Autocompasión en el deporte

Hace unas semanas hablábamos de este concepto en las habilidades del entrenador. Hoy quiero profundizar en la relevancia de este aspecto, su importancia dentro del deporte y cómo sacarle partido tanto si eres entrenador como jugador.

Lo reconozco, este constructo cada día me interesa más.

El deporte está lleno de exigencias internas y externas, tensión, presión, esfuerzo, constancia, sacrificio, desgaste físico, mental, victorias, derrotas… Si le añadimos un poquito de amabilidad y bondad, quizá su trascurso se vuelve más llevadero.

¿Podemos ser bondadosos y exigentes a la vez? ¿Puedo tratarme con amabilidad y a la vez querer hacerlo mejor la próxima vez? ¿Podrían convivir la exigencia y la bondad en el mismo espacio y tiempo?

De esto va a tratar el artículo de hoy, conseguir unir la exigencia y la amabilidad por uno mismo, para aumentar el rendimiento deportivo.

Pero antes de nada, vamos a recordar que entendíamos por autocompasión.

¿Qué es la autocompasión?

La autocompasición es como reaccionamos con nosotros mismo a situaciones que nosotros mismos hacemos (Araya, C., & Moncada, L., 2016).

La primera en usar este constructo en occidente ha sido Krisitin Neff junto a Cristopher Germer.

Esta palabra procede del budismo, dónde allí la compasión se entiendo de forma diferente a como lo hacemos aquí.

La compasión según los budista es entendida como brindar felicidad al otro, aliviar el daño y trabajar para que el otro deje de sufrir. En cambio, en la cultura occidental lo entendemos como acompañar en el sufrimiento al otro. Es decir, no tiene esa parte activa de que el budismo le da.

Hanh (2002) citado por Araya y Moncada (2016) afirma que antes de tener compasión por alguien o algo debemos comprender eso a lo que queremos tenerle compasión. Es decir, hacer un análisis profundo y detallado de lo observado. Para esta comprensión profunda, la atención plena o el mindfulness será lo que haga emerger la compasión.

La autocompasión sería ser cálidos con nosotros mismos, comprender el porqué hacemos y pensamos las cosas. Es tratarnos como trataríamos a alguien a quién queremos mucho. Lo opuesto a esto es cuando nos criticamos, reprochamos o infravaloramos por fallar o no actuar adecuadamente (Neff, 2012)

¿Qué no es autocompasión?

Aunque al leerlo te recuerde a la autoestima, la aucompasión y esta difieren en gran parte. Tampoco es autocriticismo (la autocrítica continua a la actuación de uno mismo), ni autocomplaciencia, tener lástima por uno mismo.

Neff en su descubrimiento del término de autocompasión estuvo trabajando mucho sobre la autoestima y ahí se dió cuenta de las diferencias y del daño que podría estar causando esta última. Esta se centra en querer desarrollar una gran estima hacia uno mismo lo que hace que puedas caer en el narcisismo, la comparación constante con los otros, el estar a la defensiva, el continuo juicio exterior e interno…

En ese momento, Neff vio que la autocompasión podría ser la alternativa ideal a la incansable necesidad de desarrollar un autoestima alta. ¿Por qué? Por qué la autocompasión da la misma protección del odio hacia uno mismo que la autoestima, pero esta lo hace sin caer en la necesidad de creerse perfecto ni mejor que los demás (Neff y Germer, 2022)

Beneficios de la autocompasión

El desarrollo de la autocompasión beneficia nuestra salud mental y bienestar psicológico en general.

Araya y Moncada (2016) nos cuentan las ganancias de desarrollar esta amabilidad.

En primer lugar se asocia a una disminución de la ansiedad y depresión. Activa parte del sistema neurológico que da calma y suaviza la situación dando seguridad y bienestar. Con lo que consigue disminuir el miedo y el asilamiento. A la vez que mitiga la rumiación mental, dando stop a la cascada de pensamientos negativos que inundan nuestra atención.

También, ayuda en el proceso de la identificación de sentimientos, y en el desarrollo de la inteligencia emocional. Gracias a ello se genera mayor autonomía y sensación de capacidad y competencia propia.

Te hablo de los beneficios porque quiero que veas el resultado positivo que puede tener el esfuerzo de cambiar de mentalidad a la hora de hablarnos. Continuamente tenemos exigencias fuera que nos acabamos autoimponiendo y que generan sensaciones incómodas de insuficiencia, incapacidad y desubicación. Pero nada más lejos de la realidad, sino que con tanta carga acabamos reprochándonos hasta el respirar. Nos cegamos mucho en el resultado y obviamos el trayecto. En vez de reforzarnos por casi llegar, nos criticamos por no acabarlo como queriamos.

¿Como solucionar esto?Autocompasión como jugador

*Situación: tras fallar un remate*

Lo primero es que quiero que te preguntes, ¿cómo te gustaría que te tratasen otros tras haber fallado?

Supongo que querrás que entiendan tu error, que comprendan ese fallo como algo normal, que puedan darle una justificación si es necesaria y que sigan confiando en ti, a pesar de que ese balón se quedara en la red.

Si te gustaría que comprendieran tu error, confiaran en ti y te transmitieran honestamente esa confianza, hazlo tú también contigo mismo.

Acepta ese error, comprendelo, tratate con amabilidad, como si ese error lo hubiese hecho a quién quieres mucho y sigue confiando en ti, aunque sea el cuarto y sexto error. ¿Acaso dejarías de confiar en tu madre/padre/hermano porque tuviese unos malos puntos?

La exigencia debe permanecer, lo que debe marcharse es el juicio, la critica, la incomprensión tuya por tus fallos. Comprendelos, hablate bien, sigue confiando en ti y sigue pidiéndote aquello que le pedirías a quién más quieras de tu equipo.

No te hagas de menos, tampoco de más. Sé honesto, compasivo y sigue.

Autocompasión como entrenador

*Situación: en un final de set empatado*

Aunque seas entrenador, quiero que sigas la misma línea anterior. Eso sí, aquí esa autocompasión tendrá mucho más valor. Poder comprenderte como entrenador te ayudará a comprenderlos como jugadores.

Que se haya llegado a este punto tan delicado del partido no tiene porque ser culpa tuya. Pero, puede ser que hayas tomado decisiones incorrectas a lo largo del partido y hayan propiciado ese final tan tenso. Sea como sea, ya nos encontramos en esa situación. No estas calmado, ni tampoco confías mucho en la situación.

Pero sí quieres ganar y quieres que tus jugadores lo crean y estén seguros cuando tengan el balon en las manos.

Lo primero es que quiero que entiendas que cuanto más amable seas contigo, más calmado estarás y podrás descubrir que opción correcta tomar. Ellos te verán tranquilo y sentirán que es cierto eso que les dices.

Para llegar a ese punto, tú tienes que autogestionarte a ti.

Como antes hemos dicho, debemos ser bondadosos con nosotros, para eso tenemos que comprender que ha pasado. Estoy segura de que tienes razones y muy coherentes para actuar de la forma que lo has hecho hasta este momento. Lo sé y tú también.

Ahora, tratate como tratarías a alguien a quién quieres mucho. ¿Qué le dirías, cómo harías para que levante esa situación? ¿Le criticarías? ¿o serias amable con el?

Haz eso mismo contigo. Hablate bien, (que no tiene que ser bonito) relaja el cuerpo y mira a los ojos a tus jugadores. Sé breve y muy claro con que quieres decirle y asegurate de creer en ello antes de contarselo.

Pero sobre todo, hablate como si tuvieras que ayudar a tus abuelos o tus hermanos a salir de esa situación.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😏

Mar Durán 🚀 La Catalizadora Deportiva


Referencias

Araya, C., & Moncada, L. (2016). Auto-compasión: origen, concepto y evidencias preliminares. Revista Argentina de Clínica Psicológica, XXV(1), 67-78.

Neff, K. (2012). The Science of self-compassion. In C. G. R. Siegel (Ed.), Compassion and Wisdom in Psychotherapy. New York: Guilford Press.

Neff, K., & Germer, C. K. (2022). Enseñando el Programa Mindfulness y Autocompasión. Editorial: Desclée De Brouwer, Bilbao.

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