¿Qué decirle a mi jugador para que haga punto?

Cuando acabes de leer esta publicación tendrás herramientas que te van a hacer mejorar tu comunicación de forma exponencial. Tanto como entrenador, como jugador.

Principalmente te voy a explicar porqué:

  • Decir frases con la palabra NO te harán conseguir lo contrario
  • Debes mostrar más imágenes y menos palabras
  • Es muy importante qué tipo de expectativas tienes frente a tus jugadores
  • El refuerzo positivo puede jugar en tu contra

Antes de nada, contarte que este artículo está destinado a la comunicación entrenador-jugador. No obstante trata temas básicos y fundamentales sobre el diálogo. Dicho de otra forma, te ayudará mucho usar este tipo de indicaciones cuanto hablas contigo mismo y cuando tienes que comunicarte con tu compañero dentro del campo.

La forma en la que debe dirigirse un entrenador a un jugador, debería ser la forma en la que tú te hablas y le hablas a tu compañero.

Sin más dilación, vamos a ello.

Nunca digas «no falles» porque le hará fallar

De inicio, cualquier frase que contenga un NO puede dar pie a confusiones y no siempre será tan clara como se querría.

Un entrenador debe comunicarse de forma muy clara, breve y concisa, y más si estamos en un partido. En el trascurso de este, el jugador tendrá que acudir a muchos estímulos. Añadir más información compleja por parte del entrenador hará que el jugador tenga un desgaste excesivo fuera de la pista.

Pero, ¿porqué decir «no falles» hace que falles?

Pues esto se lo debemos a James W. Pennebaker. Pennebaker descubrió que cada palabra del lenguaje es procesada por nuestro cerebro a través de imágenes. Es decir, procesamos las palabras visualizando eso a lo que hace referencia. Por lo que si me dicen pelota, mi cerebro no traduce P-E-L-O-T-A, sino que se aparece en este la imagen de una pelota.

¿Qué pasa con el NO? Pues que la palabra «NO» no tiene representación gráfica en nuestro cerebro. Si yo te digo «No pienses en un elefante rosa» tu cerebro se habrá imaginado algo grande y rosa sin haberse dado cuenta. Ya que, el NO, no tiene una representación visual en nuestra mente.

Por lo tanto, siempre que usemos una frase con la palabra «NO» nuestro cerebro se imaginará haciendo aquello que en verdad no querías realizar.

El lenguaje positivo como solución al NO

Para resolver el problema del NO, la idea es hablar en un tono afirmativo-positivo. Haciendo alusión a eso que realmente si se quiere conseguir. Si lo que quieres es que tu jugador meta el saque en el otro campo, dile: «Saque dentro»; en vez de: «No falles el saque».

Usa en tu lenguaje las palabras de las acciones finales de eso que quieres conseguir. Si quieres que tus jugadores estén concentrados en el juego, no les digas «no pienses en nada». Diles, eso mismo que quieres que hagan «pon los ojos en la bola y anticipa al contrario».

Las ideas que rondan por nuestra cabeza predisponen a nuestro cerebro. Nuestra mente busca que haya correspondencia entre la forma en la que se entiende la realidad y lo que pasa en verdad. Por lo que, si tienes una idea, sea posible o no, tu cerebro se encargará de manipular y generar esa acción para estar en consonancia con esas ideas.

Esta es la razón, por la que el autodiálogo, y la forma en la que nos hablamos y hablamos a la gente es tan importante.

¿Y cómo afecta lo pienso en lo que se hace?

Quizás te suene más el Efecto Pigmalion, identificado por primera vez por el psicólogo Robert Rosenthal y el educador Lenore Jacobson en 1968. Y en él, nos explican la importancia de las expectativas propias sobre los demás y cómo afectan al resultado de las acciones de estos.

Llegaron a esta conclusión tras un famoso experimento. Dividieron una clase en dos categorías, los que tenían buenos resultados académicos y los que no. Esta información la sacaron de unos test que hicieron con antelación al grupo.

Los resultados fueron conocidos por los profesores.

Al final del curso, se descubrió que los que formaban parte de la categoría de los «inteligentes», obtuvieron buenas notas. En cambio, los que formaban parte de la otra categoría, tuvieron como resultado peores calificaciones.

Lo realmente curioso de este experimento es que era mentira.

No era cierto que esos niños tuviesen mas capacidad que los otros, eso fue invención de la propia investigación. Pero los profesores actuaron en función de esos resultados con los alumnos. Comportándose diferente según sus capacidades.

Se descubrió así, que la expectativa que tenemos frente a una situación o persona contribuye a que eso mismo sea lo que acabe ocurriendo.

¿Y tú, tratas diferente al que crees que puede tener un mayor rendimiento en el juego?

¿Es posible que tu jugador no esté evolucionando por que tu pensamiento no le deja?

Quizás le estas robando a un jugador oportunidades que otro puede estar desperdiciando.

Honestamente, escribiendo esto, me doy cuenta, que yo también caí en esto. Es complicado no tener una idea de nuestros jugadores en mente y no actuar respecto a ella.

Esto no quiere decir que yo tenga que quitarle progresión al que por sus condiciones físicas puede llegar más lejos. Sino que, tengamos cuidado, respecto a quién le estamos dedicando más tiempo y porqué.

Que si un jugador no evoluciona sea por su propia causa, no por que nuestras expectativas le cortaron su progreso.

¿Cómo pensar entonces respecto a nuestros jugadores?

Diría que con apertura. Que en ningún momento aparezca en tu cabeza la idea de: «esta persona no está preparado para eso, no sabe, no va a poder hacerlo». Dale un voto de confianza. Dale los mismo recursos y oportunidades que le das al que crees que sí lo tendrá.

Darle alas y usar el refuerzo positivo puede ser una muy buena alternativa. Pero también tendrás que tener cuidado con éste.

El refuerzo positivo puede jugarte a la contra

Sabemos, que el refuerzo positivo es la forma en la que tiene que comunicarse un entrenador. Está demostrado que los castigos no contribuyen realmente a la realización de la acción como tal, y genera mucho perjuicio a largo plazo con la actividad en sí. Además de tener al niño en una alerta constante por miedo a ser castigado.

Teniendo claro esto, es importante que el refuerzo positivo, entiéndase refuerzo positivo como, aquellas frases y palabras que hablan positivamente de lo que realizó el jugador y le animan a seguir por ese camino, no nos juegue una mala pasada con su exceso.

Este lenguaje es el que desarrolla la motivación en el jugador: “¡Excelente trabajo! ¡Ese saque fue muy bueno! ¡Estoy orgulloso de ti!”,

Aristóteles ya decía que «en el término medio está la virtud».

Me explico, abre bien tus ojos👀, esto es importante.

Cuando nosotros emitimos una frase que conlleva aspectos positivos frente a la actuación del jugador desarrollamos una cierta emoción en él que le hace sentir que ese es el camino por el que debe ir. Le hace entender que si vuelve a repetir eso, volverá el reconocimiento de su entrenador.

¿Pero, qué ocurre?

Ante este continuo feedback positivo, nuestro cuerpo desarrolla una cierta tolerancia. Si este refuerzo positivo se excede, el jugador necesitará un extra de este refuerzo, ya que la simple frase que antes le motivaba, ya no lo hace. Perderá su efecto puesto que se volvió algo natural a cualquier acción que realiza.

Si continuamente emitimos un refuerzo positivo, este perderá su validez cuando realmente sea necesario. Dicho de otra forma, si cuando mi jugador está rematando, o intentándolo y no pasa la bola al otro lado, y mi respuesta es «muy bien hecho» y esto lo repito cada vez que lo hace, ¿qué efecto crees que tendrá cuándo realmente diga «muy bien hecho» porque si le pasó la red?

Si mi efusividad y lenguaje es el mismo haga algo bien o mal, el jugador no notará una diferencia entre las respuestas de sus diferentes acciones.

El refuerzo positivo para que pueda ser realmente efectivo debe usarse de manera selectiva y específica. Usa un lenguaje que ayude al jugador a seguir intentándolo. Pero trata de no decir, «muy bien», cuando no este bien.

El jugador no es tonto, él sabe cuando hace las cosas bien y cuando mal. Si tu le dices que lo hizo bien, cuando lo hizo mal, es posible que no te tenga muy en cuenta la próxima vez, porque sentirá que solo quieres animarle por que sí.

En mis inicios, caí en el exceso de refuerzo positivo. Todo el rato iba diciendo «muy bien, muy bien». Pero llegó un punto en el que me di cuenta de esto mismo. Estaba diciendo «muy bien» a cosas que no estaban muy bien. Quería que las chicas pudiesen seguir intentándolo y no se desanimaran, pero esa no era la acción correcta. Así, conseguí que cuestionaran mis palabras cuando las emitía.

Usa el refuerzo positivo siempre y cuando esa acción quieres que sea repetida de nuevo por tu jugador. Anímale siempre a seguir intentándolo, y ten cuidado con el exceso del «muy bien».

En resumen

De este post quiero que te lleves en claro lo siguiente:

  • Habla en positivo a tus jugadores. Olvida la palabra no e indicales aquello que sí quieres que hagan.
  • Hazte amigo de las imágenes y úsalas en mayor medida que tus palabras.
  • Cuida las expectativas sobre tus jugadores y ten cuidado en no limitar a ninguno de ellos por tus expectativas frente a su rendimiento. Confía en tu trabajo y en que evolucionará.
  • Usa el refuerzo positivo de forma selectiva y específica. Tan solo cuando sea una conducta que quieres volver a ver

Ahora, ya sabes que tienes que decirle a tu jugador para que haga un punto.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉

Mar Durán🚀 La Catalizadora Deportiva


La Comunicación No Verbal del Entrenador

Siempre estamos comunicando aunque no queramos comunicar

¿Somos realmente consciente de los que transmitimos? ¿Mi postura corporal, mis gestos, mis expresiones faciales son las mismas en un partido que en un entrenamiento?¿Deberían serlo?¿Cómo transmito confianza a mis jugadores?

Muchas veces emitimos un mensaje verbal que no corresponde con el corporal. ¿No te ha pasado como entrenador que pides calma alterado, y como consecuencia solo consigues que tus jugadores se pongan más nerviosos?

En este caso, si tuviese que darle porcentajes a la importancia de la comunicación no verbal y verbal, ¿a qué le darías mayor número?¿Cuál sería el resultado?

Albert Merhabain descubrió que cuando representamos emociones, es decir, cuando hay una situación emocionalmente intensa, el mayor porcentaje de lo comunicado recae en la comunicación no verbal. Es decir, tan solo el 7% de la comunicación sería lo hablado, las palabras. El 38% el tono de voz, el volumen y la entonación y 55% del mensaje en general sería el procedente del lenguaje corporal: postura, gestos, expresiones faciales y microgestos.

Cuando descubrí este experimento mi forma de comunicarme con los demás cambio totalmente. O eso intentaba. Digo intentaba porque, es complicado modificar algo que no sabes que tienes que modificar. Quiero decir, si no soy consciente de qué transmito o en cambio estoy segura de que transmito lo que quiero trasmitir (pero no es así), es muy complicado poder modificar algo de esto.

Por eso, la base de todo esto es poder ser consientes de qué queremos trasmitir y realizar aquello que transmita realmente esa emoción que queremos que traspase.

Durante el desarrollo deportivo, como ya comenté otras veces, la emocionalidad es el eje central. Continuamente el deporte nos hace sentir emociones intensas que no sabemos gestionar adecuadamente. Es muy típico ver como tras una recepción fallada o un saque fuera, el jugador se lamenta, zarandea sus brazos enfadado o se tapa la cara avergonzado por su equivocación.

Constantemente emitimos información con nuestro cuerpo, y como entrenadores, la mayor parte del tiempo nuestra comunicación se basa en ello.

En el trascurso de los partidos suele haber mucho revuelo, se oyen cánticos, palmas, silbidos, el pitido del árbitro. En un contexto así, comunicar algo con palabras al jugador suele ser una tarea complicada. Puedes decir algo, pero no sabes cuanta parte de esas palabras están llegando realmente al jugador.

Este pasado sábado en un amistoso con mis jugadoras, en un momento concreto, trataba de dar una instrucción a una de mis jugadoras, se la dí y ella asintió. Otra que estaba conmigo en el banquillo me dijo, Mar no se ha enterado, la mayoría de veces no nos enteramos de lo que nos dices. Y pensé, claro, si es normal.

Para empezar, están concentradas en el partido, tienen los ojos y la atención en el otro campo. Para centrar su concentración, tratan de obviar el ruido tan odiosos que a veces se crea, por lo que, es normal que cuando el entrenador trata de emitir alguna información, ésta no siempre llega de igual manera que se emite.

¿Porqué cuento esto? Por que imagínate que yo le estoy reforzando positivamente algo que acaba de hacer bien, pero hoy no descasé bien y mi rostro está apagado, ojeroso y cansado. No emito mucha efusividad en el mensaje ni le sonrío. Si ella no ha escuchado el mensaje, ¿creéis que se tomará ese mensaje como un elogio?

¿Qué tipo de mensaje llega a nuestros jugadores cuando nosotros estamos tensos? ¿Verdaderamente somos capaces de controlar e ir modificando nuestro lenguaje corporal en situaciones complicadas?

Grabo siempre los partidos de mis jugadoras, para analizar y poder sacar estadísticas sobre sus partidos. Es decir, no es con fin de grabarme a mí. Pero siempre salgo por ahí dando indicaciones. La primera vez que me vi en un partido, me sorprendí y casi asusté. De primeras me molestaba verme, lo que veía no me gustaba, porque estaba trasmitiendo algo que en ningún momento quería transmitir.

Tenia cara seria y tensa mientras les decía «muy bien». Me movía mucho y no paraba ni un segundo quieta mientras les pedía calma. Gesticulaba mucho y muy rápido, quería decir muchas cosas en poco tiempo y me trababa… Bendito, el momento en que me vi, porque empecé a ser consciente de cuentas cosas estaba haciendo sin saber que lo estaba haciendo.

A raíz de ahí, mientras entreno y estoy en los partidos trato de observar como me posiciono delante de ellas, como me muevo, qué expresión facial tengo y cómo emito aquello que quiero que realmente cale.

Cada situación es diferente, y mi comunicación no verbal debe ir variando. La intención es que haya una congruencia real entre lo que muestro y digo. Si somos capaces de poder mostrar eso que queremos decir, nuestros jugadores van a sentir que esa información es real y pueden fiarse de ella.

Aunque creamos que sí, no sabemos disimular lo que sentimos, podemos obviarlo e ignorarlo nosotros, pero por fuera se ve. Y no llega al otro de igual manera. Si digo «muy bien hecho» mientras sonrío y aplaudo el jugador sabrá que esa información es sincera y lo que se dice se piensa de verdad. Si le digo «muy bien» con cara seria, el jugador sabrá que en verdad, el entrenador no cree que lo ha hecho bien.

Nuestros jugadores confiarán en nosotros cuando nuestra información esté en sintonía, cuando lenguaje verbal y no verbal vayan en la misma dirección.


Perdonarme😅 Me lancé a hablar de comunicación no verbal sin hacer referencia a qué aspectos concretamente son los que forman parte de esta comunicación sin palabras. La comunicación no verbal, es definida por Teresa Baró (2020) como las diferentes formas en las que nos expresamos sin palabras. Baró afirma que, siempre estamos comunicando, a través de nuestro lenguaje no verbal, aunque no queramos o no seamos conscientes.

El lenguaje no verbal lo constituye lo siguiente:

  • Proxemia, nuestro espacio personal y el uso con el entorno. Es esa distancia que tomamos respecto a la persona con la que estemos.
  • Kinesia, es el lenguaje corporal dónde incluimos gestos (movimientos de la cabeza, brazos y piernas), postura corporal, contacto visual, expresiones (sonrisa) y microgestos faciales.
  • Paralingüística, es todo lo que hay alrededor del mensaje, el tono, el volumen, el ritmo, la entonación.

Como ves, no solo forma parte del lenguaje lo que digo, sino el cómo, el qué le acompaña y a la distancia que lo emito.

Por último, dentro de todo este conjunto de aspectos a tener en cuenta, creo que hay dos que pueden ser nuestros aliados. La mirada y la sonrisa.

La mirada es capaz de expresar sentimientos, emociones e incluso reflejar actitudes (Baró, 2020). Por lo que, puede ayudarnos en muchas ocasiones a diluir nuestro mensaje y a comunicarlo de mejor forma.

Asimismo, la sonrisa es una forma de estimular sentimientos agradables (Baró, 2020). Es un fenómeno social que se contagia, que nos ayuda a reducir el miedo, liberar estrés y disminuir el enfado. Si ves que tu jugador está tenso, sonríele, le calmará.


En resumen:

  • Comunicamos siempre aunque no queremos comunicar nada
  • Nuestra comunicación no verbal se lleva gran parte del peso si estamos en una situación tensa
  • Debemos ser conscientes de nuestro lenguaje corporal para poder modificarlo
  • La comunicación no verbal variará según el contexto (regañar, reforzar o tranquilar a alguien)
  • Identificar mi lenguaje no verbal me va a ayudar a identificarlo en mis jugadores
  • Si hay congruencia entre lo que digo y comunico la comunicación con mis jugadores será mucho más efectiva
  • Si mi cuerpo trasmite confianza y seguridad, mis jugadores estarán seguros y con confianza dentro de la pista
  • La sonrisa destensa y da calma

Este tema es uno de los primeros abordajes que he tratado con clubes a los que formo. Por si no lo sabías, trabajo como formadora de entrenadores a nivel psicológico y les imparto seminarios en los que les ayudo a desarrollar habilidades para aumentar su rendimiento como entrenadores. En este caso, estamos trabajando cómo ser consciente del lenguaje corporal, cómo identificarlo en los jugadores y cómo mostrar aquello que queremos verdaderamente quieren transmitir.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene 😉

Mar Durán 🚀La Catalizadora Deportiva


Referencias


Baró, T (2020). La guía del lenguaje no verbal. Barcelona, España: Editorial Planeta, S. A.


Ahora también puedes escucharme en La Charla PsicoDeportiva, cada martes a las 20h en directo en @mardurannn (Instagram) o los miércoles en Spotify.