO puede dar pie a confusiones y no siempre será tan clara como se querría.

Un entrenador debe comunicarse de forma muy clara, breve y concisa, y más si estamos en un partido. En el trascurso de este, el jugador tendrá que acudir a muchos estímulos. Añadir más información compleja por parte del entrenador hará que el jugador tenga un desgaste excesivo fuera de la pista.

Pero, ¿porqué decir «no falles» hace que falles?

Pues esto se lo debemos a James W. Pennebaker. Pennebaker descubrió que cada palabra del lenguaje es procesada por nuestro cerebro a través de imágenes. Es decir, procesamos las palabras visualizando eso a lo que hace referencia. Por lo que si me dicen pelota, mi cerebro no traduce P-E-L-O-T-A, sino que se aparece en este la imagen de una pelota.

¿Qué pasa con el NO? Pues que la palabra «NO» no tiene representación gráfica en nuestro cerebro. Si yo te digo «No pienses en un elefante rosa» tu cerebro se habrá imaginado algo grande y rosa sin haberse dado cuenta. Ya que, el NO, no tiene una representación visual en nuestra mente.

Por lo tanto, siempre que usemos una frase con la palabra «NO» nuestro cerebro se imaginará haciendo aquello que en verdad no querías realizar.

El lenguaje positivo como solución al NO

Para resolver el problema del NO, la idea es hablar en un tono afirmativo-positivo. Haciendo alusión a eso que realmente si se quiere conseguir. Si lo que quieres es que tu jugador meta el saque en el otro campo, dile: «Saque dentro»; en vez de: «No falles el saque».

Usa en tu lenguaje las palabras de las acciones finales de eso que quieres conseguir. Si quieres que tus jugadores estén concentrados en el juego, no les digas «no pienses en nada». Diles, eso mismo que quieres que hagan «pon los ojos en la bola y anticipa al contrario».

Las ideas que rondan por nuestra cabeza predisponen a nuestro cerebro. Nuestra mente busca que haya correspondencia entre la forma en la que se entiende la realidad y lo que pasa en verdad. Por lo que, si tienes una idea, sea posible o no, tu cerebro se encargará de manipular y generar esa acción para estar en consonancia con esas ideas.

Esta es la razón, por la que el autodiálogo, y la forma en la que nos hablamos y hablamos a la gente es tan importante.

¿Y cómo afecta lo pienso en lo que se hace?

Quizás te suene más el Efecto Pigmalion, identificado por primera vez por el psicólogo Robert Rosenthal y el educador Lenore Jacobson en 1968. Y en él, nos explican la importancia de las expectativas propias sobre los demás y cómo afectan al resultado de las acciones de estos.

Llegaron a esta conclusión tras un famoso experimento. Dividieron una clase en dos categorías, los que tenían buenos resultados académicos y los que no. Esta información la sacaron de unos test que hicieron con antelación al grupo.

Los resultados fueron conocidos por los profesores.

Al final del curso, se descubrió que los que formaban parte de la categoría de los «inteligentes», obtuvieron buenas notas. En cambio, los que formaban parte de la otra categoría, tuvieron como resultado peores calificaciones.

Lo realmente curioso de este experimento es que era mentira.

No era cierto que esos niños tuviesen mas capacidad que los otros, eso fue invención de la propia investigación. Pero los profesores actuaron en función de esos resultados con los alumnos. Comportándose diferente según sus capacidades.

Se descubrió así, que la expectativa que tenemos frente a una situación o persona contribuye a que eso mismo sea lo que acabe ocurriendo.

¿Y tú, tratas diferente al que crees que puede tener un mayor rendimiento en el juego?

¿Es posible que tu jugador no esté evolucionando por que tu pensamiento no le deja?

Quizás le estas robando a un jugador oportunidades que otro puede estar desperdiciando.

Honestamente, escribiendo esto, me doy cuenta, que yo también caí en esto. Es complicado no tener una idea de nuestros jugadores en mente y no actuar respecto a ella.

Esto no quiere decir que yo tenga que quitarle progresión al que por sus condiciones físicas puede llegar más lejos. Sino que, tengamos cuidado, respecto a quién le estamos dedicando más tiempo y porqué.

Que si un jugador no evoluciona sea por su propia causa, no por que nuestras expectativas le cortaron su progreso.

¿Cómo pensar entonces respecto a nuestros jugadores?

Diría que con apertura. Que en ningún momento aparezca en tu cabeza la idea de: «esta persona no está preparado para eso, no sabe, no va a poder hacerlo». Dale un voto de confianza. Dale los mismo recursos y oportunidades que le das al que crees que sí lo tendrá.

Darle alas y usar el refuerzo positivo puede ser una muy buena alternativa. Pero también tendrás que tener cuidado con éste.

El refuerzo positivo puede jugarte a la contra

Sabemos, que el refuerzo positivo es la forma en la que tiene que comunicarse un entrenador. Está demostrado que los castigos no contribuyen realmente a la realización de la acción como tal, y genera mucho perjuicio a largo plazo con la actividad en sí. Además de tener al niño en una alerta constante por miedo a ser castigado.

Teniendo claro esto, es importante que el refuerzo positivo, entiéndase refuerzo positivo como, aquellas frases y palabras que hablan positivamente de lo que realizó el jugador y le animan a seguir por ese camino, no nos juegue una mala pasada con su exceso.

Este lenguaje es el que desarrolla la motivación en el jugador: “¡Excelente trabajo! ¡Ese saque fue muy bueno! ¡Estoy orgulloso de ti!”,

Aristóteles ya decía que «en el término medio está la virtud».

Me explico, abre bien tus ojos👀, esto es importante.

Cuando nosotros emitimos una frase que conlleva aspectos positivos frente a la actuación del jugador desarrollamos una cierta emoción en él que le hace sentir que ese es el camino por el que debe ir. Le hace entender que si vuelve a repetir eso, volverá el reconocimiento de su entrenador.

¿Pero, qué ocurre?

Ante este continuo feedback positivo, nuestro cuerpo desarrolla una cierta tolerancia. Si este refuerzo positivo se excede, el jugador necesitará un extra de este refuerzo, ya que la simple frase que antes le motivaba, ya no lo hace. Perderá su efecto puesto que se volvió algo natural a cualquier acción que realiza.

Si continuamente emitimos un refuerzo positivo, este perderá su validez cuando realmente sea necesario. Dicho de otra forma, si cuando mi jugador está rematando, o intentándolo y no pasa la bola al otro lado, y mi respuesta es «muy bien hecho» y esto lo repito cada vez que lo hace, ¿qué efecto crees que tendrá cuándo realmente diga «muy bien hecho» porque si le pasó la red?

Si mi efusividad y lenguaje es el mismo haga algo bien o mal, el jugador no notará una diferencia entre las respuestas de sus diferentes acciones.

El refuerzo positivo para que pueda ser realmente efectivo debe usarse de manera selectiva y específica. Usa un lenguaje que ayude al jugador a seguir intentándolo. Pero trata de no decir, «muy bien», cuando no este bien.

El jugador no es tonto, él sabe cuando hace las cosas bien y cuando mal. Si tu le dices que lo hizo bien, cuando lo hizo mal, es posible que no te tenga muy en cuenta la próxima vez, porque sentirá que solo quieres animarle por que sí.

En mis inicios, caí en el exceso de refuerzo positivo. Todo el rato iba diciendo «muy bien, muy bien». Pero llegó un punto en el que me di cuenta de esto mismo. Estaba diciendo «muy bien» a cosas que no estaban muy bien. Quería que las chicas pudiesen seguir intentándolo y no se desanimaran, pero esa no era la acción correcta. Así, conseguí que cuestionaran mis palabras cuando las emitía.

Usa el refuerzo positivo siempre y cuando esa acción quieres que sea repetida de nuevo por tu jugador. Anímale siempre a seguir intentándolo, y ten cuidado con el exceso del «muy bien».

En resumen

De este post quiero que te lleves en claro lo siguiente:

  • Habla en positivo a tus jugadores. Olvida la palabra no e indicales aquello que sí quieres que hagan.
  • Hazte amigo de las imágenes y úsalas en mayor medida que tus palabras.
  • Cuida las expectativas sobre tus jugadores y ten cuidado en no limitar a ninguno de ellos por tus expectativas frente a su rendimiento. Confía en tu trabajo y en que evolucionará.
  • Usa el refuerzo positivo de forma selectiva y específica. Tan solo cuando sea una conducta que quieres volver a ver

Ahora, ya sabes que tienes que decirle a tu jugador para que haga un punto.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉

Mar Durán🚀 La Catalizadora Deportiva


Adaptabilidad del Entrenador

Hoy te traigo un fragmento de uno de los seminarios que imparto en mis formaciones a entrenadores.

Vamos a hablar sobre la adaptabilidad y flexibilidad del entrenador.

Antes de nada, ¿cuánto de flexible te consideras que eres? Es decir, ¿con cuánta eficiencia eres capaz de resolver eventos sorpresa? Si el 10 fuese 100% flexible y el 1 nada flexible, ¿qué número te darías? Escríbelo en los comentarios.

Ahora, metámos de lleno en el concepto de adaptabilidad y flexibilidad. Quiero explicártelo a través de una investigación que hicieron Sergio Jiménez y Alberto Lorenzo con entrenadores de baloncesto.

En este estudio entrevistaron a 16 entrenadores de éxito para identificar que era lo que les hacía ser flexibles y tener esa capacidad adaptativa ante cualquier evento, persona y situación.

Los mismos investigadores de esta intervención definen este concepto como ser capaz de interpretar las experiencias de una forma eficiente e innovadora frente al contexto. Y para mí, la adaptabilidad del entrenador se basa en saber responder adecuadamente según la situación, el jugador y el contexto en el que se dé el conflicto.


Resumen del estudio

El estudio esta hecho bajo una metodología cualitativa. No hay resultados numéricos, sino que se evalúan cualidades y características de la persona. Se trabaja bajo un mapa más interpretativo donde el investigador puede profundizar sobre la forma de actuar del entrenador.

Durante estas 16 entrevistas, que fueron transcritas después, sacaron tres apartados principalmente. La adaptabilidad en función de los jugadores, de la competición y del entorno.

Según los entrevistados, y como bien tú ya sabrás, el entrenamiento es un proceso inestable, muy dinámico, complejo y personal (Jiménez y Lorenzo, 2010).

Añadían, también, que debe desecharse la creencia de que existen unas normas concretas para resolver un entrenamiento. A menudo, esta rigidez va a estar en conflicto con otras limitaciones que pueden aparecer.

«Gestión de la incertidumbre» e «improvisación regulada» han sido dos conceptos muy nombrados por los entrenadores en sus intervenciones. Y a mi, particularmente, me parecen términos muy interesantes a tener en cuenta.

Los entrenadores cuentan que han desarrollado estrategias flexibles de planificación y rutinas que se adaptan a la incertidumbre y evolución propia de un entrenamiento. Durante este, hay una alta participación del primer concepto de este párrafo, la incertidumbre, y la práctica del entrenamiento es totalmente una improvisación regulada. Eso si, afirmaban que aunque un entrenamiento este lleno de incertidumbre e improvisación uno debe ir con su planteamiento diseñado y allí ir modificando. Nunca debería ir a la aventura e improvisar desde el inicio.

Los expertos en baloncesto nos relatan como ellos no abandonan su modelo de entrenamiento, sino que adaptan el suyo propio a la situación. Van incorporando nuevos conceptos al modelo que ya tienen, generando así una mezcla que coexiste con el nuevo entorno.

Muchos concluyen en que el concepto de adaptabilidad se da bajo la experiencia y comprensión del aprendizaje acumulado a lo largo de los años.

No te lo dije antes, pero todos los investigados tenían una media de 25’76 años de baloncesto a sus espaldas.

Y si lo piensas un segundo, tiene mucho sentido. Hemos dicho que la adaptabilidad es tener recursos y saber responder de la mejor forma a cosas que no esperábamos. Por lo que la soltura de esta habilidad la dará muchas experiencias y situaciones diferentes. Es muy coherente, que aquellos que mejor adaptabilidad y flexibilidad tengan al entorno sean lo más veteranos.

Y ahora dirás, Mar, pues, yo no llevo 20 años entrenando, ¿cómo desarrollo esta habilidad? Quédate tranquilo, al final de esta publicación te digo cómo hacerlo.

No obstante, sigamos con lo que te estaba contando.

Los exitosos entrenadores, creen que la filosofía propia también influye enormemente en el resultado de nuestra forma de entrenar y por lo tanto, en la rapidez de esa adaptación.

Con todo esto, entrenar se convierte en un proceso social, ya que es un lugar en el que ponemos en abierto nuestros valores personales, expectativas y presiones durante la interacción con los demás. Asimismo, el estilo de comunicativo del entrenador cobrará mucho valor en esta relación.

Acaban concluyendo nuestros científicos que la adaptabilidad es un rasgo fundamental para tener éxito. Este éxito consiste en ser diestro en la adaptación de su modelo de entrenamiento a las circunstancias especificas que se den y saber implementarlo en otras situaciones distintas.


Adaptabilidad emocional

A todo esto, quiero añadir algo sobre este concepto.

La adaptación no debería quedarse solo en aspectos sociales. Creo que sería muy interesante ir un poco más allá. Para que sea útil esa acción camaleónica, ésta debe ser completa. La respuesta del entrenador debe albergar aspectos a nivel emocional y cognitivo, además de sociales, claro está.

Quiero decir con esto, que tratemos de crear una interacción con el jugador algo más profunda, que no solo se base en el aspecto social y superficial que evocan las palabras, sino que se trate de un proceso de entendimiento real en el que se busca comprender que siente y piensa el otro para que así, la acción de adaptabilidad con el jugador sea más sencilla y efectiva.

Dicho de otra forma, a parte de saber cómo comunicarte y qué ejercicio modificar para que la tarea salga bien. Pienso que, un entrenador debe ser capaz de modular sus respuestas según el estado emocional y cognitivo de sus jugadores.

Por ejemplo, la intensidad que pidamos en un ejercicio debería depender del estado emocional y fatiga mental del jugador. Si tuvo un día estresado, discusión con su familia o lleva una mala racha a nivel sentimental, ese jugador tendrá la mente más dispersa que de costumbre. ¿O acaso tu eres capaz de rendir igual estando agotado que fresco? Esa carga emocional va a influir directamente en su rendimiento y como ser humano, no siempre podrá estar al cien por cien.

Por esta misma razón, identificar y adaptarte al nivel emocional de tu jugador le va a dar un mayor rendimiento y sensación de eficacia. En cambio, si el reto y tu exigencia son mucho mayor a lo que ese día él puede dar, acabará disminuyendo su rendimiento y autoconfianza en sí mismo.


¿Cómo desarrollar esta adaptabilidad?

Sencillo, enfréntate a muchas situaciones diferentes, con diferentes personas y en contextos distintos.

Cambia de equipo, de género, de club, de jefe, de competición. Proponte retos que te hagan desarrollar un pensamiento alternativo que dé luz a una perspectiva diferente y a una flexibilidad mayor.

Si no puede hacer esto, a bajo te muestro algunas ideas que pueden ayudarte sin que tengas que marcharte de tu club ni abandonar a tu equipo.

Baroody y Dowker (2003) citado por Jiménez y Lorenzo (2010) explicaban que el uso de estrategias flexibles y creativas son esenciales para el desarrollo de esta habilidad.

Te dejo aquí algunas ideas para que adaptarte a cualquier situación sea mucho más fácil.

  • Elabora rutinas propias que sean flexibles, que estén abiertas a diferentes contratiempos.
  • Modifica e innova mensualmente apartados de tu modelo de entrenamiento, añade algo que hasta ahora no hiciste.
  • Observa y analiza a otros entrenadores e integra las cosas que más te gusten de ellos en tus entrenamientos.
  • Crea un apartado destinado a cómo resolverías posibles situaciones extrañas que puedan darse cada vez que diseñes tu entrenamiento.
  • Sé creativo e ingenioso, no te pongas límites (caminar por la naturaleza te ayudará a desarrollar esto).
  • Observa y analiza el comportamiento de tus jugadores. Fíjate en sus rostros, ¿qué expresiones reflejan? Modula tu intensidad frente a ellos según sea el resultado de su desarrollo en el entrenamiento y su estado emocional.

En resumen, el estudio muestra como la adaptabilidad es una característica específica de aquellos entrenadores que desempeñan su trabajo en el contexto del alto rendimiento (Jiménez y Lorenzo, 2010). Es decir, es una habilidad que delata a un buen entrenador. Por lo que, tener en tu repertorio interno esta habilidad te va a hacer realizar un buen papel sea cual sea el contexto.

Así que, si ya cuentas con esta habilidad, enhorabuena. Estoy segura de que es el resultado de mucho trabajo a la espalda.

Si aun no, y quieres desarrollarla, envíame un mensaje y nos ponemos a trabajar en ella.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉

Mar Durán🚀 La Catalizadora Deportiva


Referencia

Jiménez Sáiz, S. y Lorenzo Calvo, A. (2010). El buen entrenador como experto adaptativo que lidera al grupo. Revista de Psicología del Deporte, 19(1), 9-21. [1]

Rendimiento deportivo en presencia de otros

¿Afecta el público a como se juega?

Vitali Kobzev lo tiene claro y así nos lo contó en La Charla PsicoDeportiva

Vitali Kobzev en La Charla PsicoDeportiva

Y ¿tú que opinas?

Ahora, vamos a ver que dicen las teorías sobre ello.

Para empezar, este rendimiento en presencia de otros tiene dos resultados, la facilitación o la inhibición social.

El primero en acuñar el término de facilitación social fue Allport en 1924. Con esta frase hacía referencia a esas situaciones en las que el rendimiento deportivo se mejoraba en presencia de otros. Por el lado contrario y años más tarde, Zanjonc (1967), nos habló de la inhibición social. Hacía alusión con este término al empeoramiento del rendimiento deportivo cuando hay otros a nuestro alrededor.


Este mismo autor, desarrolló una teoría que explicaba el modelo explicativo de estos dos conceptos. La teoría del drive, como la bautizó decía lo siguiente: «la presencia de otras personas aumenta tanto la activación como el impulso de la persona» (Zajonc, 1967, citado por Castillo y Alvaréz, 2023). Este impulso produce una mayor probabilidad de que la persona ejecute respuestas dominantes. Las respuestas dominantes son aquellas que prevalecen ante otras, las que se adquieren en presencia de un estímulo. Dicho con otras palabras, serían aquellos gestos que nos salen automáticos.

Retomando con la teoría del drive, la grada con gente hará que se desarrollen respuestas automáticas en tareas sencillas para el jugador, aumentando así su realización en estas, pero, hará que las respuestas más complejas se vean inhibidas (no se desarrollen).

Relacionando esto, con equipos en edades de formación podríamos entender lo siguiente. Un jugador joven durante el partido en el que hay público solo desarrollará aquellas acciones que ya tenga en su memoria como respuestas dominantes y automáticas ante un estímulo.

Imagínate que una de tus jugadoras tiene como conducta reactiva rematar fuerte, sea como sea la colocación. Si este chica se encuentra jugando ante el público es más probable que ejecute esa acción, dominante ante ese estímulo concreto. Lo raro será que desencadene el aprendizaje nuevo que comenzó a trabajar esa misma semana.

En esta situación, las tareas complejas son inhibidas (no se darán aprendizajes nuevos) y las acciones automáticas son facilitadas (se realizará aquello que ya se domina).

Lo contrario ocurriría en un jugador con mucha trayectoria y experiencia. En este caso, como nos contaba Vitali al principio, para él, que haya público siempre es mejor, es más bonito. El central ya tiene automatizados los gestos y acciones adecuadas ante cada estímulo, por eso él se ve beneficiado ante esa grada repleta.

En contraste, mis jugadoras (chicas que recién acaban de empezar a jugar) suelen ponerse nerviosas ante el público y no siempre quieren que haya. ¿La razón? La que te he comentado. Mis jugadoras aun no tienen los patrones correctos desarrollados ni sus respuestas automáticas son las que más correctas.

Son jugadoras que están aprendiendo, por lo que en el partido, como aun no tienen automatizados los patrones técnicos correctos, los ejecutarán como saben hacerlo. Es decir, jugarán peor de lo que entrenan.

Además le añadimos que su atención estará dividida y se sentirán evaluadas (te lo explico más adelante).

Y esto no quiere decir que lo que se trabaja durante la semana no esté surgiendo su efecto. Sino que, hasta que eso no forme parte de la respuesta dominante, mis jugadoras seguirán realizando conductas automáticas no muy acertadas.

Por lo tanto, sé paciente cuando tus jugadoras en formación estén en la pista. El público tiene este efecto en nosotros. Facilitará las acciones simples e inhibirá las complejas. Siendo complejas las que aun no están dominadas por el jugador. No obstante, en el entrenamiento, donde no haya público, si realizará esas nuevas acciones que aun no tiene automatizadas.

Este fenómeno se ve muy claro en la tanda de penaltis dentro del fútbol. Ante esa situación, el jugador tiene más tendencia a enviar el balón a donde hasta ahora lo ha enviado. Además, cuanta mayor transcendencia tenga el partido, más probabilidad tendrá de mantener esa tendencia propia hacia una dirección concreta.

Otros autores también nos habla sobre el impacto del público. Cottrel (1972) elaboró la teoría de la aprensión a la evaluación. Es decir, formulaba que la presencia de otros actúa como distractor para el juego, incrementando el impulso y la respuesta dominante, como ya nos contaba Zajonc.

Por otro lado, la teoría biprocesual del procesamiento de la información de Manstead y Semin en 1980 defendían lo siguiente. Las tareas automáticas tiene un desarrollo rutinario, por eso, en presencia de la gente aumentan su atención y su rendimiento.

Opuestamente, ocurre con las tareas controladas (esas que aun se encuentran en aprendizaje) que requieren una mayor atención y concentración para realizarse. En estas la grada ejerce una función evaluadora (siento que están juzgando y hablando sobre como lo hago) y por esa razón el jugador divide su atención entre la tarea y el público, lo que solo le permite desarrollar tareas que ya están automáticas, porque son las que necesitan menos concentración para que se den.

En último lugar, Paulus propone un modelo integrador uniendo a las anteriores teorías. El modelo cognitivo-motivacional nos dice que los efectos sociales en presencia de otros incrementa las consecuencias positivas y negativas. Estas consecuencias sociales afectan a los procesos individuales y al rendimiento personal frente a la tareas.

Dentro del modelo, se aprecian las consecuencias negativas y positivas de este efecto social.

  • Consecuencias negativas, se desarrollan ante la posibilidad de fracasar por no realizar bien la tarea y temer que la gente pueda recriminarlo y reírse ante ellos
  • Consecuencias positivas, tienen relación con el apoyo de la grada expresada a través de la aprobación y admiración de estos hacia el jugador.

En resumen, y a modo de recopilación, el rendimiento en presencia de otros:

  • Aumenta el rendimiento en tareas simple y automáticas
  • Disminuye el rendimiento en tareas complejas, aun por aprender
  • Puede actuar como distractor y dividir la tención entre tarea y audiencia
  • Afecta al proceso y rendimiento individual

El público desarrollará tanto consecuencias negativas como positivas. Va a estimular tu impulso facilitándote tareas sencillas y complicarte respuestas que aun no tienes controladas.

Por lo tanto, tu tarea como entrenador será minimizar el proceso de inhibición y reforzar los procesos de facilitación en tus jugadores.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😏

Mar Durán🚀 La Catalizadora Deportiva


Referencias

Castillo, I. & Álvarez, O. (2023). PSICOLOGIA SOCIAL de la actividad física, el deporte y el ejercicio. McGraw Hill.

Autocompasión en el deporte

Hace unas semanas hablábamos de este concepto en las habilidades del entrenador. Hoy quiero profundizar en la relevancia de este aspecto, su importancia dentro del deporte y cómo sacarle partido tanto si eres entrenador como jugador.

Lo reconozco, este constructo cada día me interesa más.

El deporte está lleno de exigencias internas y externas, tensión, presión, esfuerzo, constancia, sacrificio, desgaste físico, mental, victorias, derrotas… Si le añadimos un poquito de amabilidad y bondad, quizá su trascurso se vuelve más llevadero.

¿Podemos ser bondadosos y exigentes a la vez? ¿Puedo tratarme con amabilidad y a la vez querer hacerlo mejor la próxima vez? ¿Podrían convivir la exigencia y la bondad en el mismo espacio y tiempo?

De esto va a tratar el artículo de hoy, conseguir unir la exigencia y la amabilidad por uno mismo, para aumentar el rendimiento deportivo.

Pero antes de nada, vamos a recordar que entendíamos por autocompasión.

¿Qué es la autocompasión?

La autocompasición es como reaccionamos con nosotros mismo a situaciones que nosotros mismos hacemos (Araya, C., & Moncada, L., 2016).

La primera en usar este constructo en occidente ha sido Krisitin Neff junto a Cristopher Germer.

Esta palabra procede del budismo, dónde allí la compasión se entiendo de forma diferente a como lo hacemos aquí.

La compasión según los budista es entendida como brindar felicidad al otro, aliviar el daño y trabajar para que el otro deje de sufrir. En cambio, en la cultura occidental lo entendemos como acompañar en el sufrimiento al otro. Es decir, no tiene esa parte activa de que el budismo le da.

Hanh (2002) citado por Araya y Moncada (2016) afirma que antes de tener compasión por alguien o algo debemos comprender eso a lo que queremos tenerle compasión. Es decir, hacer un análisis profundo y detallado de lo observado. Para esta comprensión profunda, la atención plena o el mindfulness será lo que haga emerger la compasión.

La autocompasión sería ser cálidos con nosotros mismos, comprender el porqué hacemos y pensamos las cosas. Es tratarnos como trataríamos a alguien a quién queremos mucho. Lo opuesto a esto es cuando nos criticamos, reprochamos o infravaloramos por fallar o no actuar adecuadamente (Neff, 2012)

¿Qué no es autocompasión?

Aunque al leerlo te recuerde a la autoestima, la aucompasión y esta difieren en gran parte. Tampoco es autocriticismo (la autocrítica continua a la actuación de uno mismo), ni autocomplaciencia, tener lástima por uno mismo.

Neff en su descubrimiento del término de autocompasión estuvo trabajando mucho sobre la autoestima y ahí se dió cuenta de las diferencias y del daño que podría estar causando esta última. Esta se centra en querer desarrollar una gran estima hacia uno mismo lo que hace que puedas caer en el narcisismo, la comparación constante con los otros, el estar a la defensiva, el continuo juicio exterior e interno…

En ese momento, Neff vio que la autocompasión podría ser la alternativa ideal a la incansable necesidad de desarrollar un autoestima alta. ¿Por qué? Por qué la autocompasión da la misma protección del odio hacia uno mismo que la autoestima, pero esta lo hace sin caer en la necesidad de creerse perfecto ni mejor que los demás (Neff y Germer, 2022)

Beneficios de la autocompasión

El desarrollo de la autocompasión beneficia nuestra salud mental y bienestar psicológico en general.

Araya y Moncada (2016) nos cuentan las ganancias de desarrollar esta amabilidad.

En primer lugar se asocia a una disminución de la ansiedad y depresión. Activa parte del sistema neurológico que da calma y suaviza la situación dando seguridad y bienestar. Con lo que consigue disminuir el miedo y el asilamiento. A la vez que mitiga la rumiación mental, dando stop a la cascada de pensamientos negativos que inundan nuestra atención.

También, ayuda en el proceso de la identificación de sentimientos, y en el desarrollo de la inteligencia emocional. Gracias a ello se genera mayor autonomía y sensación de capacidad y competencia propia.

Te hablo de los beneficios porque quiero que veas el resultado positivo que puede tener el esfuerzo de cambiar de mentalidad a la hora de hablarnos. Continuamente tenemos exigencias fuera que nos acabamos autoimponiendo y que generan sensaciones incómodas de insuficiencia, incapacidad y desubicación. Pero nada más lejos de la realidad, sino que con tanta carga acabamos reprochándonos hasta el respirar. Nos cegamos mucho en el resultado y obviamos el trayecto. En vez de reforzarnos por casi llegar, nos criticamos por no acabarlo como queriamos.

¿Como solucionar esto?Autocompasión como jugador

*Situación: tras fallar un remate*

Lo primero es que quiero que te preguntes, ¿cómo te gustaría que te tratasen otros tras haber fallado?

Supongo que querrás que entiendan tu error, que comprendan ese fallo como algo normal, que puedan darle una justificación si es necesaria y que sigan confiando en ti, a pesar de que ese balón se quedara en la red.

Si te gustaría que comprendieran tu error, confiaran en ti y te transmitieran honestamente esa confianza, hazlo tú también contigo mismo.

Acepta ese error, comprendelo, tratate con amabilidad, como si ese error lo hubiese hecho a quién quieres mucho y sigue confiando en ti, aunque sea el cuarto y sexto error. ¿Acaso dejarías de confiar en tu madre/padre/hermano porque tuviese unos malos puntos?

La exigencia debe permanecer, lo que debe marcharse es el juicio, la critica, la incomprensión tuya por tus fallos. Comprendelos, hablate bien, sigue confiando en ti y sigue pidiéndote aquello que le pedirías a quién más quieras de tu equipo.

No te hagas de menos, tampoco de más. Sé honesto, compasivo y sigue.

Autocompasión como entrenador

*Situación: en un final de set empatado*

Aunque seas entrenador, quiero que sigas la misma línea anterior. Eso sí, aquí esa autocompasión tendrá mucho más valor. Poder comprenderte como entrenador te ayudará a comprenderlos como jugadores.

Que se haya llegado a este punto tan delicado del partido no tiene porque ser culpa tuya. Pero, puede ser que hayas tomado decisiones incorrectas a lo largo del partido y hayan propiciado ese final tan tenso. Sea como sea, ya nos encontramos en esa situación. No estas calmado, ni tampoco confías mucho en la situación.

Pero sí quieres ganar y quieres que tus jugadores lo crean y estén seguros cuando tengan el balon en las manos.

Lo primero es que quiero que entiendas que cuanto más amable seas contigo, más calmado estarás y podrás descubrir que opción correcta tomar. Ellos te verán tranquilo y sentirán que es cierto eso que les dices.

Para llegar a ese punto, tú tienes que autogestionarte a ti.

Como antes hemos dicho, debemos ser bondadosos con nosotros, para eso tenemos que comprender que ha pasado. Estoy segura de que tienes razones y muy coherentes para actuar de la forma que lo has hecho hasta este momento. Lo sé y tú también.

Ahora, tratate como tratarías a alguien a quién quieres mucho. ¿Qué le dirías, cómo harías para que levante esa situación? ¿Le criticarías? ¿o serias amable con el?

Haz eso mismo contigo. Hablate bien, (que no tiene que ser bonito) relaja el cuerpo y mira a los ojos a tus jugadores. Sé breve y muy claro con que quieres decirle y asegurate de creer en ello antes de contarselo.

Pero sobre todo, hablate como si tuvieras que ayudar a tus abuelos o tus hermanos a salir de esa situación.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😏

Mar Durán 🚀 La Catalizadora Deportiva


Referencias

Araya, C., & Moncada, L. (2016). Auto-compasión: origen, concepto y evidencias preliminares. Revista Argentina de Clínica Psicológica, XXV(1), 67-78.

Neff, K. (2012). The Science of self-compassion. In C. G. R. Siegel (Ed.), Compassion and Wisdom in Psychotherapy. New York: Guilford Press.

Neff, K., & Germer, C. K. (2022). Enseñando el Programa Mindfulness y Autocompasión. Editorial: Desclée De Brouwer, Bilbao.