Cómo NO ganar una fase de ascenso (y qué hacer si de verdad quieres ganarla)

Dos formas de perder antes de jugar: creértelo demasiado o no creértelo en absoluto.

Esta semana es especial.
Nos jugamos la fase de ascenso a Superliga 2.

Y no estamos solas.


Otros cinco equipos están con el corazón a mil, entrenadores sin dormir y jugadoras repasando mentalmente lo que puede pasar.

Esta semana no es una más.

Es una semana de esas que marcan.

Que se recuerdan con los años.

Que te pueden hacer tocar el cielo… o sentir que todo el trabajo de la temporada se ha ido por el desagüe.

La fase de ascenso es una mezcla explosiva:
Es torneo. Es campeonato. Es sprint final. Es todo en juego.


Pero a diferencia de un campeonato “normal”, aquí no se trata solo de ganar.
Se trata de ascender.
Y eso lo cambia todo.

Partidos muy seguidos. Poca recuperación. Rivalidad máxima.

El trabajo de meses y meses concentrado en un fin de semana.

Da vértigo solo pensarlo.

Y lo que más me llama la atención —y lo que me ha llevado a escribir esto— es que he visto repetirse una escena demasiadas veces:


Equipos que han ganado absolutamente todo durante la temporada, que dominan con claridad su grupo, que quedan primeros con solvencia, llegan a la fase… y no ascienden.

No una vez. Varias.
Y no porque el nivel no estuviera. Ni porque tuvieran mala suerte.
Sino por algo más profundo. Más mental. Más humano.

Mi hipótesis es clara:
Cuando tú pasas toda la temporada ganando con facilidad (o incluso con cierta solvencia aunque haya habido esfuerzo), no has tenido verdaderas oportunidades para cuestionarte.
No has tenido que encontrar recursos nuevos, ni te has visto obligado a cambiar formas de jugar o de afrontar situaciones complicadas.
No has tenido que rebuscar en ti.
No has tenido que sufrir de verdad para sacar un partido adelante.
Y eso, en el fondo, debilita.

Porque competir no es solo jugar bien. Es superarte.
Y si durante meses has ganado sin tener que sacudirte por dentro, puede que llegues a la fase sin estar preparado para el caos.
Para el set que se escapa.
Para el rival que no esperabas.
Para esa sensación de que el guion se rompe… y tú no sabes improvisar.

Y eso se agrava cuando dentro del equipo hay perfiles que se lo creen demasiado… o que no se lo creen en absoluto.
Si has ganado todo, pero tienes jugadoras que dudan de sí mismas o, al contrario, que creen que ya está todo hecho… entonces tienes un problema. Porque ahí aparece el pensamiento inflado, el pensamiento rígido. Y eso, en la fase de ascenso, se paga caro.

Por eso hoy quiero hablarte de las dos formas más comunes de perder una fase de ascenso antes de jugarla.
Y también de qué podemos hacer si de verdad queremos ganarla.


1. El equipo que lo ha ganado todo

Este es el que llega con los deberes hechos. Temporada perfecta, números impecables, sensación de que esto es lo que toca.
Y sí, claro que eso es mérito. Claro que hay trabajo detrás.
Pero ese tipo de temporada tiene una trampa:
No has tenido que construir recursos nuevos.
No te has visto tan en apuros como para buscar otra manera de hacer las cosas.
No has tenido que tocar fondo para salir.
Y por tanto… no has entrenado la resiliencia competitiva.

Llegas con tu versión A. Esa que ha funcionado todo el año.
Pero si en la fase aparece una situación que no encaja con ese guion —y suele pasar—, no tienes versión B, ni C, ni D.
Y ahí, todo se tambalea.

Además, hay algo muy peligroso en ese equipo que lo ha ganado todo: la expectativa inflada.
Ese “esto ya está hecho” que nadie dice en voz alta… pero que se respira en el ambiente.
Ese “somos los mejores”, que puede darte confianza si lo gestionas bien… pero que puede descomponerte si un rival te rompe el primer set.

Por eso, si llegas como favorito, el trabajo más importante no está en la pista.
Está en la mente.
Y pasa por recordar esto:
Tus pensamientos no son la realidad.
Tu mente no sabe el futuro.
Solo propone cosas. Algunas útiles. Otras… no tanto.

No es malo pensar que podéis ascender.
Lo que es peligroso es darlo por hecho.


2. El equipo que no sale en el cartel

Este es el otro perfil.
El que llega sin haber dominado su grupo.
El que ha tenido altibajos. Que ha perdido partidos. Que ha dudado.
Pero que está aquí.
Con hambre.
Con ganas de sorprender.
Y con algo que a veces se convierte en su mayor ventaja:
la capacidad de crecer en el momento clave.

Aquí el peligro no es el exceso de confianza, sino la falta de creencia.
Ese “nosotras no” que se cuela sin que te des cuenta.
Esa sensación de que ya es un premio estar aquí, como si competir por el ascenso no fuera también una posibilidad real.

Y ahí es donde entra la magia de las expectativas bien construidas.
Como explica José Sánchez, la razón, la emoción y la sociabilidad activan las mismas redes cerebrales.
Lo que piensas, lo que sientes y cómo te relacionas con tu equipo… está todo conectado.

Así que, ¿qué pasaría si pensases: “¿Y si lo conseguimos?
No desde la presión, sino desde la oportunidad.
Desde el deseo real de jugar como nunca y ver hasta dónde llegáis.

Esa mentalidad no asegura nada, pero lo cambia todo.
Porque te pone en el presente.
Te conecta con el ahora.
Y eso es exactamente lo que necesitas en una fase de ascenso.


Expectativas: ni infladas ni hundidas. Flexibles

Ni somos los mejores sin discusión, ni somos los peores sin remedio.
Somos un equipo que tiene una oportunidad.
Y si entendemos que nuestras expectativas no predicen el futuro, sino que condicionan nuestra forma de estar, entonces podemos entrenarlas.

Como dice David del Rosario:
“El pensamiento no es una verdad. Es solo una propuesta neuronal.
Y si lo ves así, puedes empezar a relacionarte mejor con lo que piensas.
No se trata de pensar bonito.
Se trata de pensar útil.
De sostenerte mentalmente en lo que venga.

Porque la fase la gana quien sabe jugar…
pero también quien sabe sostenerse cuando todo tiembla.


El PsicoTruco para jugar con una mentalidad ganadora

Expectativa flexible, mente invencible

Antes de cada partido, pregúntate:

  • ¿Qué pensamiento me está dirigiendo ahora?

Si es “esto está hecho” o “esto es imposible”, cambia la frase a:
“No sé lo que va a pasar… pero estoy listo para jugar como nunca.”

Ese es el pensamiento que te mantiene abierto, conectado y presente.
Ahí es donde empieza todo.

Como dice David del Rosario, el pensamiento no es una verdad.
Es solo una propuesta neuronal.
Pero cuando no sabes esto, cuando te crees literalmente todo lo que piensas —ya sea “esto es nuestro” o “esto no lo sacamos ni de broma”—, dejas de jugar. Te paralizas. Te vas del presente.


Para tener El PsicoTruco en PDF y aprender diariamente sobre psicología y vóley:

Volver

Se ha enviado tu mensaje

Advertencia
Advertencia
Advertencia
¡Aviso!


Referencias

Del Rosario, D. [TENGO UN PLAN] (2025, 6 de enero).Experto del Cerebro: Cómo Controlar tu Mente y Reprogramarla para una Vida de Éxito [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=OB5HeK6_M84&t=3s

Sánchez, J. [ORDENACIÓN Y DESARROLLO CURRICULAR]. (2024, febrero 22). Emoción y razón en un cerebro social [Video]. Youtube https://www.youtube.com/watch?v=kywpjnygspo&t=275s


Tu post de cada lunes,

hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Deja un comentario