Dejo el voleibol

¿Qué nos hace dejar de jugar al voleibol?

Dejar el voleibol cuando vamos creciendo es bastante normal. Al menos, en el entorno en el que yo me muevo.

Recuerdo, que cuando era pequeña, había muchas jugadoras de mi edad jugando conmigo. Conforme crecí, tan solo yo quede de las grandes.

Quiero indagar sobre lo motivos que creo que hacen que un jugador permanezca en un deporte y cuales, los que les hace irse de él. También te contaré parte de mi vida deportiva, el porqué yo lo dejé y qué me hizo volver.

¿Qué nos motiva a hacer ejercicio?

Isabel Castillo y Octavio Álvarez en su libro Psicología social de la actividad física, el deporte y el ejercicio, realizan una síntesis de varios estudios en los que nos muestran cuales son los motivos por los que una persona decide comenzar a realizar un deporte.

En general, existe un consenso. El principal motivo que hace que se comience a hacer deporte suele ser la forma física y la salud, teniendo mucha importancia para hombre y mujeres, pero un poco superior en estás últimas. Lo que hace que se continúe y se mantenga la adherencia a esa actividad es la diversión que aparece durante y tras la realización del ejercicio (Castillo y Álvarez, 2023).

Concretamente, estos psicólogos descubrieron que había tres grandes aspectos que nos hacían comenzar a movernos. Según el Consejo Superior de Deportes, Isabel y Octavio nos muestran los tres motivos principales:

  • Motivos de afiliación. Ejemplos: porque me gusta esta actividad, porque mis padres me apuntaron, para hacer nuevos amigos, porque lo hacen mis amigos
  • Motivos de salud. Ejemplos: por que me lo ha aconsejado el médico, para estar en forma
  • Motivos de aprobación social y demostración de la capacidad. Ejemplos: porque quiero ser deportista profesional, para mantener la línea

Antes de continuar, piensa ¿cuál fue el motivo que a ti te hizo empezar en el voleibol?🤔

¿Qué nos hace dejar de practicar nuestro deporte?

La información de la que te hablo a continuación está sacada a raíz de una encuesta de los hábitos deportivos de los españoles realizado por la MECD en 2015. Los aspectos que nos muestran Álvarez y Castillo son las respuestas que dieron a la pregunta: ¿qué nos hace dejar la actividad física?:

  • Falta de tiempo
  • Falta de interés
  • Motivos de salud
  • Por edad
  • Motivos económicos
  • Falta de instalaciones adecuadas cercanas
  • No tener con quién practicarlo

Tú que estás leyendo (por cierto, gracias por hacerlo❤️) ¿dirías que falta algún aspecto en esa lista? ¿Si tuvieras que decir porqué algunos de tus compañeros no están jugando actualmente entrarían en esas casillas?

No digo que esta encuesta está mal realizada, ni muchísimo menos, pero, sí creo que uno responde eso que los demás quieren oír. ¿Qué quiero decir con esto? Te lo cuento abajo.

¿Realmente, que nos hace abandonar el deporte?

Quiero empezar hablando de mí. Yo tomé la decisión de dejar el voleibol al finalizar mi último año de cadete, con 16 años, fue mi último año de la ESO.

Recuerdo vagamente que la idea que repetía a los demás era que tenía que dedicarle más tiempo a los estudios. Lo dejaba porque entraba a Bachiller y ya tenía que estudiar más.

Esto es lo que decía. Y lo que hubiese puesto si alguien me hubiese hecho una encuesta. Pero no era la verdad.

El motivo real, no era ese, sino un conjunto de ideas que se fueron instaurando en mi.

  • Me fui del voleibol porque me sentía la persona más inútil e incapaz del mundo.
  • Me fui porque me superaba
  • Me fui porque no podía seguir repitiéndome lo mala que era y dándome cuenta de que era así cada vez que tocaba el balón.
  • Me fui porque cada vez que salía del pabellón me sentía extremadamente mal conmigo misma.
  • Me fui porque sentía que mis compañeras no avanzan por mi culpa.
  • Me fui porque me sentía un estorbo.
  • Me fui porque yo no sabía jugar y daba vergüenza.
  • Me fui porque no quise que me vieran haciéndolo mal.

Pero claro, eso no puedo ponerlo en una encuesta. No sería capaz.

Por eso, quiero abrir este tema aquí.

Hace poco, hable con una persona, que recientemente abandonó su deporte. Le pregunté el motivo, aunque ya lo sospechaba. Sospecha el real y el que me dijo.

  • «Mar, lo he dejado por los estudios. Ya he empezado en la carrera y claro, le tengo que dedicar más tiempo. Pero me he apuntado al gimnasio y estoy muy contento»

Os habéis dado cuenta vosotros también, ¿verdad?

El problema no es el tiempo que «puede quitar» el voleibol, porque se lo está echando al gimnasio. El problema es su relación con el voleibol y el mismo.

Yo al escucharle, sabía que el motivo no era ese. El me lo confesó sin quererlo durante nuestra conversación. El motivo por el que él abandonó fue su entrenador. E incluso me aventuraría a decir, la sensación de incompetencia e insuficiencia frente al equipo.

Ese, creo que fue el motivo real, pero no pude indagar tanto. No digo con esto, que el entrenador no tuviese motivos, sino al contrario. Creo que el entrenador fue el mismo que le hizo tener esta idea de sí mismo.

Más arriba hablábamos de que una de las ideas que hacía que una persona se mantuviese en el deporte es la diversión, el disfrute, el pasarlo bien.

Yo añadiría a esto, que una de las cosas que hace que nos mantengamos en un deporte, es la sensación de competencia, sentir que somos capaces de hacer eso que se nos pide.

Siento que cuando alguien se siente desbordado, sea real o no. Esa sensación es tan desagradable con uno mismo, que hace que ese evento no se quiera repetir.

Y más aversivo se vuelve aun, si tienes alguien ajeno, que te confirma esa incapacidad e incompetencia. Está claro que ahí no quieres continuar. Y más, cuando tu vida social y académica te piden más atención.

Pero creo, que el motivo de los estudios es solo una razón que está bien vista y con la que nadie debate. Por eso mismo es la que se comunica, pero no es la real.

Si se quiere permanecer en el deporte, lo académico no es ningún problema. Sino es un potenciador de la organización y aprovechamiento del tiempo. Numerosos jugadores profesionales de voleibol han sacado sus carreras académicas a la vez que lo hacían jugando en la máxima división de nuestro país (así me lo confesaron Paola Martínez, Patricia Llabrés o Javier Izquierdo entre otros).

Además, un caso más cercano, es un jugador que siendo juvenil, jugando con su equipo juvenil, junior y senior consiguió sacar su bachiller con notas muy buenas y entrar a la carrera de medicina.

¿De verdad, lo académico es el motivo real por el abandono del voleibol?

Permitirme la insistencia, pero creo que no.

¿Qué me hizo volver?

Honestamente, me hizo volver a jugar, la necesidad de comprender al jugador. Me pasó lo mismo cuando me metí en la aventura de ser entrenadora. Siento que para ser buena psicóloga debo tener información 360 para poder ayudar con mayor calidad.

Volví porque quería ayudar a mis jugadoras, quería conocer el voleibol y la mente desde esa misma postura.

Volví y me rompí la rodilla.

Un año y tres meses después. He vuelto de nuevo. El motivo de ahora, sigue siendo el mismo, pero le he sumado algo más. Quiero sentirme útil y capaz. Quiero poner en práctica eso que he aprendido como entrenadora.

Y me mantiene el sentirme capaz y el disfrute que siento mientras juego.

Adecuo los retos a mis habilidades actuales y muy soy paciente conmigo porque entiendo que no me saldrán a la primera las tareas que se presenten.

Justo lo contrario que creo que hace que un jugador abandone. El no disfrutar y el sentirse incompetente frente al reto que tiene delante.


-> Si estas en ese punto de incomodidad, quiero que sepas que tu valía como persona es independiente a tu valía como jugador. Eres más que un jugador y lo que hagas en la pista no determina lo que hagas fuera de ella. Quizás el reto no concuerda con tus habilidades actuales y eso no te hace ser menos. Simplemente que en este momento ese no es tu lugar, no que tú no valgas para eso.

Sé honesto contigo, haz un análisis de que lo que eres, has hecho y tienes que realizar. Mira a ver si todo está en equilibrio. Si es así ten paciencia, saldrá. Sino, busca un lugar, en el que el reto te suponga esforzarte, no castigarte.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🚀 La Catalizadora Deportiva


Referencias

Castillo, I. & Álvarez, O. (2023). PSICOLOGIA SOCIAL de la actividad física, el deporte y el ejercicio. McGraw Hill.

¿A qué se debe el éxito del Guaguas?

Análisis psicológico del CV GUAGUAS

Hace tiempo, quería analizar a este equipo.

Desde que lo conocí me gustó mucho su voley y todo lo que hay alrededor de este.

Actualmente son los campeones de La Copa del Rey, y son uno de los mejores ocho equipos de Europa. Desde aquí mi enhorabuena💘

Pude presenciar en directo La Copa del Rey y os prometo, que fue una locura vivirlo tan cerca de ellos.

Esta publicación tiene algo especial, porque no la hago sola. Para ello he tenido la ayuda de uno de los miembros de este equipo.

Sebastián Aguilar, asistente técnico del CV Guaguas accedió a darme su visión de cómo es el equipo desde dentro.

No quería que este articulo fuese una simple sensación mía, sino que quería que mis reflexiones tuviesen una base real que partiera desde el interior del funcionamiento de este equipo.

Sebas, gracias por aceptar, ser tan honesto conmigo y dedicarme un ratito de tu día.

Dicho esto, vamos al análisis en sí 😉

Competencia Sana – Ser equipo

Una de las cosas que más me gustó al estar cerca del Guaguas, fue su banquillo (os dejo un vídeo para que sepáis de que hablo).

La primera pregunta que le hice a Sebas fue: háblame del equipo.

«Competencia sana», fue lo que me respondió. Aunque no se juegue siempre se apoya al equipo y se trabaja como si se jugara aunque con antelación se sepa que no se jugará.

«Somos una familia, no hay egos» me seguía contando. El objetivo del equipo está claro, ganar y los jugadores saben que todos quieren eso. No reprochan ni le pelean al entrenador. Saben que el que está en pista, lo hará mejor en ese momento que cualquier otro.

Los que se encuentran en el banquillo quieren que a los de dentro les vaya bien.

El principio que mueve al equipo es el hambre de ganar, no el hambre de ser el mejor. Y eso hace, que cada uno pueda dar lo mejor de sí cada vez que sale. No por nada, sino porque el objetivo va mucho más allá de como juegue yo, sino de como lo haga el equipo. El individualismo se queda atrás y se trabaja por y para el equipo.

Cuando le pregunté a Sebas por el motivo del éxito del equipo me dijo:

  • Sebas: ¿A nivel deportivo?
  • Mar: A nivel de deportivo y de grupo, ¿qué dirías que hace que vaya tan bien el equipo?
  • Sebas: Para mí, lo deportivo y el grupo van de la mano. Sin el grupo, lo deportivo no vendría. Lo personal llevó a lo deportivo.

«Lo deportivo y el grupo van de la mano», permitirme que lo repita.

¿Cuántas veces hacemos referencia a esto como entrenadores?¿Y cuánto cuesta que se dé así?

Cuando lo escuché hablar, me encantó como él mismo, veía y sentía al equipo. Desde fuera yo lo notaba, no eran un equipo individualista. Era una familia. Y Sebas, me lo confirmó.

El día de la final, estaba justamente detrás de ellos. Y veía como el banquillo se volvía loco cada vez que dentro se hacía punto. Lo sentían como si fuesen ellos mismos los que acababan de hacer punto. En cada tiempo muerto, el banquillo iba con una sonrisa acercándose a los demás. Le chocaban la mano, daban alguna visión que desde fuera se veía de forma diferente, les animaban, y daban buenas vibras.

Y pensarás, que esto debería ser lo normal. Pero no lo ví de esta forma en otro equipo. O quizás no me percate de que fuese tan así.

Es curioso, porque otras plantillas, tienen jugadores que por escasa experiencia tienen más ganado el puesto de banquillo y su entrada al campo es pequeña. En este caso, el equipo contiene mucha calidad dentro y fuera del sexteto titular. Y esto mismo, es lo que me hace sorprenderme y alegrarme de que el ego no pese más que el equipo.

Eso sí, creo que eso no viene por casualidad, sino que el mismo entrenador es el encargado de generar esto. Abajo profundizo sobre el rol del entrenador.

Comunicación

«El inicio fue dudoso Mar» me contaba Sebas. Se fue desarrollando el equipo de menos a más, continuó contándome.

Me pareció curioso esto y traté de indagar. Mi curiosidad era saber cómo un grupo numeroso acababa generando confianza en cada uno de los integrantes.

  • Sebas: «Se comunican mucho, se habla sobre lo que se cree que el otro hizo mal»
  • Mar: ¿Y cómo se llega a ese punto?
  • Sebas: Con los viajes, la Champions nos unió mucho.

Cuanta razón tiene. ¿Realmente, qué une a un equipo?

El estar juntos, el compartir cosas. Ese tener que estar con el otro si o si, hace que la comunicación tenga que ser continua y asertiva. Hace que para poder mantener una convivencia, hable sobre lo que no me gusta del otro cuando este lo hace.

Los entrenamientos hacen que se comparta mucho del día a día.

Pero cuando uno viaja, pasa muchas horas en el bus, sale del partido, vuelve al hotel, come con el equipo, duerme con el equipo. Se desarrolla esa comunicación que genera confianza. Como se dice, el roce hace al cariño, y cuanto más roce haya en un equipo, más cariño habrá.

Sebas me contaba, que al principio esta confianza no esta en el estado actual. No se conocían tanto y hablar de lo que a uno le molesta no es fácil cuando no se conoce al otro. Sin embargo, todos estos viajes tan lejanos y de tantas horas han hecho que esa confianza florezca y la comunicación sea mucho más honesta, continua y real.

El liderazgo de Sergio Miguel Camarero

Unas líneas arriba hablábamos del hambre de ganar, de que el equipo va primero.

Mi intriga era saber si esto, venía de los jugadores, o alguien lo generó.

«Lo empezó Sergio», me afirmó Sebas.

Él desde el inicio habló de que lo importante era el equipo y ganar. Tenían que estar unidos y no se les podía ir la cabeza.

Sebas destaca la honestidad de Sergio. Cuenta que cada jugador tiene y conoce su rol. Cada uno tiene su función y el entrenador lo comunica de forma clara a ellos. También lo hace con la parte del staff, que es imprescindible para que el equipo pueda desarrollarse adecuadamente.

«Si el fisio no ayuda a la descarga, sino se pone la red, si no se crean las estadísticas… Todos somos importantes», me decía Sebas. Y esto, lo ha creado Sergio.

Pienso que, cuando un jugador ve como su entrenador es honesto, le mira de frente y le dice lo que hay, este se lo cree. Y eso siento de estos jugadores. Siento que van a donde Sergio diga y que si son suplentes, lo aceptan porque saben que Sergio quiere lo mismo que ellos, ganar.

Y cuando ese jugador que comienza en el banquillo tienen la oportunidad de jugar, lo hará dejándose el alma.

Y aquí tiene mérito el jugador con sus acciones.

Pero tener motivado al que juega y al que no. Hacer que el quipo vaya a una, sea lo que sea. Eso. Eso mismo, es mérito del entrenador.

El liderazgo dentro del entrenador es la habilidad más básica que debe tener. Y Sergio, es un gran líder.


Desde aquí, mi enhorabuena y admiración a la gestión de equipo del primer entrenador del Guaguas. Enhorabuena de nuevo al equipo y en especial a Sebas, por ayudarme a darle consistencia a este post.

Ahora, os dejo el punto final que les dio La Copa del Rey. Como veréis, se trata de una familia que celebra un logro juntos, porque cada uno aportó con lo podía.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉

Mar Durán🚀 La Catalizadora Deportiva

¿Por qué el equipo A se cree superior al equipo B?

Dentro de un club, solemos tener varios equipos. A parte de por categorías suelen estar divididos por nivel.

Si dentro de una categoría infantil femenino hay muchas jugadoras, se seleccionarán y se crearan grupos de nivel y/o de edad. En esto, cada club tiene su método, pero normalmente la distinción es por nivel.

Me refiero con nivel a aptitudes físicas, características antropométricas, conocimiento y desarrollo técnico y táctico. No quiere decir que aquella persona que forme parte del equipo A vaya a tener un mayor progreso que quién esté en el equipo B.

Es posible que en este momento, esa persona pueda encajar mejor en un equipo A, que en el B, pero eso no quiere decir que esa persona tenga si o sí las habilidades para tener una carrera profesional, ni que dure realizando el deporte muchos años.

Te cuento esto, porque conozco historias cercanas que lo corroboran. Amistades, me cuentan que cuando eran pequeños su nivel era inferior al resto, debido a una maduración más tardía u otros acontecimientos. En esos inicios eran jugadores de los equipos B, pero con el tiempo, eso mismo ha sido lo que le ha permitido mantenerse en el juego más allá de los 20 años. Ambas amistades, han estado jugando en la tercera división de nuestro voleibol español, Primera Nacional. Recuerdo, habiendo estado en sus inicios en equipos B.

Por lo tanto, antes de nada, quiero que te quedes con esto. Formes parte del grupo que formes ahora, no dice nada de lo que será tu futuro como jugador.

La «superioridad» del equipo A

Quiero tocar este tema por que me parece realmente interesante y del que leí y escuché muy poco. Quiero relacionar esto con la falsa autoconfianza porque pienso que puede ser la causa que denota esa supuesta superioridad.

Eso sí, aclarar con esto, que no creo que todos los jugadores que formen parte de un nivel superior traten con inferioridad al resto. No creo, ni quiero creer que sea una tendencia general. Pero si conozco casos en los que se da y me encantará profundizar sobre ello.

Sobre la falsa autoconfianza ya hemos hablado aquí. Sin embargo, vamos a hondar un poco más sobre este tema concreto.

Definíamos la falsa autoconfianza como la apariencia de una autoconfianza muy débil. Es decir, cuando uno no tiene realmente seguridad en sí mismo pero quiere hacer creer a los otros que sí. Con su lenguaje sobre lo que hace o puede hacer y en el juego tratando de hacer esas cosas que, en realidad, no puede hacer.

Sería el polo opuesto de una real autoconfianza.

Teniendo esto más fresco, me surge la siguiente reflexión.

Si yo ya soy un jugador que forma parte del equipo A:

¿Qué necesidad tengo de presumir de eso mismo?¿Si tengo que presumir y hacer ver que estoy en el A será porque no me siento del A?¿Tengo que hacer al otro inferior para yo sentirme superior?

Estas distinciones de categorías suelen darse en plena adolescencia. Conocemos que en esa etapa de la vida es fundamental el reconocimiento del grupo y la integración dentro de este. Sentirse excluido del grupo superior puede tomarse como carencia en la valía personal. Pero, obviamente, eso no es así.

Y a la inversa, ocurre igual. Pertenecer a ese grupo «superior», no te hace valer más. No obstante, se sentirá así.

Y en los encuentros de ambos equipos puede haber conflictos. El A tiene más nivel que el B, eso es obvio y los del A quizás jueguen con esto de forma inmadura.

Lo he presenciado. He visto como jugadores dejaban de ser amigos por separarse de nivel, por no formar parte del mismo grupo.

¿Qué ocurre cuando pasa esto?

Como dije arriba, pero quiero recordarlo, lo que cuento aquí es una visión propia y reflexión del contenido que conozco y la explicación que yo daría ese problema.

Por un lado, el del A, quiere mantener su posición, quiere sentir que «está por arriba», tenga o no tenga la habilidad. Si la tiene, seguramente no presuma de ella, sino, tratará de hacerles a los otros ver que la tiene.

¿Por qué? Porque tendrá miedo de que se note que realmente esta ahí por estar y que no tiene el rendimiento y la habilidad que se pide. Por defensa propia, hará lo imposible para que pueda parecer que sí.

Y aquí es donde entra en juego, la falsa autoconfianza. Generada tras unas expectativas irrealista del jugador, donde predomina más lo que quisiera ser, que lo que es (Buceta, 2020).

Y por el otro lado, encontramos un jugador que se siente menos efectivo, porque objetivamente lo será. Y esto, nunca es un plato de buen gusto. Sentir que hay otros mejores y que tú por tus condiciones no puedes llegar ahí, molesta. Y más en una etapa rebelde en la que sientes que puedes y eres capaz de hacerlo todo.

En ocasiones esto hará que este último desarrolle el conocido «victimismo», donde ponga el enfoque en lo externo para quitarse responsabilidad interna y sentirse algo mejor. Si creo que estoy en el B porque el entrenador del A me tiene «manía», me sentiré mejor porque eso no depende de mi y no puedo hacer nada para cambiarlo. En cambio, si tomo la valentía y asumo que esa decisión si tiene que ver con mis capacidades y rendimiento, tendré que hacerme responsable y trabajar en ello. Y esto, es lo complicado.

En ambas situaciones, la falsa autoconfianza prevalece. Ninguno se enfoca en sus aptitudes de una forma realista, y achaca al otro su estado y nivel.

Lo digo mucho por aquí, pero creo que es una habilidad que el ser humano tiene que desarrollar.

HONESTO contigo mismo, es lo único que te va a permitir poder avanzar. Ser consciente de qué careces te ayudará a trabajar en ello e ir desarrollándolo con trabajo, paciencia y tiempo. Si vas de «chulo» y sientes que no tienes que mejorar nada, no te pondrás a trabajar en ello y te quedarás estancado culpando al resto porque no te dio la oportunidad que tu sentías que merecías.

¿Qué hacer si estoy en el A?

Disfrútalo. Hay alguien que cree que puedes tener un rendimiento y progreso mayor que el resto. Trabaja como el que más. Mira cada entrenamiento como una oportunidad que no cualquiera tiene en el que vas a mejorar mucho si pones de tu parte.

No presumas de nada. Que seas más habilidoso en ese deporte no te hace habilidoso en otras áreas, ni mucho menos, tu valía como persona aumenta. Tan solo eres una persona que su inteligencia procedimental y de movimiento en este momento, es superior al resto.

Usa eso que se te da mejor para ayudar al resto. Sirve de referencia, ayuda y acompaña a otros que no están a tu nivel a que puedan estarlo.

¿Qué hacer si estoy en el B?

Céntrate en ti, en ser mejor, no eches «balones fuera».

Hazte responsable de tus habilidades y proponte objetivos realistas que te hagan estar motivado. Habla de tu rendimiento actual y no del que te gustaría.

Estoy segura de que resaltas en muchas otras inteligencias, y en esta, con mucho trabajo, quizás también lo hagas.

Enfócate en ti, el problema no es que el entrenador tiene «favoritismo». La tarea es que tienes que hacer un extra para estar donde al habilidoso, en esta área, le sale innato.


Recuerda, tu valía personal no depende del grupo al que formes parte, depende de eso que eres capaz tú de hacer con los recursos y oportunidades que tienes frente a ti.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉

Mar Durán🚀La Catalizadora Deportiva


Referencias

Buceta, J.M. (2020) Psicología del Deporte de Alto Rendimiento. Barcelona, España: Editorial Dykinson, S. L.

¿Qué decir durante un tiempo muerto?

La actuación del entrenador durante el partido

Durante el desarrollo del partido, la comunicación del entrenador puede ser mientras se da el propio juego, lo que sería una participación activa, o en los periodos de pausa, como el cambio de set o los tiempo muertos.

En este post, concretamente vamos a tratar esos momentos de pausa, cuando el juego se detiene. En un tiempo muerto, en un cambio de jugador del otro equipo o el propio.

El momento resultante entre el set que finaliza y el otro que comienza, da para otro post. Así que en las próximas semanas, lo tendrás😏. Coméntame «SET» para que sepa que lo quieres.

Sobre la actuación del entrenador durante un partido, ya tienes una publicación en la web.

La información que te daré aquí esta basada en las recomendaciones que da José María Buceta (2000) en su libro Baloncesto para jugadores jóvenes. Eso sí, estará adaptada a nuestro deporte, el voleibol.


Buceta (2000) comienza este apartado diciendo que los periodos de pausa son cruciales dentro del juego. Las pausa que son bien aprovechadas pueden ser muy útiles para que el jugador, aparte de recuperarse físicamente, pueda reconectar mentalmente para rendir un poco mejor.

Pero… mal usadas, pueden ser muy perjudiciales en el desarrollo posterior.

Para hacer un mal uso de estas pausas tan solo es necesario introducir pensamientos o imágenes negativas, como algún comentario poco apropiado de un compañero, un reproche del entrenador o un mal gesto.

Detención del juego

Será aquel momento en el que el balón esté parado por cualquier circunstancia, exceptuando el tiempo muerto o el cambio de set.

Cuando la bola del sacador está lejos, el árbitro llama al capitán, hay un cambio de jugadores, alguna lesión cercana a la red, entre otros.

Para que este momento de parón pueda ser beneficioso para el jugador y equipo, el entrenador tiene que tener en cuenta que:

  • Lo que emita tiene que ser algo muy claro, específico y con mucha relevancia en ese momento.
  • La intención debe ser centrar la atención de los jugadores en un aspecto clave que ocurrirá cuando reanude el juego. Las acciones pasadas déjalas atrás, no hables de ellas
  • Al hablar ten un propósito en mente. No es nada conveniente que hables cuando no es necesario. Si estás enfadado, canaliza esa furia de otra forma. Pero no añadas gritos a tus jugadores, le hará tener que estar alerta a estímulos extra que no son imprescindibles en ese momento. Ni mucho menos, grites al otro entrenador o árbitro. Además de por respecto, por el rendimiento efectivo de tu equipo.
  • No te dirijas continuamente a los jugadores. Estos necesitan autonomía y estar pendiente del entrenador no le ayudará. Algunos pueden sentirse incómodos si el entrenador continuamente le está corrigiendo, pudiendo aumentar su ansiedad respecto a su ejecución. Si le es incómodo esto obviará cada palabra que le diga su entrenador, sea o no útil para él.
  • Lo que si es muy útil es reforzar el esfuerzo que se está dando, tanto a nivel individual como colectivo.
  • Si se ha cometido un error, anímales a seguir intentándolo de una forma más efectiva, buscando nuevas soluciones.
  • Obvia todo comentario despectivo que pase por tu cabeza. Y por supuesto, no uses ese momento de pausa para criticar el trabajo del jugador.

Recuerda que no es un tiempo muerto, solo es un parón en juego. Todas estas ideas no pueden darse. Son una guía qué cosas y que no puedes decir mientras la bola está parada pero tus jugadores siguen en el campo.

De aquí, quiero resaltar un apartado. Habla solo si tienes algo que decir de mucho valor. Si es algo importante que les ayudará a focalizar su atención, hazlo. Sino, permanece en silencio.

Tiempo muertos

¿Qué decir durante esos escasos 30 segundos?

Buceta (2000), lo que nos recomienda es que, ya que tenemos más tiempo en estos momentos, realicemos una rutina de funcionamiento como entrenadores.

¿A qué se refiere con rutina de funcionamiento?

A una serie de acciones que siempre se repitan en el mismo orden. Para que así tanto tú como el grupo sepan como actuar en esos momentos. Esta rutina dará calma y familiarización a la situación.

Como sugerencias importantes, nos muestra las siguientes:

  • Acostumbra a tus jugadores a que se acerquen rápido al banquillo.
  • Deja 15 segundos para que los jugadores beban agua, se relajen mínimamente mientras el entrenador escoge las palabras que quiere decir.
  • Solo habla el entrenador. Que el resto del staff permanezca callado para que la atención de los chicos solo esté en un de ellos. Es poco tiempo, cuanto menos estímulos tengan, más calará esa información en ellos.
  • No quieras decir muchas cosas, sé muy claro y breve.
  • Habla con energía, no te pases de velocidad y no te atropelles hablando. Di frases que estén completas y que sean comprensibles por los jugadores. Serán momentos tensos, asegúrate de estar calma cuando emitas tus palabras.
  • Si vienen de un error, hacer un comentario breve para que se olviden y se enfoquen en los aspectos que vendrán.
  • Refuerza las acciones que vistes más destacables.
  • Si vienen de una racha muy buena, refuerza ese esfuerzo, cooperación y concentración que se está dando.
  • Una vez que el refuerzo esté dado, focaliza la atención de ellos en las acciones que van a darse en cuanto se reanude el juego.
  • Acaba con palabras de ánimo para que entren con ganas en la pista.
  • Y por último, trata que la atención este en las acciones, no el marcador.

José María Buceta (2000) acaba este apartado diciendo: «los tiempos muertos son grandes oportunidades para formar a los jugadores, ayudándoles a mejorar individualmente y como equipo. Por lo tanto, no deben malgastarse sino utilizarse eficazmente».

En resumen, y como bien concluye nuestro querido psicólogo deportivo, aprovecha el tiempo muerto para formar a tus jugadores. Asegúrate de estar calmado y tener en mente las palabras adecuadas para que pueda ser útil esa detención del juego.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene 😏

Mar Durán 🚀 La Catalizadora Deportiva


Referencias

Buceta (2000) Baloncesto para jugadores jóvenes, cap 5 La actuación del entrenador en los partidos.

¿Qué decirle a mi jugador para que haga punto?

Cuando acabes de leer esta publicación tendrás herramientas que te van a hacer mejorar tu comunicación de forma exponencial. Tanto como entrenador, como jugador.

Principalmente te voy a explicar porqué:

  • Decir frases con la palabra NO te harán conseguir lo contrario
  • Debes mostrar más imágenes y menos palabras
  • Es muy importante qué tipo de expectativas tienes frente a tus jugadores
  • El refuerzo positivo puede jugar en tu contra

Antes de nada, contarte que este artículo está destinado a la comunicación entrenador-jugador. No obstante trata temas básicos y fundamentales sobre el diálogo. Dicho de otra forma, te ayudará mucho usar este tipo de indicaciones cuanto hablas contigo mismo y cuando tienes que comunicarte con tu compañero dentro del campo.

La forma en la que debe dirigirse un entrenador a un jugador, debería ser la forma en la que tú te hablas y le hablas a tu compañero.

Sin más dilación, vamos a ello.

Nunca digas «no falles» porque le hará fallar

De inicio, cualquier frase que contenga un NO puede dar pie a confusiones y no siempre será tan clara como se querría.

Un entrenador debe comunicarse de forma muy clara, breve y concisa, y más si estamos en un partido. En el trascurso de este, el jugador tendrá que acudir a muchos estímulos. Añadir más información compleja por parte del entrenador hará que el jugador tenga un desgaste excesivo fuera de la pista.

Pero, ¿porqué decir «no falles» hace que falles?

Pues esto se lo debemos a James W. Pennebaker. Pennebaker descubrió que cada palabra del lenguaje es procesada por nuestro cerebro a través de imágenes. Es decir, procesamos las palabras visualizando eso a lo que hace referencia. Por lo que si me dicen pelota, mi cerebro no traduce P-E-L-O-T-A, sino que se aparece en este la imagen de una pelota.

¿Qué pasa con el NO? Pues que la palabra «NO» no tiene representación gráfica en nuestro cerebro. Si yo te digo «No pienses en un elefante rosa» tu cerebro se habrá imaginado algo grande y rosa sin haberse dado cuenta. Ya que, el NO, no tiene una representación visual en nuestra mente.

Por lo tanto, siempre que usemos una frase con la palabra «NO» nuestro cerebro se imaginará haciendo aquello que en verdad no querías realizar.

El lenguaje positivo como solución al NO

Para resolver el problema del NO, la idea es hablar en un tono afirmativo-positivo. Haciendo alusión a eso que realmente si se quiere conseguir. Si lo que quieres es que tu jugador meta el saque en el otro campo, dile: «Saque dentro»; en vez de: «No falles el saque».

Usa en tu lenguaje las palabras de las acciones finales de eso que quieres conseguir. Si quieres que tus jugadores estén concentrados en el juego, no les digas «no pienses en nada». Diles, eso mismo que quieres que hagan «pon los ojos en la bola y anticipa al contrario».

Las ideas que rondan por nuestra cabeza predisponen a nuestro cerebro. Nuestra mente busca que haya correspondencia entre la forma en la que se entiende la realidad y lo que pasa en verdad. Por lo que, si tienes una idea, sea posible o no, tu cerebro se encargará de manipular y generar esa acción para estar en consonancia con esas ideas.

Esta es la razón, por la que el autodiálogo, y la forma en la que nos hablamos y hablamos a la gente es tan importante.

¿Y cómo afecta lo pienso en lo que se hace?

Quizás te suene más el Efecto Pigmalion, identificado por primera vez por el psicólogo Robert Rosenthal y el educador Lenore Jacobson en 1968. Y en él, nos explican la importancia de las expectativas propias sobre los demás y cómo afectan al resultado de las acciones de estos.

Llegaron a esta conclusión tras un famoso experimento. Dividieron una clase en dos categorías, los que tenían buenos resultados académicos y los que no. Esta información la sacaron de unos test que hicieron con antelación al grupo.

Los resultados fueron conocidos por los profesores.

Al final del curso, se descubrió que los que formaban parte de la categoría de los «inteligentes», obtuvieron buenas notas. En cambio, los que formaban parte de la otra categoría, tuvieron como resultado peores calificaciones.

Lo realmente curioso de este experimento es que era mentira.

No era cierto que esos niños tuviesen mas capacidad que los otros, eso fue invención de la propia investigación. Pero los profesores actuaron en función de esos resultados con los alumnos. Comportándose diferente según sus capacidades.

Se descubrió así, que la expectativa que tenemos frente a una situación o persona contribuye a que eso mismo sea lo que acabe ocurriendo.

¿Y tú, tratas diferente al que crees que puede tener un mayor rendimiento en el juego?

¿Es posible que tu jugador no esté evolucionando por que tu pensamiento no le deja?

Quizás le estas robando a un jugador oportunidades que otro puede estar desperdiciando.

Honestamente, escribiendo esto, me doy cuenta, que yo también caí en esto. Es complicado no tener una idea de nuestros jugadores en mente y no actuar respecto a ella.

Esto no quiere decir que yo tenga que quitarle progresión al que por sus condiciones físicas puede llegar más lejos. Sino que, tengamos cuidado, respecto a quién le estamos dedicando más tiempo y porqué.

Que si un jugador no evoluciona sea por su propia causa, no por que nuestras expectativas le cortaron su progreso.

¿Cómo pensar entonces respecto a nuestros jugadores?

Diría que con apertura. Que en ningún momento aparezca en tu cabeza la idea de: «esta persona no está preparado para eso, no sabe, no va a poder hacerlo». Dale un voto de confianza. Dale los mismo recursos y oportunidades que le das al que crees que sí lo tendrá.

Darle alas y usar el refuerzo positivo puede ser una muy buena alternativa. Pero también tendrás que tener cuidado con éste.

El refuerzo positivo puede jugarte a la contra

Sabemos, que el refuerzo positivo es la forma en la que tiene que comunicarse un entrenador. Está demostrado que los castigos no contribuyen realmente a la realización de la acción como tal, y genera mucho perjuicio a largo plazo con la actividad en sí. Además de tener al niño en una alerta constante por miedo a ser castigado.

Teniendo claro esto, es importante que el refuerzo positivo, entiéndase refuerzo positivo como, aquellas frases y palabras que hablan positivamente de lo que realizó el jugador y le animan a seguir por ese camino, no nos juegue una mala pasada con su exceso.

Este lenguaje es el que desarrolla la motivación en el jugador: “¡Excelente trabajo! ¡Ese saque fue muy bueno! ¡Estoy orgulloso de ti!”,

Aristóteles ya decía que «en el término medio está la virtud».

Me explico, abre bien tus ojos👀, esto es importante.

Cuando nosotros emitimos una frase que conlleva aspectos positivos frente a la actuación del jugador desarrollamos una cierta emoción en él que le hace sentir que ese es el camino por el que debe ir. Le hace entender que si vuelve a repetir eso, volverá el reconocimiento de su entrenador.

¿Pero, qué ocurre?

Ante este continuo feedback positivo, nuestro cuerpo desarrolla una cierta tolerancia. Si este refuerzo positivo se excede, el jugador necesitará un extra de este refuerzo, ya que la simple frase que antes le motivaba, ya no lo hace. Perderá su efecto puesto que se volvió algo natural a cualquier acción que realiza.

Si continuamente emitimos un refuerzo positivo, este perderá su validez cuando realmente sea necesario. Dicho de otra forma, si cuando mi jugador está rematando, o intentándolo y no pasa la bola al otro lado, y mi respuesta es «muy bien hecho» y esto lo repito cada vez que lo hace, ¿qué efecto crees que tendrá cuándo realmente diga «muy bien hecho» porque si le pasó la red?

Si mi efusividad y lenguaje es el mismo haga algo bien o mal, el jugador no notará una diferencia entre las respuestas de sus diferentes acciones.

El refuerzo positivo para que pueda ser realmente efectivo debe usarse de manera selectiva y específica. Usa un lenguaje que ayude al jugador a seguir intentándolo. Pero trata de no decir, «muy bien», cuando no este bien.

El jugador no es tonto, él sabe cuando hace las cosas bien y cuando mal. Si tu le dices que lo hizo bien, cuando lo hizo mal, es posible que no te tenga muy en cuenta la próxima vez, porque sentirá que solo quieres animarle por que sí.

En mis inicios, caí en el exceso de refuerzo positivo. Todo el rato iba diciendo «muy bien, muy bien». Pero llegó un punto en el que me di cuenta de esto mismo. Estaba diciendo «muy bien» a cosas que no estaban muy bien. Quería que las chicas pudiesen seguir intentándolo y no se desanimaran, pero esa no era la acción correcta. Así, conseguí que cuestionaran mis palabras cuando las emitía.

Usa el refuerzo positivo siempre y cuando esa acción quieres que sea repetida de nuevo por tu jugador. Anímale siempre a seguir intentándolo, y ten cuidado con el exceso del «muy bien».

En resumen

De este post quiero que te lleves en claro lo siguiente:

  • Habla en positivo a tus jugadores. Olvida la palabra no e indicales aquello que sí quieres que hagan.
  • Hazte amigo de las imágenes y úsalas en mayor medida que tus palabras.
  • Cuida las expectativas sobre tus jugadores y ten cuidado en no limitar a ninguno de ellos por tus expectativas frente a su rendimiento. Confía en tu trabajo y en que evolucionará.
  • Usa el refuerzo positivo de forma selectiva y específica. Tan solo cuando sea una conducta que quieres volver a ver

Ahora, ya sabes que tienes que decirle a tu jugador para que haga un punto.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉

Mar Durán🚀 La Catalizadora Deportiva


Cómo disminuir el enfado durante el partido

¿Me enfadan o me enfado?

La primera idea que tenemos que tener muy clara es que nadie nos enfada.

Covey en su famosísimo libro de Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, nos dice que el ser humano es proactivo. Dicho de otra forma, «somos responsables de nuestra propia vida» (Covey, 2004). Nuestras respuestas y actuaciones están en función de las decisiones que tomamos. Y esta elección, aunque puede ser influida por muchos aspectos, es una elección consciente que hace cada uno bajo su responsabilidad.

Da credibilidad Covey a estos argumentos recordando una frase muy conocida de Roosevelt «Nadie puede herirte sin tu consentimiento».

¿Estás de acuerdo con ella?

Sé que cuando estamos enfrascados en el enfado, es difícil entender que aunque haya un árbitro, un contrario o un compañero que hace lo posible para cabrearnos, nosotros tenemos el poder de no caer en ese juego y alejarnos del enfado.

«Lo que nos hiere o daña no es lo que sucede, sino nuestra respuesta a lo que nos sucede» (Covey, 2004).

Comprender esta idea será básica para que sientas tú el poder de tu emocionalidad. Si crees que otro es el que hace que te enfadar, ¿cómo harás tu para desenfadarte, si el control lo tiene el otro?

Para poder modificar algo, debes sentir que esa responsabilidad es tuya. Tienes que ser honesto contigo y aceptar que estás en ese punto solo por las elecciones que has tomado hasta ese instante. En el momento que puedas asumir que el único que te trajo ahí fuiste tú y tu decisión, tendrás la oportunidad de elegir otro camino.

Me explico, cuando comprendas que el enfado ha sido porque te sentiste ofendido e inseguro ante el error de tu remate, podrás interpretar los próximos comentarios como una ayuda, no como un ataque. Saber que tus acciones fueron las que te llevaron a enfadarte, te permitirán, elegir otras para no enfadarte.

Ahora que ya entendimos que nadie nos enfada y que nosotros podemos gestionar esa emoción, vamos a disminuirla.

¿Cómo disminuir mi enfado?

Voy a contarte como Juan Bellido, psicólogo y coach sevillano nos hace entender y ver las emociones en su libro Bienestar centrado en las emociones.

En otras publicaciones hemos estado viendo la importancia de identificar la emoción como primer paso para gestionar eso mismo. Si yo no sé que estoy enfadado, no puedo gestionar ese enfado.

Por ello, partiendo de que ya fuimos consciente de esa emoción, vamos a tratar de disminuirla bajo la medición exacta de la intensidad de ese enfado.

La idea consiste en poder identificar cual es la gravedad del enfado. Si yo soy capaz de precisar qué nivel tiene mi enfado, podré redudirlo de mejor forma.

¿Crees que es lo mismo estar molesto con alguien que perder los nervios?

Encontrar ese matiz que diferencia cada grado de enfado será la herramienta de hoy.

¿En qué escalón estoy?

Para ponerte en contexto, este post forma parte de uno de los seminarios de autogestión emocional que imparto a los clubes a los que formo.

Volviendo al enfado. Quiero que entiendas que, como cualquier otra emoción, el enfado tiene niveles. Esos niveles tendrán una intensidad emocional diferente, lo que hace que sus pensamientos y acciones también lo sean. Esta es la razón por la que, descubrir en qué escalón me encuentro me ayudará a bajar un peldaño y disminuir mi enfado.

¿Y ahora, cómo me relajo?

Una vez hemos identificado en qué escalón estamos, vamos a tratar de conectar con ese enfado. Es decir, descubrir y comprender qué me hizo enfadar. Si me posiciono en el escalón adecuado y averiguo porqué estoy enfadado, podré usar mi parte consciente y racional para tomar la respuesta correcta.

Para entender el enfado, tengo que saber que este me informa de una injusticia. Dicho de otra forma, como cada emoción básica, el enojo trae un mensaje consigo cuando aparece en nosotros. Siempre que sintamos ira es porque hay una situación que nos ha parecido injusta. Ya sea de forma real o percibida por nosotros. Pero siempre aparece cuando sentimos que algo no fue justo.

Ahora ya sabes en qué escalón estás y que algo te hizo en enfadar por injusticia.

Vamos a tratar de hacerle preguntas a esa emoción para ver cuán de injusta es.

  • ¿Qué te hizo enfadar concretamente?
  • ¿Por qué te parece injusto?
  • ¿Qué decisión hubieses preferido?
  • ¿Honestamente esa es más justa que la impuesta?

Dialogar con el enfado hará que la parte emocional e instintiva tome coherencia. Este dialogo hará hacerte entender qué te hizo realmente enfadarte y poco a poco te ayudará a calmar esa furia.

¿Y si me encuentras en la fase del acaloramiento?

Bellido (2022) te propone lo siguiente:

  • No traigas a tu recuerdo acciones o momentos pasados.
  • Relaja el entrecejo, procura que no esté fruncido y relaja el rostro entero. No aprietes dientes, relaja la mandíbula, los brazos y puños.
  • Baja la voz y deja de hacer aspavientos tan enérgicos y moverte de un lado a otro.
  • No te dirijas al arbitro ni al equipo contrario
  • Toma distancia y aléjate de eso hasta que la adrenalina baje un poco. Si lo necesitas pide que te saquen del campo.
  • Acepta que las cosas son así y cada uno puede ver y sentirlo de forma diferente
  • Céntrate en las soluciones posibles que tienes delante de ti

Si te encuentras en esta fase es muy probable que estés bajo el secuestro de la amígdala. Esta es una estructura muy primitiva en la parte interna de nuestro cerebro. Actuará bajo la intuición buscando únicamente la supervivencia. En ese momento tu parte racional aun no se ha dado cuenta de lo que pasa. Esta estructura ha cogido el control. Por eso, hay muchas veces que cuando se nos pasa el enfado nos arrepentimos de lo que hicimos y dijimos. Ahora ya sabes, que no eras conscientes.

Esto lo explica, pero no justifica lo que hagas con ese enfado.

Cuando sientas que estas en estos escalones superiores (fase del acaloramiento). Pide a tu entrenador que te saque del campo. Si estás en el banquillo, ve al baño.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🚀 La Catalizadora Deportiva


Referencias

Bellido, J. (2022). Bienestar centrado en las emociones. Madrid, España: Grupo Editorial Luis Vives

Covey, S. R. (2004). Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Paidós.

¿Qué ocurre cuando hago un punto directo?

La euforia excesiva y la posterior desconcentración

Los que ya me conocéis sabéis que es imposible que observe un partido y no esté analizando qué pasa a nivel psicológico.

¿Te ha pasado que tras hacer un puntazo, te hacen un punto directo que ni ves venir?

He visto muchas veces, como cuando se hace un punto directo y este es celebrado eufóricamente, el siguiente punto es perdido de forma inminente.

Quiero decir, mi equipo acaba de hacer un bloqueo, lo hemos celebrado como si hubiésemos ganado el partido y en cuanto la bola se pone en juego, el otro el equipo nos hace punto. Pero no cualquier punto, sino un punto directo que no esperábamos.

Esto no es resultado de una causa-efecto, es solo la interpretación de un hecho al que lanzo la hipótesis que abajo desarrollo. No quiere decir que siempre pueda darse así, pero creo que en muchas ocasiones si puede influir. No obstante, está basado solamente en mi perspectiva como jugadora, entrenadora y psicóloga.

Nuestro cuerpo y cerebro tienden al equilibrio, es lo que conocemos como homeostasis. El cerebro busca seguridad y control, no le gusta las emociones desajustadas, ni aquello que sienta que no puede controlar.

Por eso, cuando hay un desequilibrio emocional de forma positiva, el cuerpo tenderá a desequilibrar la balanza para el lado negativo.

Si la celebración del punto es exagerada, mi nivel de activación subirá exageradamente. Tanto a nivel fisiológico como mental estaré sobreactivado.

¿Recuerdas que ocurría cuando el nivel de activación estaba por encima de la zona de máximo rendimiento? (Tienes una publicación concretamente hablando sobre esto😉)

Si lo recuerdas, enhorabuena, estás siendo un buen alumno.

Si no es así, te lo recuerdo. Cuando nuestro nivel de activación está muy elevado, nuestro cuerpo y mente están sobreactivadas, eso quiere decir que están recibiendo muchos estímulos que deben ser atendidos y procesados de forma correcta en un pequeño periodo de tiempo.

Volviendo a nuestro ejemplo, si acabamos de celebrar eufóricamente un punto, esa energía interna, aceleración fisiológica y mental van a reducir el rendimiento posterior de mi juego.

¿Por qué? Porque el cuerpo ahora tiene que regular ese desequilibrio emocional y actitudinal que acaba de desarrollar. La atención no podrá estar en el proceso de la información relevante como la bola, y el contrario. Sino que estará desarrollando su equilibrio emocional necesario para la supervivencia.

En la parte cognitiva, tras la emoción del «puntazo» que se ha hecho, vienen recuerdos de ese punto, desarrollando pensamientos como «qué puntazo, qué buenos somos, qué buen equipo».

A la mente aún le cuesta desengancharse de esa euforia y de ese momento tan bonito que acaba de pasar. En este momento si se sigue anclado a esa sensación y pensamientos la mente no podrá centrarse de forma adecuada al balón, ni a su relación con él.

¿Qué ocurre a nivel neuronal realmente?

Antes, te he hablado de la tendencia natural del cuerpo a mantenerse en equilibrio. En el aspecto psicológico pasa igual. La homeostasis psicológica, es la que se encarga de balancear nuestras necesidades a través de nuestra acciones.

Por eso, cuando generamos un exceso de dopamina, como respuesta el organismo segrega cortisol en contrapuesto de esta primera reacción.

Es decir, como acabamos de hacer un punto directo el cuál hemos celebrando eufóricamente. Nuestro cuerpo, está secretando dopamina como consecuencia de ese hecho. Te recuerdo que este neurotransmisor tiene funciones relacionadas con la motivación, el aprendizaje y la atención entre otras.

Un nivel óptimo de dopamina es necesario dentro del partido para que podamos tener ese interés competitivo y atencional. Pero si esta dopamina sufre un exceso. El cuerpo responderá a la inversa. En este caso, segregando cortisol, la hormona del estrés, que nos hará sentirnos un poquito menos felices que antes y reducirá nuestra atención.

En este momento, es cuando el otro equipo se aprovecha esta ventaja neuronal. Atacan y como nuestra mente aun anda procesando y equilibrando lo vivido, nos encuentran despistados y se suman un punto más a su marcador.

Normalmente, durante el partido los equipos experimentados suelen mantener un equilibrio emocional. Y es raro, que se sufra este exceso de dopamina. No obstante, es curioso observar como la celebración exagerada en momentos puntuales puede crear, posteriormente, más perjuicio que beneficio.

También he visto algo similar a lo largo de los partidos, en edades jóvenes. Aquí este equilibrio emocional aun no tan desarrollado y pasa que, al inicio del set se juega muy bien, pero no se es capaz de mantener esta dinámica durante todo el partido. Por lo que, a lo largo del mismo encuentro puedes encontrarte equipos muy diferentes en el juego, pero siendo los mismos.

¿Cómo gestionar esa euforia y continuar concentrado en el partido?

Lo primero, pon los pies en el suelo.

Has hecho un punto. Ha sido un buen punto, pero nada más. Se necesitan 25 para ganar el set y ganar 3 set de 5 para finalizar con la victoria a tu favor. Aun hay mucho partido.

Celébralo yendo al centro, choca a algún compañero o pega algún grito. Pero mantén esa celebración. Es importante que la euforia no sobrepase su limite. No proporciones un exceso de dopamina, porque le seguirá el cortisol.

La bola vuelve a estar en juego muy rápido. Así que más rápido tienes tú que volver a conectar con el juego.

Usa tu palabra de detención del pensamiento y rutina de pre-actuación para que reengancharte al siguiente punto sea mucho más fácil.

Tienes una publicación en la que te cuento como desarrollar esa detención del pensamiento. Si quieres ir un paso más allá, envíame un mensaje y desarrollamos juntos esta habilidad para que controles tu pensamiento durante el partido 💪

En resumen, quédate con lo que hiciste bien, date la enhorabuena y sigue currando.

  • Ve al centro a celebrarlo con el equipo
  • Choca la mano a alguien
  • Sonríe a tus compañeros
  • Vuelve a tu posición
  • Localiza la bola
  • Usa tu palabra de detención del pensamiento
  • Enfoca tu atención en la bola
  • Realiza tu rutina pre-actuación
  • Y haz el punto de nuevo

Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🚀 La Catalizadora Deportiva


Referencias

PsicoActiva. (s.f.). Psicología, Test, Inteligencia. Recuperado de https://www.psicoactiva.com/

Adaptabilidad del Entrenador

Hoy te traigo un fragmento de uno de los seminarios que imparto en mis formaciones a entrenadores.

Vamos a hablar sobre la adaptabilidad y flexibilidad del entrenador.

Antes de nada, ¿cuánto de flexible te consideras que eres? Es decir, ¿con cuánta eficiencia eres capaz de resolver eventos sorpresa? Si el 10 fuese 100% flexible y el 1 nada flexible, ¿qué número te darías? Escríbelo en los comentarios.

Ahora, metámos de lleno en el concepto de adaptabilidad y flexibilidad. Quiero explicártelo a través de una investigación que hicieron Sergio Jiménez y Alberto Lorenzo con entrenadores de baloncesto.

En este estudio entrevistaron a 16 entrenadores de éxito para identificar que era lo que les hacía ser flexibles y tener esa capacidad adaptativa ante cualquier evento, persona y situación.

Los mismos investigadores de esta intervención definen este concepto como ser capaz de interpretar las experiencias de una forma eficiente e innovadora frente al contexto. Y para mí, la adaptabilidad del entrenador se basa en saber responder adecuadamente según la situación, el jugador y el contexto en el que se dé el conflicto.


Resumen del estudio

El estudio esta hecho bajo una metodología cualitativa. No hay resultados numéricos, sino que se evalúan cualidades y características de la persona. Se trabaja bajo un mapa más interpretativo donde el investigador puede profundizar sobre la forma de actuar del entrenador.

Durante estas 16 entrevistas, que fueron transcritas después, sacaron tres apartados principalmente. La adaptabilidad en función de los jugadores, de la competición y del entorno.

Según los entrevistados, y como bien tú ya sabrás, el entrenamiento es un proceso inestable, muy dinámico, complejo y personal (Jiménez y Lorenzo, 2010).

Añadían, también, que debe desecharse la creencia de que existen unas normas concretas para resolver un entrenamiento. A menudo, esta rigidez va a estar en conflicto con otras limitaciones que pueden aparecer.

«Gestión de la incertidumbre» e «improvisación regulada» han sido dos conceptos muy nombrados por los entrenadores en sus intervenciones. Y a mi, particularmente, me parecen términos muy interesantes a tener en cuenta.

Los entrenadores cuentan que han desarrollado estrategias flexibles de planificación y rutinas que se adaptan a la incertidumbre y evolución propia de un entrenamiento. Durante este, hay una alta participación del primer concepto de este párrafo, la incertidumbre, y la práctica del entrenamiento es totalmente una improvisación regulada. Eso si, afirmaban que aunque un entrenamiento este lleno de incertidumbre e improvisación uno debe ir con su planteamiento diseñado y allí ir modificando. Nunca debería ir a la aventura e improvisar desde el inicio.

Los expertos en baloncesto nos relatan como ellos no abandonan su modelo de entrenamiento, sino que adaptan el suyo propio a la situación. Van incorporando nuevos conceptos al modelo que ya tienen, generando así una mezcla que coexiste con el nuevo entorno.

Muchos concluyen en que el concepto de adaptabilidad se da bajo la experiencia y comprensión del aprendizaje acumulado a lo largo de los años.

No te lo dije antes, pero todos los investigados tenían una media de 25’76 años de baloncesto a sus espaldas.

Y si lo piensas un segundo, tiene mucho sentido. Hemos dicho que la adaptabilidad es tener recursos y saber responder de la mejor forma a cosas que no esperábamos. Por lo que la soltura de esta habilidad la dará muchas experiencias y situaciones diferentes. Es muy coherente, que aquellos que mejor adaptabilidad y flexibilidad tengan al entorno sean lo más veteranos.

Y ahora dirás, Mar, pues, yo no llevo 20 años entrenando, ¿cómo desarrollo esta habilidad? Quédate tranquilo, al final de esta publicación te digo cómo hacerlo.

No obstante, sigamos con lo que te estaba contando.

Los exitosos entrenadores, creen que la filosofía propia también influye enormemente en el resultado de nuestra forma de entrenar y por lo tanto, en la rapidez de esa adaptación.

Con todo esto, entrenar se convierte en un proceso social, ya que es un lugar en el que ponemos en abierto nuestros valores personales, expectativas y presiones durante la interacción con los demás. Asimismo, el estilo de comunicativo del entrenador cobrará mucho valor en esta relación.

Acaban concluyendo nuestros científicos que la adaptabilidad es un rasgo fundamental para tener éxito. Este éxito consiste en ser diestro en la adaptación de su modelo de entrenamiento a las circunstancias especificas que se den y saber implementarlo en otras situaciones distintas.


Adaptabilidad emocional

A todo esto, quiero añadir algo sobre este concepto.

La adaptación no debería quedarse solo en aspectos sociales. Creo que sería muy interesante ir un poco más allá. Para que sea útil esa acción camaleónica, ésta debe ser completa. La respuesta del entrenador debe albergar aspectos a nivel emocional y cognitivo, además de sociales, claro está.

Quiero decir con esto, que tratemos de crear una interacción con el jugador algo más profunda, que no solo se base en el aspecto social y superficial que evocan las palabras, sino que se trate de un proceso de entendimiento real en el que se busca comprender que siente y piensa el otro para que así, la acción de adaptabilidad con el jugador sea más sencilla y efectiva.

Dicho de otra forma, a parte de saber cómo comunicarte y qué ejercicio modificar para que la tarea salga bien. Pienso que, un entrenador debe ser capaz de modular sus respuestas según el estado emocional y cognitivo de sus jugadores.

Por ejemplo, la intensidad que pidamos en un ejercicio debería depender del estado emocional y fatiga mental del jugador. Si tuvo un día estresado, discusión con su familia o lleva una mala racha a nivel sentimental, ese jugador tendrá la mente más dispersa que de costumbre. ¿O acaso tu eres capaz de rendir igual estando agotado que fresco? Esa carga emocional va a influir directamente en su rendimiento y como ser humano, no siempre podrá estar al cien por cien.

Por esta misma razón, identificar y adaptarte al nivel emocional de tu jugador le va a dar un mayor rendimiento y sensación de eficacia. En cambio, si el reto y tu exigencia son mucho mayor a lo que ese día él puede dar, acabará disminuyendo su rendimiento y autoconfianza en sí mismo.


¿Cómo desarrollar esta adaptabilidad?

Sencillo, enfréntate a muchas situaciones diferentes, con diferentes personas y en contextos distintos.

Cambia de equipo, de género, de club, de jefe, de competición. Proponte retos que te hagan desarrollar un pensamiento alternativo que dé luz a una perspectiva diferente y a una flexibilidad mayor.

Si no puede hacer esto, a bajo te muestro algunas ideas que pueden ayudarte sin que tengas que marcharte de tu club ni abandonar a tu equipo.

Baroody y Dowker (2003) citado por Jiménez y Lorenzo (2010) explicaban que el uso de estrategias flexibles y creativas son esenciales para el desarrollo de esta habilidad.

Te dejo aquí algunas ideas para que adaptarte a cualquier situación sea mucho más fácil.

  • Elabora rutinas propias que sean flexibles, que estén abiertas a diferentes contratiempos.
  • Modifica e innova mensualmente apartados de tu modelo de entrenamiento, añade algo que hasta ahora no hiciste.
  • Observa y analiza a otros entrenadores e integra las cosas que más te gusten de ellos en tus entrenamientos.
  • Crea un apartado destinado a cómo resolverías posibles situaciones extrañas que puedan darse cada vez que diseñes tu entrenamiento.
  • Sé creativo e ingenioso, no te pongas límites (caminar por la naturaleza te ayudará a desarrollar esto).
  • Observa y analiza el comportamiento de tus jugadores. Fíjate en sus rostros, ¿qué expresiones reflejan? Modula tu intensidad frente a ellos según sea el resultado de su desarrollo en el entrenamiento y su estado emocional.

En resumen, el estudio muestra como la adaptabilidad es una característica específica de aquellos entrenadores que desempeñan su trabajo en el contexto del alto rendimiento (Jiménez y Lorenzo, 2010). Es decir, es una habilidad que delata a un buen entrenador. Por lo que, tener en tu repertorio interno esta habilidad te va a hacer realizar un buen papel sea cual sea el contexto.

Así que, si ya cuentas con esta habilidad, enhorabuena. Estoy segura de que es el resultado de mucho trabajo a la espalda.

Si aun no, y quieres desarrollarla, envíame un mensaje y nos ponemos a trabajar en ella.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉

Mar Durán🚀 La Catalizadora Deportiva


Referencia

Jiménez Sáiz, S. y Lorenzo Calvo, A. (2010). El buen entrenador como experto adaptativo que lidera al grupo. Revista de Psicología del Deporte, 19(1), 9-21. [1]

¿Por qué mi compañera me mira mal cuando fallo?

Las caras feas durante el juego ¿Para quién son realmente?

Hace un tiempo publiqué un post sobre el lenguaje no verbal en el voleibol. En él os explicaba los diferentes gestos paradeportivos y como estos podían afectar. A su vez, os contaba como actuar, a nivel de lenguaje no verbal, cuando una compañera falla:

Hoy quiero profundizar sobre este último aspecto.

Solemos suponer que cuando hay una mala cara en una de mis compañeras es porque algo de lo que yo hice no le pareció bien. Pero… ¿por qué crees que esa cara es para ti?,¿cómo sabes que esa «cara de asco» no se la está poniendo a sí misma?

Y pensaréis, pero Mar ¿qué dices?

Os cuento.

Como ya sabéis soy entrenadora de un equipo infantil. Las observo y analizo todo el rato. Como se miran, como se comportan, que se dicen sin palabras… Y trato de identificar que les hace actuar de una u otra forma.

Llevo tiempo viendo, y no solo pasa en mi equipo, como cuando una de mis jugadoras tiene un mal inicio de entrenamiento o empieza a cometer errores, pone malas caras. Entiéndase mala cara como rostro tenso, ceño algo fruncido, labios tensos y hacia abajo. No se le ve feliz, vaya.

Pone malas caras y se enfada con todo lo siguiente que hace.

Siento que el no saber gestionar ese enfado y frustración, por no obtener el resultado esperado, hace que no pueda contener esa rabia consigo misma y la expresan en su rostro y en sus gestos inconscientemente.

Como es un deporte colectivo donde se necesita a la otra, si a mi no me sale algo bien, y pongo mala cara. La otra tampoco tendrá buena cara.

Te lo cuento mejor en un ejemplo

Imagínate que estamos en una rueda de ataque.

La atacante lleva cometiendo varios errores a lo largo del inicio de la rueda. En la quinta colocación que remata a la red, ésta se cabreaba, pone mala cara, resopla y con aspavientos se va al final de la cola.

¿Tienes esa imagen en la cabeza? Retenla. Porque quiero que a raíz de ahí, analicemos como se quedan el resto de jugadoras, en concreto la colocadora.

¿Qué creéis que pensará la colocadora ante esa respuesta? ¿Pensara que esa reacción es porque la atacante esta frustrada o porque la colocación no fue buena?

Si has estado en esta situación, sabes que lo primero que piensas es que ese error fue culpa tuya y que esa cara iba para ti.

Pero como ves, realmente no fue así, la atacante estaba enfadada consigo misma. Y esa expresión no tiene nada que ver contigo es solo una mala gestión de la frustración e irá interna.

Lo que ocurre es que esto no se habla. Por lo que la colocadora cree que lo esta haciendo mal y la atacante piensa que no le sale nada bien.

¿Cuál crees que es el resultado de esto en el desarrollo posterior a la rueda y al partido?

Si tu ves esto desde fuera, verás a las jugadoras con cara seria, como enfadadas. Son causa de las neuronas espejo, contagiamos nuestro estado emocional a las demás.

Lo curioso es que si les preguntas porque no sonríen, no sabrían decirte, incluso pueden negarte la expresión que tú ves con tus ojos en su rostro.

No son conscientes pero este simple enfado con una misma, sin una comunicación al equipo, hace que se genere un clima turbio en el que no se sabe que pasa, pero donde la cosa no fluye.

¿Cuál crees que será el desarrollo en el partido con este escenario?

Para que no pase eso, te doy algunas ideas para tratar este tema.

¿Cómo solucionar esta situación?

Es complicada. Te soy sincera. Cómo entrenadora me he enfrentado a esto y es difícil solventarlo de forma rápida.

Para empezar, la que está enfada consigo misma suele negar que está enfadada. Y mucho menos te admitiría que tiene cara fea. La otra se quejará de que su compañera le pone mala cara. O, no te comentará nada de esto, pero rondará por su cabeza qué fue lo que hizo mal para que la otra le mirase de esa forma.

Entre ellas no van a hablar. Y si lo hacen, quizás no tenga buen resultado. Se reprocharán que le miro mal y como no es consciente de esa expresión involuntaria, se sentirá ofendida.

Esto es la explicación de lo que ocurre. No una justificación.

Otro tema a tocar es que, a veces somos realmente sensibles a la respuesta de los demás sobre lo que nosotros hacemos. Es decir, ponemos nuestra valía como jugador según lo que comentan o dicen de mi. No sobre lo que yo opino o mis resultados objetivos.

Y esto surge por una baja autoconfianza, en la que siento que no tengo los recursos y que no soy lo «suficiente» para esa acción.

Por lo tanto, para reducir el clima mustio durante un entrenamiento o partido, ten en cuenta lo siguiente:

  • Habla todo con tus compañeras. Confía en ellas, comentarles lo mal que te sientes por no tener un buen día. Se honesta emocionalmente contigo y con ellas sobre lo que sientes.
  • Pide disculpa por tus caras y actitud. Son inconscientes y si aún no sabes cómo gestionarlas, estarás mostrando una expresión interna al exterior que realmente no quieres mostrar.
  • Observa que expresiones se manifiestan en tu rostro cuando te enfadas y analízate cuando ocurra algo parecido. Si encuentras alguna de ellas, relaja el rostro, así se irán difuminando.
  • No te tomes a lo personal lo que ves o escuchas. No eres tan importante como para que todas las caras vayan a ti, ni todos los comentarios. Relativiza todo y más en momentos de tensión.
  • Y a ti entrenador. Ten paciencia, haz que se comuniquen y traten de ser consciente de sus malas caras y de lo incómodo que es trabajar en un clima serio, rumiante y con tendencia a la frustración

Por lo tanto, quiero que te quedes con siguiente. Durante el entrenamiento y el juego mostramos mil expresiones. Estamos en relación con nuestras compañeras y es normal que en momentos de tensión se den conflictos. Esto es lo natural, ahora hay que tratar de reducir el conflicto innecesario lo máximo posible.

Recuerda que las caras, gestos y acciones que hagan los demás no tienen porqué ir para ti. No te tomes a personal esa cara o gesto.

Y si es al contrario y eres tú la que suele ponerlas. Cámbiala. Relaja el rostro, trata de ver gestionar el enfado y frustración de una forma en la que solo te incumba a ti y trata de no cargar a lo demás con tu ira. Deja ayudarte por tus compañeras van a intentar animarte.


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🚀 La Catalizadora Deportiva

Cuatro estrategias para controlar tu mente cuando estás cansado o dolorido

Quiero mostrarte una serie de herramientas que pueden serte útiles para controlar tu pensamiento.

Controlar tu autodiálogo mediante lo que te dices es esencial en cualquier especialidad deportiva.

Este recurso va destinado para aquellos periodos en los que la competición es larga o muy intensa (una carrera, triatlón, hockey sala) y la actividad es bastante explosiva, monótona o aburrida. También puede ser muy útil para momentos de pausa dentro del juego.

Por lo tanto, la idea es tener el poder de controlar las sensaciones de cansancio o dolor y la actividad cognitiva negativa que se desarrolla alrededor de esos sentimientos de incomodidad: «con este dolor no sé si podré llegar, «estoy que no puedo más», «me rindo».

Está claro, que estas sensaciones y pensamientos pueden tener una base real que no se debe ignorar.

Por esta razón la intención es favorecer al deportista para que continúe en la competición controlando su pensamiento, ya se encuentre cansado, dolorido o desmotivado.

Técnicas atencionales

Lo que te presento a continuación son cuatro categorías que relacionan las demandas atencionales de la situación deportiva (correr, nadar, etc.) y la atención/distracción a la sensación que se desea controlar (cansancio, dolor, pensamientos negativos). Es decir, mezcla la atención que debo tenerle al desarrollo de la actividad con los pensamientos negativos que surgen a causa del cansancio, dolor o errores.

Estas categorías son:

  • Atención-Distracción; el deportista se centra en el desarrollo deportivo y se distrae del cansancio/dolor. Debe enfocarse intensamente en los estímulos y respuestas que son relevantes para rendir (la zancada al correr, la situación de los rivales, el feedback del pulsómetro). «Céntrate en cada pisada», «vas bien de pulsaciones», «en esa bajada me dejo caer y acelero», pueden ser algunos de los pensamientos que mantendrán al deportista atento a su demanda deportiva.
  • Atención-Atención; el deportista dirige su atención a las demandas deportivas y a las sensaciones de cansancio/dolor. Asocia las sensaciones del rendimiento deportivo a su estado físico. «Estoy cansado, pero voy muy bien»; «me duelen las piernas, pero un último esfuerzo y llego»; «sabía que sería duro, pero sigo corriendo bien», son los pensamientos que acompañan a esta categoría.
  • Distracción-Atención; el deportivas aparta su atención de las demandas deportivas y atiende solo a las sensaciones cansancio/dolor. Evalúa el grado de cansancio/dolor usando una escala de 1-10 de para trasformar esas sensaciones en estímulos más agradables (imagina que es un masaje; imagina que es un proceso que controla el dolor (anestesia). «Me duele pero puedo controlarlo si me concentro en ese dolor», sería el pensamiento ideal para acompañar a esta estrategia.
  • Distracción-Distracción; el deportista aparta su atención de las demandas deportivas y del cansancio/dolor. Se centra en imágenes o pensamientos ajenos a la actividad; habla con un compañero; se centra en la música que oye en unos auriculares; (si es posible) aplica algún ejercicio de relajación; o piensa en cosas que entretienen su atención.

Es importante que el deportista junto con el psicólogo, elija y perfeccione las técnicas que crean que más útiles les será para usar. a utilizar.

Normalmente, es apropiado que disponga de al menos dos de estas categorías para poder combinarlas en el trascurso de la competición.

Así, cuando aparezca el cansancio o el dolor, podrá decidir seguir centrado en el rendimiento, ignorar la sensación o asociarla; luego, puede distraerse de ambos para mantenerse dentro de la carrera.

El deportista debe aplicar las técnicas que considere más eficaces. No obstante, una buena estrategia es pasar de una categoría a otra.

La misma actividad de cambiar y poner en práctica distintas técnicas es un trabajo mental muy productivo que conduce a contrarrestar y reducir la actividad mental negativa relacionada con las sensaciones de cansancio o dolor


Tu post de cada lunes, hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🚀 La Catalizadora Deportiva


Referencias

Buceta, J.M. (2020) Psicología del Deporte de Alto Rendimiento. Barcelona, España: Editorial Dykinson, S. L.