¿Qué te hace jugar al voleibol?

La historia de Zeus Paris – Jugador del Primera Nacional UGR

«Mi abuela» fue la respuesta que hizo que quisiera hacer este post.

Conozco a Zeus desde hace unos dos años. Tuve la suerte de conocerle en un torneo de voley playa en mi pueblo. Lo vi jugar y lo siento, pero F L I P É. En ese entonces era juvenil.

Juvenil de primer año y acababa de ser el mejor juvenil de toda Granada.

A la temporada siguiente, compartimos club y pabellón. Eso quiere decir, que pasaba mucho tiempo con él. Cuando yo terminaba de entrenar a mis jugadoras, el ya estaba por allí preparado para su entrenamiento.

En algunos de estos ratitos yo me acercaba y hablaba con él. ¿Sobre qué? Sobre la vida, sin más.

Pero en una de estas, no recuerdo bien el porqué, quizás le pregunté que desde cuando jugaba, o vete tú a saber, porque siempre pregunto muchas cosas y a mucha gente.

La cosa es que, sin yo pretenderlo, el me contó su historia. Una historia, que honestamente me emocionó. Y la piel se me puso de gallina.

Me la sigue poniendo al recordarla, lo confieso.

En esa historia él me contaba cuál fue el motivo que le hizo empezar a jugar y mantenerse jugando.

Es curioso, porque veo que la mayoría de jugadores, siempre se frustran mientras están en el juego y muchas veces, su atención deja de estar en el balón y se va a otra parte.

En Zeus nunca vi eso, siempre lo vi muy enfocado, siempre lo vi jugando muy bien, sin apenas errores. Jamás lo vi cabrearse consigo mismo en exceso ni con malas caras.

Y cuando hablé con él y me conto su porqué lo comprendí.

La historia de Zeus Paris

«Cuando era pequeño estaba apuntado a multideporte» me empezó a relatar. «Mi abuela era la que me llevaba a esas clases. La mayoría de veces se quedaba allí viéndome mientras jugaba» continúo diciéndome Zeus.

Su abuela se quedaba viéndole porque le encantaba el deporte y allí podía disfrutar un ratito de su nieto viéndolo jugar.

Su relación con su abuela era maravillosa, «es la mujer que más amo» me confesó.

Hablaban de muchas cosas en esos ratitos que pasaban juntos.

En un día de esos, su abuela le contó sobre su deporte favorito.

«El voleibol es un deporte que me encanta, pero nunca pude realizarlo» le contaba su abuela de camino a casa.

Cuando creció un poco más, Zeus comenzó a jugar a balonmano.

Pero lo dejó al enterarse de lo que había pasado.

Como te he contado, Zeus y su abuela tenían una relación maravillosa de cariño donde compartían el amor por el deporte.

Hace unos 7 años, ella murió…

Y como estaréis pensando, ese evento destrozó a Zeus. Él, en ese entonces, era pequeño y saber que ya no vería a su abuela más, le dolió mucho.

«Cuando falleció, me dolió como al que más. Y me costó mucho pasar ese dolor. Pero cuando lo pasé, tomé una decisión» me decía mientras notaba como empezaba a emocionarse.

«En cuanto pasé el dolor, me apunté a voleibol» me explicaba mientras hacía una pausa y me miraba con una sonrisa triste.

A esto me añadió: «me apunté por ella, era el deporte que siempre le gustó, y aunque yo estuviese en balonmano, quise probar en el voleibol, por ella. Sabía que le iba a gustar que me apuntara, y por eso lo hice».

En ese momento, se puso a buscar equipos de voleibol en su pueblo. Había uno, así que no lo dudó y empezó.

Desde ese entonces «he seguido creciendo y dedicándole todo lo que gano a ella y ella me da fuerzas para levantarme todo los días y decir vamos a entrenar para ser el mejor» me admitió, Zeus.

En ese punto, yo ya estaba con la piel de gallina. Me contó esto en un pabellón con ruido. Pero la historia me conmovió tanto, que solo le escuchaba a él.

Su historia me hizo comprender mucho de lo que veía de él, en el juego.

Encontrarle un sentido al voleibol

Cuando leí el libro de Viktor Frankl «El hombre en busca del sentido», descubrí lo importante que era otorgarle un porqué a eso que hacíamos.

Sino has leído ese libro, te lo resumo rápidamente. Viktor era un psiquiatra judío que sobrevivió a las concentraciones nazis de la Segunda Guerra Mundial. En su libro confiesa como a él y al resto que sobrevivieron les mantuvieron vivos algo que iba más allá de ellos. Todos tenían una razón, un motivo por el que salir de allí con vida.

Muchos de ellos, tenían que volver a casa a cuidar de esos hijos, algunos otros, prometieron a los que ya no estaban, que saldrían vivos.

Supongo que te habrá pasado, que cuando hay algo interno que te mueve a empezar cualquier cosa, no un simple «por que me gusta», esa relación con la tarea cobra un sentido y un bienestar que va más allá.

Nietzsche decía «quien tiene un porque puede soportar cualquier cómo». Y eso vi siempre en Zeus.

Su voluntad de sentido, como la llama su autor Viktor, es la primera fuerza motivadora del hombre, la lucha por encontrar un sentido a su vida.

Y en este caso, el voleibol. Si esa voluntad de sentido está cubierta, lo demás es «coser y cantar».

Siempre sentí que si uno tiene algo que va más allá de él ese recorrido se hace mucho más liviano. Es como si ese recorrido no se pasase solo, como si cuando algo va mal, hay una fuerza superior que siempre te hace seguir.

Zeus me confesó «por eso a lo mejor una derrota me sienta peor que a cualquiera, por que no me decepciono a mi mismo, sino que siento que a ella también». Concluyó diciéndome: «en resumen que lo hago todo y lo doy todo por ella, por que la amo mucho»🥹

«¿Qué es en realidad el hombre? El ser que siempre decide lo que es» Se preguntaba y respondía Frankl en su libro.

Y para mí, esa es la verdadera motivación intrínseca. El descubrir que te nace de verdad, de dentro. Ser consciente de que te llena y el porqué te llena hacer eso. Decidir lo que quieres ser.

Si tú eres el que toma esa decisión, lo que ocurra hasta llegar al final, será lo de menos, por que tendrás un porqué que te ayudará a seguir.


Por eso Zeus es tan bueno

Supongo que ahora entenderás el porqué tenía que contar esta historia. Este mes, quería dedicar las publicaciones a la motivación, ¿y qué mayor motivación que esta?

Zeus me decía, el porqué según a él la derrota le pesa más que a otro. Pero yo quiero confesarte lo que se ve desde fuera.

Quizás la derrota le pese internamente. Pero jamás le verás frustrado en el juego. Es un jugador que cuando falla lo que quiere es otra bola, no tiene saciedad.

Siempre quiere más, y si va mal, sigue.

Cuando descubrí su historia, le entendí.

En esos momentos cuando uno tiende a bloquearse por fallar, necesita que alguien pueda sacarle de ahí, o al menos que lo haga un motivo externo a él.

Y él lo tiene, siempre lo tiene. Su abuela es su motivo. Por su abuela sigue jugando y al fallar pide otra bola. Su abuela le hace estar concentrado en el partido y no salir de ahí.

Él va cada día a entrenar por ella, para mejorar y seguir creciendo. El seguir a pesar de los baches, es lo que le hace poder progresar y aumentar su calidad y rendimiento deportivo cada día.

Si tienes la suerte de ir a verle en algún partido suyo, verás como siempre la tiene presente. Se santigua y mira al cielo.

Su abuela es su porqué, es lo que e da sentido a su recorrido y al querer mejorar cada día.

¿Cuál es el tuyo?🤔


En resumen

Quería con este post dos cosas:

  • Una que la gente pudiese conocer la historia tan bonita de Zeus y su abuela.
  • Y dos, que pudieses ver desde una historia real lo importante que es darle sentido a lo que hacemos.

Si lo que haces te pesa demasiado y te cuesta avanzar, búscale un porqué, dale sentido a eso que haces, y verás, como por arte de magia, el continuar se vuelve algo que te sale de dentro.

Gracias Zeus por dejarme contar tu historia, gracias por contármela.

Gracias por tenerme tanto cariño y gracias por cumplir el sueño de tu abuela. Como ya te dije, tiene que estar muy orgullosa de la persona tan bonita que eres y del jugador tan extraordinario que vas a llegar a ser.

Y tú, por favor, que me estás leyendo, sino tienes un para qué, búscalo.

Te ayudo a encontrarlo, sino sabes cómo. Envíame un mensaje y empezamos.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🚀La Catalizadora Deportiva


Referencias

Frankl, V. E. (1985). El Hombre en Busca de Sentido (6a. ed.). Barcelona. Herder

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