Cómo adaptarte a un nuevo equipo


Voy a hablarte de los cambios y las adaptaciones que conlleva el fin de temporada, y el inicio de la siguiente, sin ser septiembre, en mayo.

Si no eres ni entrenador, ni jugador, esto que voy a contarte puede parecerte raro, una pretemporada en mayo…

Pero si estás dentro de esto, sabes perfectamente a lo que me refiero.

Incluso, quizás no lo sabías pero hubieses deseado este post al inicio del mes.

Yo lo hubiese necesitado, por eso lo escribo ahora, para contarte qué hice y cómo resultó todo.


El final e inicio de la temporada

Mayo es ese momento del año en que ya se acabó la liga regular.

Las competiciones están finalizadas, incluso el campeonato de España.

Pero los entrenos no se acaban, sino que hasta junio, se continúa (hay mucho clubes de costa, que se pasan al voley playa, o incluso otros tienen competiciones de primavera).

Si eres afortunado de estar en la playa, esto puede ayudarte también, ya que vas a tener que adaptarte a un nuevo compañero y a una disciplina nueva. Porque no nos engañemos, vóley pista y vóley playa son mundo totalmente diferentes.

La cosa es que el objetivo que suele mantener al equipo, a estas altura de año, ya se acabó.

Pero empiezan otras cosas…

De esas es de las que vamos a hablar.

No sé como lo harás tú en tu club, en el mío Club Deportivo Universidad de Granada, llevamos unos años empezando la pretemporada en mayo.

Esto quiere decir, las categorías de segundo año, se suben a entrenar desde ya con su futuro equipo y las de primer año se quedan a coger el relevo de las veteranas.

Parece que no, pero en esas líneas de arriba ya hay muchas cosas de las que tratar:

  • Nuevo rol (paso de ser la veterana a la novata o al revés, de la novata a la veterana)
  • Nuevo equipo y posiblemente nuevo entrenador
  • Nuevas compañeras, con las que no sabes como será la relación
  • Nuevos objetivos y forma de trabajo

Esto es en toda regla, un cambio. Y según tu capacidad de adaptación amarás u odiarás este cambio.


Cómo he vivido yo el cambio con mi equipo

Desde primero de mayo, mi equipo ha sido deferente. Mis cadetes de segundo año se han marchado al juvenil, las cadetes de primero, permanecen conmigo. Pero son solo seis.

Por eso, hemos ido incorporando a nuevas jugadoras.

Suben las infantiles y vienen chicas del otro cadete.

El inicio fue complicado. Se nos fueron pilares muy importante del equipo. Las veteranas eran niñas que sabían resolver muchas situaciones de juego y no de juego.

La sensación era como de vacio, de abandono. No un abandono real, esas niñas debían irse, pero la sensación que se quedó era: «nada será igual sin ellas».

Y esto, sin tener en cuenta quien vendrá.

Pero es inevitable que uno no quiera desprenderse de algo a lo que ya se aconstumbró.

Habíamos desarrollado toda la temporada un sistema de juego que a estas altura ya nos daba resultados, pero claro, ahora ya nos teníamos que separar.

Y no es solo echar de menos a quien no está, es conocer y acostumbrarte a alguien nuevo.

Es como cuando tu novio te deja y ahora tienes uno nuevo. El inicio es raro, sin querer te vas a pasar los días comparándole con tu ex. Aunque el que tengas ahora es mejor. Estarás con él y pensarás, pues con mi ex no hacía esto, y no hacía lo otro…

Pues eso pasaba.

No con mi ex, con el equipo.

Mis jugadoras no habían tenido mucha relación con el resto de chicas, y al inicio, las interacciones y el juego, no eran las mejores.

No se conocían.

Pero… tres semanas después, sorprendida, mucho, la interacción es muy buena.

En tan solo tres semanas, cuatro entrenos por semana, han empezado a congeniar unas con otras. El viernes pasado, me las encontré a todas en un círculo charlando unas con otras sobre cosas de adolescentes.

Me fui con una sonrisa a casa.

Andaba muy preocupada por esa situación. Un equipo no funciona bien sino hay sinergia entre las piezas. Y eso era síntoma de que empezaba a darse.

Y claro, ahora estarás deseando que te cuente lo que hice y como pasó todo eso.

Pues no hice nada.

Ningún juego de cohesión, ni me las llevé a merendar.

Me centré hacer buenos entrenos, en trabajar mucha técnica y en que cada una fuese mejorando un poquito cada día. A veces mezclaba grupos, pero otras las separaba por nivel para que el trabajo técnico tuviese más resultado.

Muchas veces pensamos que tenemos que hacer cosas para que se solucionen los problemas. Y no seré yo quien te diga que no vayas a solucionar algo con alguien, no hablo de eso.

Me refiero a que hay muchas cosas muchas, que se solucionan pasando tiempo unas con otras. Dándole la importancia que eso requiere. Ni más ni menos.

Si es cierto, que he tenido conversaciones con cada grupo del nuevo grupo, de cómo deben ser las cosas. Y de que espero de ellas.

Pero más allá de eso, ellas mismas han hecho el resto del trabajo.


El PsicoTruco para una buena adaptación a un nuevo grupo

Te dejo por aquí algunas ideas para que la adaptación al cambio sea la correcta:

  • Nuevo rol: Dedica 5 minutos al inicio del primer entrenamiento a pensar en tu nuevo papel. Si pasas de veterana a novata, acepta la curiosidad y las preguntas; si subes a veterana, prepárate para escuchar y guiar.
  • Nuevo equipo y nuevo entrenador: En tu primera semana, escribe 3 cosas que quieres aprender del entrenador (p. ej., “su estilo de comunicación”), y 3 aportes que puedes ofrecer al equipo (p. ej., “mi experiencia en saque”).
  • Nuevas compañeras: Fija el objetivo de hablar con al menos dos compañeras nuevas cada entrenamiento: ya sea para pedir consejo o compartir un dato curioso (p. ej., “¿Cuál es tu jugada favorita?”).
  • Nuevos objetivos y forma de trabajo: Identifica qué necesita el equipo de ti, cómo trabajan, que sistema llevan, cómo calienta. Observa y trata de conocer esas nueva forma. Empieza poco a poco a incorporarla en ti.

Además de esto, esta etapa suele ir acompañada de desmotivación por la saturación de la temporada. Es larga al entrenador y al jugador, a estas altura ya le pesa.

Ese fue el tema que he tratado con los entrenadores a los que formo. Les he creado una guía en la que les cuento paso a paso qué hacer para motivar a los jugadores en estos momentos.

Es muy práctica y te da ejemplos de ejercicios y formas de trabajo para incorporar en cada entrenamiento.

No está disponible sino eres uno de ellos, pero, posiblemente el año que viene asesore a entrenadores mensualmente.

Si te interesa, déjamelo saber.

Así no te perderás estas cositas.


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Si quieres que te asesore durante la siguiente temporada, detállalo en mensaje:

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Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Los 3 pensamientos que arruinan el partido (y cómo modificarlos)


La bola cae frente a mi.

No es la primera vez.

No sé cuantas van seguidas.

Lo que sé es que hace un rato ya no estoy en el partido.

Físicamente sí, pero mentalmente no.

Desde que no cogí ese free largo, la colocadora y la opuesta me miran mal.

Es cierto que debía cogerlo, era mía.

Pero no lo hice.

Eso ha hecho que desde ese momento, ese error esté en mi mente.

Y claro, Mar siempre dice que si la atención está en los pensamientos, no puede estar en la bola ni el juego.

Y así estoy.

Si me preguntas, no sé que pasa por mi mente, pero trato de autoengañarme y decir que estoy bien.

Pero no lo estoy.

Pero no quiero que me saquen al banquillo.

Y lo estoy haciendo mal.

Estoy fallando y mi equipo está perdiendo.

No sé que hay en mi mente, pero no me deja salir de ahí y volver a jugar.

El entrenador me sacó, normal.

Ahora veo el partido desde el banquillo.

Me siento culpable por haber fallado, por no saber quitarme el error de encima.

Por no saber que hay en mi mente, pero se que es algo malo.

Un «no sirves para esto» se me viene a la mente de vez en cuando.

Me lo creo y el partido me ha dado la razón.

He hecho que mi equipo pierda el set.

Y el partido.


Los 3 pensamientos que arruinan el partido

La historia que acabo de contarte es extremadamente real.

Si eres jugador, lo has vivido. Si eres entrenador, ahora sabes que lo que pasa.

La mayoría de veces no somos conscientes de que pensamiento es el que viene a nosotros, pero algunos de los que hacen jugar mal son los siguientes tres:

1. «No soy suficientemente bueno»

Y lo sientes de verdad.

Pero no es cierto.

Lo sientes así porque estás dejando que cada error te defina como jugador. Tienes el foco solo en el resultado y no ves más allá.

Te comparas con la gente y no eres capaz de valorar lo tuyo. Lo que se te da bien.

No eres capaz de reconocerte el progreso, tu avance desde septiembre.

Pero en cambio, si miras con lupa todo lo que haces mal y das sentencia sobre ti a raíz de eso.

Pero te equivocas.

2. «Si fallo voy a decepcionar a mi equipo y entrenador»

Esta la escucho mucho.

Me vas a permitir que te haga una pregunta.

¿Te sientes decepcionado con tu compañero si falla el saque?¿si hace una mala recepción?¿si coloca interior?¿si le hacen un bloque?

No, ¿verdad?

Tampoco se van a sentirse así si tu cometes un error. Ni siquiera si tienes un mal partido.

Tu entrenador puede enviarte al banquillo, pero eso no quiere decir que esté decepcionado contigo. Ni que deje de confiar en ti (de esto hablamos la semana que viene).

Debes hacer algo más allá del juego para que alguien deje de confiar en ti, para que sientan decepción. Algo inmoral, no errores en el juego.

3. «Los otros son mejor que yo»

Pues si. Y no tiene nada malo.

Una vez escuché que alguien me dijo, tú tienes que tratar de rodearte de gente más lista que tú. Que la tonta de la mesa, seas tú.

De primeras esto puede sorprender, pero míralo desde lejos.

Si eres el peor de un sitio, serás el que más avance, el que más aprenda. Vas a tener más nivel contra ti que te va a hacer jugar mejor.

Míralo de esta forma, no de la contraria.

Que el resto sean buenos no quiere decir que tu seas malo.

Sino que ellos son buenos.

Aprovecha eso, tanto si están en tu campo como si están en el otro.

Es una maravillosa oportunidad para que mejores.


El pensamiento negativo te hace jugar mal

Te acabo de comentar los 3 pensamientos que te hacen jugar mal, en el siguiente párrafo te ayudo a modificarlos, pero en este quiero que se te queda muy claro porque ese pensamiento te está haciendo mal a ti y a tu equipo.

Y no lo digo yo.

Que también, sino que las siguientes tres investigaciones te lo van a demostrar.

Vamos a la gimnasia artística.

Allí, aquellas jugadoras que en su pensamiento apareció más de diez veces «no puedo con esto» durante el calentamiento, obtuvieron 12% menos de puntuación frente a las que tenían un discurso más positivo de calma y ánimo consigo misma (Santos-Rosa et al., 2022).

En el hockey hierba pasó algo parecido. En aquellos que en su mente viaja el pensamiento de «¿y si fallo?» su rendimiento bajó, teniendo una correlación de -0,30 entre pensamientos y calidad técnica de juego. Es decir, que a más pensamientos negativos, menor calidad en el juego (Pérez-Encinas et al., 2016).

Y por último, en un metaanálisis se concluyó que por cada puntito extra en la escala de pensamientos negativos, tu autoconfianza cae 0,34 puntos y tu rendimiento se resiente en la misma proporción (Vasconcelos-Raposo et al., 2024).

Y yo no sé tu, pero a mi no me sale rentable ir desperdiciando autoconfianza, no me sobra.

Espero que con estos ejemplos, se haya metido en tu cabecita que con cada “no sirvo” o “voy a cagarla” restas precisión, fluidez y, sobre todo, confianza a tu juego… y a tu equipo.


El PsicoTruco para no arruinar tu partido con tu pensamiento

Pero…

Para eso me lees cada lunes, para que te ayude a mejorar esa cabecita.

Te presento a abajo, tres soluciones para esos tres pensamientos que te hacen jugar mal:

Recuerda: cada pensamiento negativo tiene su cura. Practica estos tres “parches mentales” en tu próximo entrenamiento y verás cómo tu juego —y tu equipo— lo nota al instante.

Pensamiento 1: “No soy suficientemente bueno”
Cuando lo detectes, cámbialo por un “He entrenado para esto, sé hacerlo”. Dilo antes de cada saque o recepción, como si fuese un mantra. Y acompáñalo de “mini-objetivo” que sepas que controlas.

Ejemplo: previo a un saque puedes decirte: “He entrenado para esto, sé hacerlo”, y tu mini objetivo será subir la bola a tres metros.

Pensamiento 2: “Si fallo, voy a decepcionar a mi equipo”
Pregúntate: “¿De verdad crees que un error me quita la confianza de mi compañera o entrenador?”

Normaliza el fallo como parte del juego. Practica decirte “es normal fallar, aunque no me guste” justo después de equivocarte. Detecta el error y ponte un mini-objetivo para mejorarlo.

Ejemplo: recibí mal una recepción, dite mentalmente “es normal fallar, aunque no me guste”. Detectas que el error fue coger la bola detrás de ti y márcate como min- objetivo, cogerla delante en el próximo saque.

Pensamiento 3: “Los otros son mejor que yo”
Transforma la comparación en reto: “Genial, esto me ayuda a subir el nivel”. Cada punto contra un rival fuerte es una oportunidad para crecer.
Elige un gesto (p. ej., ajustar la muñequera) que asocies con tus éxitos. Hazlo justo antes de cada acción clave para recordarte que tú sí puedes.

Ejemplo: el mejor sacador se dispone a sacar, tócate tu muñeca y recuérdate que eso te hará mejor.


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Referencias

Pérez-Encinas, C., Fernández-Campos, F. J., Rodas, G., & Barrios, C. (2016). Influence of cognitive interferences and self-talk functions on performance during competition in elite female field hockey players. Journal of Strength and Conditioning Research, 30(12), 3339–3346.

Santos-Rosa, F. J., Montero-Carretero, C., Gómez-Landero, L. A., & Torregrossa, M. (2022). Positive and negative spontaneous self-talk and performance in gymnastics: The role of contextual, personal and situational factors. PLOS ONE, 17(3), e0265809.

Vasconcelos-Raposo, J., Teixeira, C. M., Palumbo, J., Carvalho, A., & Borges, J. (2024). Negative thoughts and self-confidence among athletes with different sports experiences: A meta-analysis. PsychTech & Health Journal, 7(2), 5–19.


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Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Los 5 errores entre compañeras que os hacen perder partidos


Mitad del tercer set.

Los dos anteriores los habéis ganado.

Pero este, aunque empezasteis bien, vais perdiendo 6 puntos abajo.

De repente, el clima del equipo se ha vuelto hostil, turbio y las caras largas llegan hasta el suelo.

El entrenador no entiende nada, antes el juego iba bien, pero ahora, es como si no supieran jugar.

El entrenador no lo sabe porque pasó sin que el se diera cuenta.

Tiene que ver con el equipo, con lo que se han dicho unas a otras en el cambio de campo.

Resulta, que la de seis no cogió aquel free que iba largo. La colocadora, y la opuesta le han reprochado con la mirada acompañada de una de subida del labio que no duró ni un segundo.

La receptora de seis, asume su error internamente, aunque no lo verbaliza. No obstante, le ha quedado marcada la reacción de sus compañeras en la mente.

Y no solo será esa reacción la que se le quedará.

Unas bolas más adelante, la colocadora le pondrá una bola pasada de varilla a la cual, la receptora, aunque lo intentó, no puedo salvar.

La colocadora y la opuesta volvieron a juntarse un segundo para hablar. Lo hacían mientras la miraban a ella. No supo entender que se decía, pero les notaba enfadadas, imitando el gesto con el que ella trato de salvar la bola.

No le han dicho nada, pero esos gestos han hecho que haya una separación de kilómetros entre ellas aun estando a menos de un metro.

Esta receptora es la máxima anotadora del equipo, la cual, si está enchufada, ella sola se podría hacer el partido. Pero hoy no es su día. No lo está siendo ahora, mejor dicho.

De repente todo lo que toca va fuera o a la red.

Esto, de una u otra forma ha hecho que la precisión de la colocadora descienda, generando así, un descontrol en la colación y errores no forzados en el ataque.

La defensa no funcionó. Rece tampoco.

Empiezan los reproches verbales, las malas caras exageradas y los resoplidos acompañados de aspavientos.

Se perdió ese set.

El siguiente, también.

Y el siguiente.

Se perdió el partido.

El entrenador no entiende nada, y las chicas se van odiándose así mismas y al resto del equipo.

«Así no se puede trabajar».


Los 5 errores que te hacen perder partidos:

Tras esta historia, no real, pero muy real a la vez, voy a contarte los errores más típicos que aprecio en esta y situaciones parecidas. Y que como ves, hacen que el rendimiento del equipo caiga empicado.

Al final, en el PsicoTruco te cuento como EVITAR que sigas cometiendo estos errores.

Error 1: Reprochar con la mirada

No le dijeron nada, cierto.

Pero no les hizo falta. Muchas veces nos duele más eso que no nos dicen que lo que si nos dicen. Esa mirada con ese gesto de asco hace que quien lo recibe directamente se sienta rechazada por el resto. Es algo que automáticamente desconcierta e incomoda a la otra.

Por eso se hace, de forma inconsciente, pero se hace por eso mismo.

Las miradas matan.

Cuida las tuyas.

La gente es muy expresiva y debe saber modular eso si quiere estar dentro de un equipo que gane y en el que pueda sentirse medianamente cómoda.

Error 2: Hablar mal de una compañera a sus espaldas

En este ejemplo vemos como cuchichean algo de la otra compañera frente a ella. Pero no solo lo veo dentro del juego, sino que fuera de éste, al inicio y al final.

Los subgrupos se juntan para criticar la actuación de una de las compañeras para así retroalimentarse sobre lo que opinan.

Nunca verás que una critica a otra delante de alguien que le llevará la contraria. Cuando hablamos mal de alguien necesitamos que el otro nos confirme eso que pensamos.

Ni que decir tiene, el daño que hace esto dentro de un equipo.

Es directamente todo lo contrario a lo que encontrarás en literatura científica sobre grupos y comunicación.

Y como sabes, esto jamás resuelve los problemas, sino más bien, los agranda y distancia a las jugadoras generando odio entre los diferentes subgrupos.

Error 3: No reparar el vínculo tras el fallo

O repararlo mal.

Cuando una compañera falla, no siempre necesita el ánimo de la otra. Hay gente que es capaz de autogestionarse sola.

Eso si, lo que no necesitan pero se encuentran son las malas caras.

Si tu compañera falló y por alguna razón tu no quieres mostrarle tu ánimo o cariño, no lo hagas.

Pero tampoco muestres la expresión contraria.

Ya te lo he comentado por aquí alguna vez, sino tienes nada bueno que decir o expresar: NO DIGAS NADA, permanece callada.

Aun así, siempre aconsejo que tras el error, las compañeras deben seguir mostrando confianza y amor a esa jugadora. No es necesario que le digas algo del error.

Pero si es muy beneficio que le recuerdes a la que falló que sigues confiando en ella. No solo se lo digas, demuéstraselo, dándole oportunidades y estando cerca de ella.

Error 4: Guardarse lo que duele y desconectarse del equipo

Es tan silencioso este error, que parece que nunca está, pero mira por donde, es el que nunca falla.

Te lo dije la semana pasada, uno de los mayores errores que cometemos como equipo y personas dentro de una sociedad, es callarnos las cosas.

Por experiencia propia, nunca sale bien.

La idea principal es callar lo que siento para no generar un conflicto, pero es que el conflicto será mucho mayor si esa cosas pequeña no se resuelve.

No es lo mismo ir tratando un problema de uno en uno, que 20 a la vez.

Además del perjuicio que hace que las jugadoras se callen lo que pasa, es que esto les aleja del equipo.

¿Por qué?

Porque están molesta con este, pero como no quieren hablarlo, no están cómodas con la cercanía. Sino que lo que quiere es alejarse para que se le olvide.

Spoiler, nunca se le olvida.

Error 5: Dejar que el conflicto emocional afecte al juego

Y por último, una de las más importantes para mi.

Esta es la más invisible de todas. Porque no tiene que ver tanto con el resto, sino conmigo misma. El problema es que ese conflicto interno generado por el bucle negativo que no sé gestionar, acaba haciendo que mi rendimiento y el de mi equipo baje.

Sobre esto, será el post de la semana que viene: cómo eso que me bloque a mi, bloquea también a mi equipo.


Consecuencias de estos errores

Siempre que hablamos de relación entren compañeros debemos hablar de la cohesión. Esta es definida por Carron et al., (1998) que está citada por Castillo y Álvarez (2023) como «un proceso dinámico que se refleja en la tendencia de un grupo de permanecer juntos y mantenerse unidos en la búsqueda de objetivos instrumentales o por la satisfacción de necesidades efectivas de sus miembros».

En español, es cuando un grupo quiere estar junto, no solo porque tenga que lograr un objetivo, sino porque de verdad se siente bien estando unido.

Si subimos al ejemplo de arriba, ¿dirías que ese equipo quiere estar junto? ¿se siente unido?

Tenemos muy poca información, pero si eso se repite a menudo, no es un equipo cohesionado.

Y quizás pienses que da igual que el equipo esté o no cohesionado. Pero eso es porque no sabes el efecto que tiene ésta dentro del rendimiento del equipo.

Antes de contártelo, decirte que la cohesión tiene dos grandes enfoques, la cohesión social (se basa en el desarrollo y mantenimiento de las relaciones sociales) y la cohesión a la tarea (relacionada con la actividad y el objetivo común del grupo).

Castillo y Álvarez (2023) sacan la siguiente información de tres metaanálisis en los que se descubre lo siguiente.

En el primero Mullen y Copper (1994) concluyeron que los aspectos de la cohesión a la tarea son los que se relacionan en mayor medida con el rendimiento. Carron et al., (2002) tras examinar 46 estudios que relacionaban la cohesión y el rendimiento informaron que tanto la cohesión a la tarea como la social tienen relación con el rendimiento. Y por otro lado, contrario a éste último Fihlo et al., (2014) encontraron que correlacionaba mayor efecto la cohesión de tarea con el rendimiento. Es decir, daba mayor victorias un enfoque que tenía que ver con la tarea y el objetivo del grupo.

Y entonces, ¿si yo tengo una buena cohesión, voy a tener buenos resultados?

Si solo nos quedaramos con esta información, sí. Pero a esto hay que añadirle un estudio de Rivio et al., (2009) donde vieron como la alta cohesión hizo que en el grupo se diese conformidad grupal, polarización del grupo y pensamiento grupal que descendió el rendimiento del equipo.

Es decir, un equipo debe estar unido y sentirse unido. Pero si este tiene tanta confianza y se lleva muy muy bien, quizás descontrole todo el trabajo y sea una pachanga entre amigos.

Para ello, como algunos estudios marcan, da buena relación con el rendimiento, tener una meta clara en común.

No obstante, viendo que es importante la cohesión y la cantidad de errores que cometemos que la evitan te traigo el PsicoTruco y el PsicoTruco Premium (solo pueden acceder los de la comunidad) para que empieces a ganar y llevarte bien, pero sin pasarte, con tu equipo.


EL PsicoTruco para llevarte bien con tus compañeras y ganar

La buena cohesión se basa en evitar los errores que más arriba mencionamos. Si estos están es más complicado que exista una buena cohesión, ya sea de tarea o social.

Pero para ello, te muestro como reducir esos 5 errores:

Error 1 – Reprochar con la mirada
Cuando una compañera falle, entrena tu gesto neutro o empático. Si no puedes animar, al menos no señales con la cara que estás molesta.

Respira y mantén tu lenguaje no verbal abierto. No sumes tensión, bájala.

Error 2 – Hablar a espaldas de una compañera
Si tienes algo que decir, dilo a quien corresponde y desde el respeto.

Y si no es para ayudar o mejorar, no lo digas.

Si hay algo que no te gustó de una compañera dile al final del entrenamiento: «¿te importa que hablemos a sola un segundo?

Error 3 – No reparar el vínculo tras el fallo
Después de un error, hazle saber (aunque sea con una mirada o un toque en el brazo) que sigues contando con ella. Es más importante que el punto que se perdió. Si se siente sola, jugará peor.

Invítale a que pruebe algo nuevo, fintar, blockout. Muéstrale que a la siguiente le saldrá mejor.

Error 4 – Guardarse lo que duele y desconectarse del equipo
Entrena la valentía de decir las cosas antes de que te quemen por dentro. A veces una frase corta, dicha con calma, desactiva semanas de tensión.

Si no puedes decirlo, escríbelo. Pero sácalo de ti.

Usa a tu entrenador, para que te ayude a resolver ese conflicto a tu ritmo.

Error 5 – Dejar que el conflicto emocional afecte al juego
Aprende a identificar cuándo te estás rindiendo emocionalmente.

Ten preparado un anclaje o ritual mental para volver: una palabra, un gesto, una respiración (si eres cliente mío, sabes que esto lo trabajamos mucho, usa tu Pensamiento Pegatina).

No te dejes llevar por el bucle.

Es buena información, pero se queda algo corto, lo sé, pero por eso debajo tienes el PsicoTruco Premium, con un extra que te ayudará a poner esto en práctica.


PsicoTruco Premium

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Referencias

Castillo, I. & Álvarez, O. (2023). PSICOLOGIA SOCIAL de la actividad física, el deporte y el ejercicio. McGraw Hill.


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Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Lo que no es un equipo, pero crees que si


Cuando era pequeña jugaba al vóley. Durante 7 años, de los cuales apenas tengo 3-4 recuerdos.

Si me sigues desde hace tiempo sabes el motivo.

La cosa es que, durante esos años tan solo ganamos un partido.

UNO.

Solo uno, y tengo el acta como recuerdo en mi casa.

O quizás ganamos más, como no me acuerdo, puedo estar mintiéndote.

La cosa es que no conseguíamos ganar, no había forma.

Y desde ese momento, se me metió en la cabeza, ¿qué hace a un equipo ganar?

Pero esa pregunta, no iba sola, tras ella se me vino, ¿y qué es un equipo?

Luego me fui a estudiar psicología y me olvidé de esto.

Hasta hace tres años, cuando volví al voleibol.


En mi experiencia como entrenadora y psicóloga he podido ir viendo algunos detalles y matices que creo que hacen de un equipo, un equipo ganador.

Y por contra, he visto mil cosas que hacen a un equipo, perdedor.

Que nadie se me eche encima, la experiencia a nivel técnico y táctico son pilares fundamentales. Sino hay esto, no te sirve de nada, ninguna de las ideas que aquí te planteo si tu idea es ganar.

Parece lógico, pero a veces se nos olvida, para ganar necesitar jugar mejor que el otro. Nada más.

El problema es que tengas un mejor juego y no sepas demostrarlo, ahí es donde entro yo y mi trabajo.

Pero si no tienes una base con la que empezar a competir, debes marcarte otros objetivos y seguir trabajando.

Pero yendo al asunto, que nos vamos por las ramas.

Quiero dejarte por aquí algunas de los aspectos que he ido descubriendo que hacen a un equipo ser un mal equipo. Luego, en el PsicoTruco te daré algunas pinceladas para crear un buen equipo.

Antes de nada, te pongo en aviso. Aquí te cuento factores que yo he ido viendo, leyendo y comprobando, no quieren decir que sean los únicos, ni que con ellos toques la gloria.

Pero si te ayudarán a estructurar mejor todo, detectar errores que puedes estar cometiendo y enfocarte hacia donde realmente hay que hacerlo.


Lo que hace que tu equipo vaya mal

Te he dicho que lo voy a contarte está basado en lo que he visto en estos años.

Lo que no te he contado, es que la mayoría de cosas de las que te hablaré son errores que yo misma he cometido con mis equipos.


Plantear mal los objetivos:

Ya sea por poner un objetivo demasiado alto, no ponerlo o tenerlo y no contarlo.

Muchas veces el entrenador tiene en mente lo que quiere conseguir, hacia donde va el equipo. Pero se lo guarda, no sabe porqué, pero no lo comunica. Y claro, el equipo no sabe a donde va.

El problema de esto, no es no saber hacia donde se dirige uno.

El problema es que sino sé para que estoy haciendo esto, llegará un momento en el que me cansaré, me desmotivaré, no pondré interés y no tendré compromiso porque nunca me uní a nada, solo a seguir órdenes.

Es difícil, lo sé, poner objetivos no es sencillo, ni aunque sepas que deben ser SMART.

Cuando vas a la práctica, te das cuenta de que poner un objetivo conlleva muchas cosas.

De todas formas, en el PsicoTruco te doy algunas ideas para que tu objetivo sea un aliciente, no una trampa.

Pero si te digo ahora, que debes tener un objetivo, algo a lo que tus jugadores deben agarrarse y por él cuál ir motivados a cada entreno.

Sin este, en nada vendrá los problemas de cuatro en cuatro.

La sonrisa falsa:

Esto tiene que ver con la relación entre las jugadoras ( y entrenador), y te adelanto, que en las siguientes semanas tendrás contenido sobre esto, pero quiero que hoy te lleves algunas ideas.

Creo que es una de las cosas que más equipos destroza. Tenemos la tendencia de complacer a todo el mundo, de quedar bien.

Y esto sería genial si fuese seguido de la honestidad, de la autenticad del que quiere hacerle bien al otro.

Pero no me encuentro eso, en el equipo que gana sí, en el que no, no.

Me encuentro gente sonriendo, diciendo «no pasa nada» cuando por dentro, le está hirviendo la sangre.

¿Cómo pretende este equipo llegar a algún sitio sino es capaz cada una de sus partes de tener una comunicación asertiva, honesta y sincera?

Y no digo que una tenga que ir mostrando todo el rato lo que siente y como se encuentra, no, eso es egoísmo y te voy hablar de ello justo de bajo.

Te hablo de comunicar de tener en cuenta el bienestar del equipo, el tuyo y el de tu compañera. Si te callas lo que te hace mal, no le haces bien a nadie.

Y los conflictos están y estarán siempre. Si tratas de evitarlos, es cuando se hacen más grandes.

El individualismo:

Nos miramos el ombligo y ahí nos quedamos.

Y hablo también de mi.

Los problemas que vivimos cada uno de nosotros nos parecen enormes porque son nuestros, los estamos viviendo y padeciendo nosotros.

Pero eso no hace que mi problema, preocupación o idea, sea mayor que la de mi compañera.

Un equipo es generosidad, lo veo en las buenas colocadoras, esas que se dejan el alma por poner una buena bola y jamás se queja de la recepción ni de la defensa.

Eso es lo que ayuda, lo que hace que el equipo vaya a mejor.

No lo otro.

Lo otro hace que si mi compañera solo piensa ella, yo decida hacer lo mismo, y así el resto.

No se puede trabajar en grupo donde hay gente que solo quiere satisfacer sus necesidades. Que hable solo de sí, de si le colocaron, de si atacó.

En este individualismo no solo está la parte que te acabo de contar, también está el bloqueo interno, la duda, el no estar concentrado.

Todo eso, también perjudica al equipo.

Te hablaré de eso en las siguientes semanas, con el fin de que puedas estar aportando siempre y con calidad a tu grupo.

El mal liderazgo:

Esto es tan extenso y afecta tanto dentro del equipo, que como habrás adivinado, tengo preparado un post para profundizar sobre esto.

El entrenador debe llevar muchos aspectos hacia delante.

A algunos les sale fácil, son líderes por naturaleza.

Otros, debemos conocernos muy bien y saber como debemos tratar al resto.

Y esto, como ya verás, tiene mucho más que ver con cómo hago las cosas, que con las cosas.

Muy importante, que el entrenador jamás se olvide de la parte personal de sus jugadores.

Son personas, niños en muchas ocasiones y para tener bienestar necesitan tener cubiertas ciertas necesidades psicológicas que el entrenador debe conocer y cubrir.

Sino, el malestar, la frustración y el abandono, están a punto de caer.


El PsicoTruco para formar un EQUIPO de verdad

Te he hablado de cuatro cosas, estoy segura de que debe haber más. Pero dudo de que no sean daños colaterales de algunas de las que te acabo de exponer.

  • El objetivo debe estar meditado con antelación. Debes dedicar tiempo a conocer a tu equipo, cómo funcionan juntos, como están cada una de sus partes y qué recursos y herramientas tienes tú. Luego mira que hay a tu alrededor, que opciones tienes, qué rival. Plantea el objetivo, sin casarte con él, solo como una opción con la que todo el mundo debe estar de acuerdo.
  • El grupo debe ser honesto y asertivo. Los conflictos van a darse, pasamos mucho tiempo juntas, no los evites. Afronta cada pequeña cosa antes de que sea una montaña enorme de la cual no sabes bajar.
  • De forma involuntaria seremos individualistas, nos duele más lo que nos pasa a nosotros, que lo que le pasa al otro. Pero sabiendo esto, debes estar por el equipo, y hacer que tu salud interna mental y física no se interponga en el objetivo común. Primero el equipo, luego tú.
  • Liderar es complejo, requiere mucho cariño, interés y compromiso. Es muy fácil hacerlo mal, pero super agradecido hacerlo bien. Trabajamos con jóvenes y no se nos puede olvidar cuidarles, escucharles y mostrar interés frente a ellos.

Como ya te he contado arriba, hay temas tan importantes que merecen hablarse en detalle.

En las siguientes semanas vas a descubrir en profundidad lo que hace que haya una mala relación entre las jugadoras, entre éstas y el entrenador y cómo afecta la cabecita de cada parte en el buen funcionamiento del equipo.

Cada lunes a las 15h para los de mi comunidad de Telegram (Telegram Web), para el resto, a la noche.


En poco tiempo, el post de lunes desaparecerá. Pero no lo hará el contenido. Seguiré hablando de voleibol y psicología por correo. Déjame el tuyo si quieres saber cómo preparar tu mente para septiembre y el resto de cosas que irán pasando.

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Tu post de cada lunes,

hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Lo que hay tras el ascenso — Temporada 24-25


Siempre me gusta ver más allá de la victoria.

Descubrir que hace que un equipo consiga el premio.

Hoy conocerás qué factores han hecho que los siguientes equipos asciendan a Superliga1.

Sabrás que hay detrás de ello.

Para que puedas copiarlo.

Quizás el año que viene quién asciende eres tú.


Los equipos ascendidos han sido: FEEL Alcobendas y Club Voleibol Melilla por el lado de las chicas; UC3M Voleibol Leganés y Servigroup Playas de Benidorm por la parte masculina.

Como en el post del año pasado (https://marduranmayorgas.com/2024/05/06/lo-que-hay-detras-de-un-ascenso/) he hablado directamente con jugadores y entrenadores de estos equipos para entender qué hay detrás de ese ascenso.

Te presento a los protagonistas del post de hoy y luego te cuento qué me respondieron a las 5 preguntas que te acercarán a tu ascenso:

  • FEEL Alcobendas –Carlota Echávarri (receptora):
  • Club Voleibol Melilla -Aina Nadal (colocadora) y Cristina Cruzado (receptora):
Aina Nadal (colocadora)
Cristina Cruzado (receptora)
  • UC3M Voleibol Leganés – Samy Soto (opuesto) MVP de Superliga 2 y Álvaro Tejero (entrenador):
Samy Soto (opuesto)
Álvaro Tejero (entrenador)
  • Servigroup Playas de Benidorm – Daniel Retuerto (central):

Solo sigue leyendo, si quieres saber cómo han conseguido alcanzar la máxima división de nuestro país.


El conjunto de las siguientes cinco preguntas tienen el fin de poder descubrir que ha hecho que estos cuatro equipos hayan ascendido.

¿Para qué?

Para que tú que quieres ascender sepas qué debe acompañarte durante ese trayecto.

Tendrás el PsicoTruco para que tú y tu equipo podáis incorporar todo lo que aquí os cuento desde hoy mismo.

Si crees que es demasiado pronto para empezar a mentalizarte y construir tu ascenso, no lo hagas, pero no esperes ascender tampoco.

Ellos no lo han conseguido en dos meses, ni en un temporada.

Pero ellos mismos son quien van a contártelo.


1. ¿Desde cuándo teníais claro que el objetivo era ascender?

Puede parecer una pregunta tonta, pero créeme que puede tener mucha influencia en lo que es la temporada. El año pasado te contaba que ninguno de los equipos con los que hablé tenían en mente el ascenso. Y que ellos contaban, que eso mismo fue lo que les hizo ascender.

Este año ha sido diferente.

Desde el primer día de pretemporada, Melilla, Alcobendas y Benidorm sabían que no jugaban solo por competir, sino por subir un escalón más.

«Desde el minuto uno», me contaba Cristina Cruzado, receptora de Melilla. Y eso hace, que desde ese primer minuto, solo tengas una cosa por la que luchar, ya lo decía Aina Nadal «y por eso trabajamos muy duro para poder conseguir el segundo objetivo, pero hemos estado toda la temporada con eso en mente». Lo que hace que desde ese primer entrenamiento, des el alma y no quieras perder ni un segundo.

Carlota del Alcobendas, tenía el mismo objetivo que Melilla, pero con un extra de motivación: «al haber descendido el año pasado, el principal objetivo del club era clasificarse a la fase final para poder luchar por el ascenso». Y es que, no hay nada que generé más apego a un objetivo que haberlo alcanzado ya y perderlo. Las ganas de volver a estar donde se estuvo, son enormes.

Estos equipos lo tenían claro, pero esa claridad no da el ascenso.

Y es que, este año tenían marcado ese objetivo, pero no había sido el primero.

Daniel Retuerto, central de Benidorm, lo tenía clarísimo: «desde que firmé hace tres años, el objetivo era ascender», curioso que Cristina Cruzado me hubiese dicho algo parecido «llevamos 3 años quedándonos siempre a las puertas y este año, lo hemos culminado por fin».

Ya te lo adelanté, esta gloria no se consigue de la noche a la mañana.

Leganés fue la excepción, respecto al planteamiento del objetivo.

Álvaro Tejero, su entrenador, me decía: «en ningún momento marcamos el objetivo del ascenso. Hablamos de trabajar bien cada día».

Y pensarás, pues yo necesito un objetivo en mente. Lo tenían, es más ahora te cuento que había en la mente de uno de sus jugadores, pero no quiero dejar pasar este enfoque.

Cuando hablé con Álvaro, entendí el porqué su equipo había ascendido. La claridad que derrochan sus palabras era asombrosa. Él sabía que quería el ascenso, pero que solo llegarían a él con el trabajo del día a día: «hablamos de la importancia del trabajo que debemos hacer en los entrenamientos, lo demás llegará casi sin darnos cuenta.»

Y tanto que llegó.

A veces dejamos al lado el poder que tiene el trabajo diario, pero quién le da la importancia que merece, está arriba.

¿Tú se la estás dando?

El entrenador del Leganés lo tenía claro, pero su opuesto, Samy Soto, también.

«Desde la temporada pasada que nos quedamos a un paso de perder».

Su entrenador no lo dijo, pero de en su mente no se podía ir que este año iba a tratar de que ese sueño se lograra.

Y el opuesto no pasó desapercibido, fue el mejor de toda la liga llevándose el MVP en la final que ganó.


2. ¿Qué impacto tuvo tener ese objetivo claro en vuestro día a día?

Tener un objetivo tan ambicioso marcó la temporada de forma diferente.

Para equipos como Melilla y Alcobendas, fue un motor de unión y compromiso. «No solo éramos compañeras, éramos familia», decía Cristina, y a la que se le sumaba su compañera Aina «en mi opinión nos ha unido más, ya que luchar por algo tan bonito solo se puede conseguir si se trabaja en equipo».

En el lado de Alcobendas, Carlota Echávarri, describía cómo el equipo se transformó cuando subieron puestos en la clasificación: «la presión nos unió más» y es que el inicio de la temporada no fue el mejor, y eso hizo que «la presión empezó a aumentar cuando comenzábamos a subir puestos en la tabla y nos veíamos capaces de llegar hasta donde nos propusimos».

En este caso, esa presión fue el combustible necesario para poder amarrarse de verdad a lo deseaban como equipo.

En Benidorm, Daniel no me hablaba de presión. Sino que me decía «el impacto fue siempre positivo, las palabras y comentarios eran de apoyo y para un objetivo, mejorar el juego común. Ninguno del equipo tiene nada toxico, y gracias al buen ambiente dentro y fuera del campo hemos conseguido este ascenso tan deseado».

Por el lado del Leganés, la presión apareció solo en el tramo final.

«Durante el año no noté presión, pero sí un pequeño extra de responsabilidad antes de la fase», contaba Álvaro.

Y así lo confirmaba su jugador «el objetivo nos ha ayudado a tener más compromiso con nosotros mismos y con los compañeros para trabajar muy duro muchos entrenamientos para lograr estar a punto para ese objetivo que teníamos».

No te has dado cuenta.

Pero ninguno de ellos te ha hablado de forma individual. No les pedí que me dijeran como habían sido como equipo, pero ellos no pudieron no hablar de ello.

Y aquí encuentro un factor extremadamente importante. Para cada uno de los protagonistas fue importantísimo el trabajo en grupo y la unión que eso formó.

A menudo veo equipos individualistas y jugadores que también lo son.

Pero no hablé con ellos.

¿Será que su ego nunca les llevará a este lugar?


3. ¿Cómo gestionasteis la presión en los momentos clave?

Aquí está la clave que para mi hace que estos equipos estén en Superliga.

La presión la siente cualquiera, saber gestionarla, no.

Y eso.

Justo eso, en una fase final es lo que hace que la ganes o la pierdas.

Me gustó mucho como Daniel, de Benidorm, me habló de la presión. Se nota su madurez personal dentro del juego: «la presión en los momentos claves la gestioné simplemente creyendo en mi juego, en mis capacidades, creyendo en las de mi compañeros y con el apoyo del publico que estaba animando todo el rato. Si tu crees que si juegas bien podéis, para mi es el 80-90% del juego».

En Leganés, la gestión fue colectiva, su opuesto, Samy así me lo dijo «creo que la presión la hemos gestionado desde la unión, somos un grupo muy unido, que aún con nuestras diferencias hemos sabido apoyarnos en todo momento, aún en los momentos de mucha presión».

Pero Soto no solo contaba con la unión para gestionar la presión, sino que también lo hacían desde el banquillo.

«Los jugadores saben que cuentan con la confianza total del cuerpo técnico y que no hemos “castigado” nunca un error técnico si es buscando el objetivo marcado. Además de eso, tenemos la suerte de que en nuestra plantilla hay jugadores con mucha experiencia que gestionan la presión con bastante facilidad», fueron las palabras de Álvaro, su entrenador.

Eso sí, no todos los equipos contaba con la madurez que arriba te cuento.

Carlota, desde Alcobendas, me confesaba esto mismo, «realmente no sabría decir cómo supimos gestionarla. Yo sentía que era una parte fundamental del equipo y eso también hizo que confiara mucho más en mí misma y en mi equipo. Nosotras en los partidos más importantes nos los preparábamos más a fondo, pero a la hora de la verdad, cada una de nosotras se veía ganadora de ese partido. Digamos que nos visualizábamos ganándolo y al final nos creíamos que éramos capaces de conseguirlo, y lo conseguíamos»

No es por echarle flores a mi profesión, pero es que, cuando uno no tiene la experiencia suficiente, la mentalización previa como la visualización es lo que te hará desarrollar la confianza que necesitas.

Y las chicas del Melilla, Cristina y Aina, gestionaron la presión tal que así: «con la confianza en lo que hacíamos, en que lo que hemos trabajado durante tantísimo tiempo, no solo este año, si no todos los anteriores», decía la receptora.

Aina, desde un enfoque más resiliente dijo algo que me encantó: «sabiendo que el fallo existe. Nadie gana un partido 25-0 y tus rivales también saben jugar a voleibol y hacen cosas bien. En los momentos mas difíciles del partido o donde se tiene una mala racha hay que pensar en el punto que viene y no en el que acaba de pasar ya que eso no nos va a generar nada bueno.»

Diferentes formas, muy diferentes de afrontar la presión.

Pero todas daban esa seguridad que cada uno necesitaba para dejar atrás la duda y la presión del momento.

No sé que haces tú para gestionar la presión.

Pero hazme caso si te digo que «él qué» es lo de menos.


4. ¿Qué tres factores consideras más determinantes para lograr el ascenso?

Trabajo, la unión y el compromiso – Samy, Leganés

Confianza, compromiso y concentración – Álvaro, Leganés

Constancia, trabajo y madurez – Daniel, Benidorm

Confianza, determinación y constancia – Carlota, Alcobendas

Trabajo duro y constante, tener el objetivo claro y confianza – Cristina, Melilla

⁠Trabajar en equipo, sacrificio y esfuerzo – Aina, Melilla

¿Cuáles se repiten más?

Lo has leído tan rápido que no te has dado cuenta (pero has subido para contarlo de nuevo).

No te preocupes, vamos a hacerlo juntos para ver cuales de estos factores son los que más importancia han tenido para nuestros entrevistados.

Trabajo: 4

Unión: 1

Confianza: 3

Compromiso: 2

Constancia: 2

Madurez: 1

Objetivo: 1

Determinación: 1

Sacrificio: 1

Esfuerzo: 1

¿Qué te dice este recuento?

A mi me deja algo muy muy claro: TRABAJO, sin este, nada se consigue. Nada.

Eso si, si hay trabajo pero no le acompaña la constancia, el compromiso, un objetivo, el esfuerzo, el equipo o la determinación, no se consigue tampoco.

Pero, algo que quiero que te deje tranquilo o tranquila es que puedes conseguir este objetivo con o sin experiencia.

Dani Retuerto nos habla de la madurez, y más arriba hemos visto como es un jugador con experiencia que sabe gestionar la presión. Su edad y recorrido se lo han dado.

Pero, Carlota, Aina o Cristina, son más pequeñas, esa madurez no la tienen.

Pero no les ha limitado.

Han tenido que buscar otros aspectos como el esfuerzo, la determinación, la confianza y el sacrificio.

La madurez es importante, mucho. ¿Imprescindible? No, si sabes cubrirla con el resto de factores.

Puedes estar al mismo nivel que el que tiene la experiencia, si sabes como jugar tus cartas.


5. ¿Qué aprendiste personalmente esta temporada?

Quería que aquellos que me ayudaron a crear este post, pudiesen reflexionar un minuto sobre eso que se llevaron.

Te voy a dejar aquí que me dijo cada uno, pero antes quiero que pienses tú sobre tu temporada.

¿Qué has aprendido sobre ella?

Ahora que ya sabes que aprendiste tú, te dejo lo que aprendieron ellos:

Álvaro Tejero, entrenador del Leganés:

«Les he dicho muchas veces que soy mejor entrenador gracias a ellos. Tienen libertad casi total para hablar y proponer cosas en casi cualquier momento: tiempos muertos, charlas prepartido, sesiones de vídeo… Generalmente hablan siempre los que tienen más experiencia y todos aportan al grupo. No tengo problemas en modificar algunas situaciones tácticas puntuales si me lo proponen y me dan un razonamiento. Ellos desde el campo me aportan mucha información a mí que desde fuera muchas veces no se puede ver así que estoy aprendiendo de ellos todo el tiempo. Creo que, sobre todo, he gestionado mucho mejor los cambios y las rotaciones este año que el pasado gracias a todo esto».

Qué bonito que un entrenador escuche así a sus jugadores, quiera aprender, no de todo por hecho y crezca junto a ellos.

Samy Soto, opuesto del Leganés:

«Aprendí que soy capaz de cosas que nunca imaginé y que siempre he contado con un grupo de trabajo increíble que me ha ayudado a sacar mi máximo potencial».

Cristina Cruzado, receptora del Melilla:

«Que todo se puede con esfuerzo, que a veces hay que tomarse un tiempo para bajar pulsaciones y seguir con más ganas e ilusión que nunca. Ha sido una temporada durísima, una primera vuelta casi perfecta, unas navidades amargas, una segunda vuelta que empezó mal, pero supimos reponernos, partidos sin entrenador, alguna que otra derrota dura, pero nos lo ganamos a pulso durante tanto tiempo; una prefase DURÍSIMA, pero como he dicho TODO vale la pena. Por muy duro que sea, por mucho que cueste ir a entrenar a veces, siempre vale la pena»


Aina Nadal, colocadora del Melilla:

«Creo que me voy de esta fase de ascenso sabiendo que nunca hay que rendirse, que todo es posible por muy difícil que parezca. Nadie confiaba en que nosotras pudiéramos hacer algo así, creo que ni nosotras mismas. Pero el hecho de no rendirnos nunca e ir a por el rival a muerte aunque este sea mejor que nosotras y ver como le estas ganando nos ha dado una de las mejores tardes de nuestras vidas.»


Daniel Retuerto, central del Benidorm:

«He aprendido a canalizar los momentos de flaqueza o momentos débiles que un equipo pasa, esos momentos en los que no salen las cosas, que han sido pocos por suerte y por trabajo. Saber canalizarlos me ha dado una madurez que no tenía. Y sobre el equipo la capacidad de mantener el buen juego durante un partido entero o la gran mayoría del partido».

Carlota Echávarri, receptora del Alcobendas:

«Lo que me llevo personalmente de esta temporada es que, por suerte, siempre hay algo que mejorar, y cuando crees que lo has conseguido, siempre puedes seguir mejorándolo aún más.
Del equipo he aprendido lo que es la confianza, pero la confianza de verdad. El sentirme una parte fundamental del equipo y poder apoyarme en él, así como él en mí. Brian, nuestro segundo entrenador, dice que en los finales de set es donde se ve realmente cómo es el equipo, y yo creo que ahí es cuando más nos apoyábamos y confiábamos en nosotras mismas. Me ha sorprendido lo fuertes que podíamos llegar a ser, era algo que a principio de temporada era casi impensable. En general, ha sido una temporada llena de aprendizajes y de crecimiento, tanto a nivel grupal como personal».

He decido no cortar nada del aprendizaje de ellos, porque quiero que te sirva como motor, como motivación e inspiración.

Vuelve aquí a leerles cada vez que creas que no puedes, ellos te ayudarán a volver a creer.


El PsicoTruco para conseguir el ascenso

Este post, como te dije tiene un fin muy claro.

Que toda la vivencia del que ya ascendió te pueda servir a ti que quieres ascender.

Te dejo a aquí las seis claves que deben formar parte de tu temporada para que sea cual sea tu nivel, el ascenso sea para ti:

  1. Ten claro a dónde quieres llegar, pero no te obsesiones con el destino.
    Los mejores equipos de esta temporada sabían que querían ascender. Pero no vivían pensando en el ascenso, vivían entrenando como si ya lo merecieran. Focalízate en lo que haces cada día, no solo en lo que quieres lograr.
  2. Crea un equipo, no una suma de individualidades.
    Todos los equipos que ascendieron hablaron de lo mismo: la unión como base del éxito. Nadie gana solo. Si no sois una piña, cuando llegue la presión, se va a notar. Trabaja cada día en los vínculos.
  3. Acepta la presión, no la niegues.
    No se trata de evitarla, sino de gestionar lo que te pasa cuando aparece. Algunos lo hicieron con confianza, otros visualizando el éxito, otros apoyándose en sus compañeras. Encuentra tu manera. Lo importante no es el método, es que lo tengas.
  4. Confía más en el trabajo que en el talento.
    El talento te puede hacer destacar. El trabajo te hace permanecer. Todos, sin excepción, nombraron el esfuerzo constante, los entrenos eternos, los días en los que no te apetece pero vas igual. No hay otro camino.
  5. Si no tienes experiencia, gana en determinación.
    No necesitas haber estado ahí antes. Necesitas querer estarlo tanto, que te lo tomes como si tuvieras 10 años en la élite. Las jugadoras más jóvenes de esta historia no tenían experiencia, pero sí tenían coraje, fe y hambre.
  6. Aprende cada semana quién eres tú como jugador y como equipo.
    El ascenso no solo lo logran los que más puntos hacen. Lo logran los que más aprenden. Los que se escuchan, se ajustan, se transforman. ¿Tú qué has aprendido sobre ti?

Y como ves, no hay magia.
No hay fórmulas secretas.
Solo hay un trabajo silencioso, invisible.
Solo hay personas que creen, que luchan, que fallan y vuelven a empezar.

A todos los equipos que habéis conseguido vuestro sueño:

GRACIAS.

GRACIAS por dejarnos entrar dentro de vosotros, por conocer que hay más allá.

GRACIAS por la confianza y decir que sí a mi propuesta.

GRACIAS por hacer que el vóley crezca y por hacernos sentir.

GRACIAS por recordarnos que el éxito no está en llegar, sino en todo lo que se construye por el camino.

Espero que tú seas quien me ayude a contar la historia el año que viene.


Tu post de cada lunes,

hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Cómo NO ganar una fase de ascenso (y qué hacer si de verdad quieres ganarla)

Dos formas de perder antes de jugar: creértelo demasiado o no creértelo en absoluto.

Esta semana es especial.
Nos jugamos la fase de ascenso a Superliga 2.

Y no estamos solas.


Otros cinco equipos están con el corazón a mil, entrenadores sin dormir y jugadoras repasando mentalmente lo que puede pasar.

Esta semana no es una más.

Es una semana de esas que marcan.

Que se recuerdan con los años.

Que te pueden hacer tocar el cielo… o sentir que todo el trabajo de la temporada se ha ido por el desagüe.

La fase de ascenso es una mezcla explosiva:
Es torneo. Es campeonato. Es sprint final. Es todo en juego.


Pero a diferencia de un campeonato “normal”, aquí no se trata solo de ganar.
Se trata de ascender.
Y eso lo cambia todo.

Partidos muy seguidos. Poca recuperación. Rivalidad máxima.

El trabajo de meses y meses concentrado en un fin de semana.

Da vértigo solo pensarlo.

Y lo que más me llama la atención —y lo que me ha llevado a escribir esto— es que he visto repetirse una escena demasiadas veces:


Equipos que han ganado absolutamente todo durante la temporada, que dominan con claridad su grupo, que quedan primeros con solvencia, llegan a la fase… y no ascienden.

No una vez. Varias.
Y no porque el nivel no estuviera. Ni porque tuvieran mala suerte.
Sino por algo más profundo. Más mental. Más humano.

Mi hipótesis es clara:
Cuando tú pasas toda la temporada ganando con facilidad (o incluso con cierta solvencia aunque haya habido esfuerzo), no has tenido verdaderas oportunidades para cuestionarte.
No has tenido que encontrar recursos nuevos, ni te has visto obligado a cambiar formas de jugar o de afrontar situaciones complicadas.
No has tenido que rebuscar en ti.
No has tenido que sufrir de verdad para sacar un partido adelante.
Y eso, en el fondo, debilita.

Porque competir no es solo jugar bien. Es superarte.
Y si durante meses has ganado sin tener que sacudirte por dentro, puede que llegues a la fase sin estar preparado para el caos.
Para el set que se escapa.
Para el rival que no esperabas.
Para esa sensación de que el guion se rompe… y tú no sabes improvisar.

Y eso se agrava cuando dentro del equipo hay perfiles que se lo creen demasiado… o que no se lo creen en absoluto.
Si has ganado todo, pero tienes jugadoras que dudan de sí mismas o, al contrario, que creen que ya está todo hecho… entonces tienes un problema. Porque ahí aparece el pensamiento inflado, el pensamiento rígido. Y eso, en la fase de ascenso, se paga caro.

Por eso hoy quiero hablarte de las dos formas más comunes de perder una fase de ascenso antes de jugarla.
Y también de qué podemos hacer si de verdad queremos ganarla.


1. El equipo que lo ha ganado todo

Este es el que llega con los deberes hechos. Temporada perfecta, números impecables, sensación de que esto es lo que toca.
Y sí, claro que eso es mérito. Claro que hay trabajo detrás.
Pero ese tipo de temporada tiene una trampa:
No has tenido que construir recursos nuevos.
No te has visto tan en apuros como para buscar otra manera de hacer las cosas.
No has tenido que tocar fondo para salir.
Y por tanto… no has entrenado la resiliencia competitiva.

Llegas con tu versión A. Esa que ha funcionado todo el año.
Pero si en la fase aparece una situación que no encaja con ese guion —y suele pasar—, no tienes versión B, ni C, ni D.
Y ahí, todo se tambalea.

Además, hay algo muy peligroso en ese equipo que lo ha ganado todo: la expectativa inflada.
Ese “esto ya está hecho” que nadie dice en voz alta… pero que se respira en el ambiente.
Ese “somos los mejores”, que puede darte confianza si lo gestionas bien… pero que puede descomponerte si un rival te rompe el primer set.

Por eso, si llegas como favorito, el trabajo más importante no está en la pista.
Está en la mente.
Y pasa por recordar esto:
Tus pensamientos no son la realidad.
Tu mente no sabe el futuro.
Solo propone cosas. Algunas útiles. Otras… no tanto.

No es malo pensar que podéis ascender.
Lo que es peligroso es darlo por hecho.


2. El equipo que no sale en el cartel

Este es el otro perfil.
El que llega sin haber dominado su grupo.
El que ha tenido altibajos. Que ha perdido partidos. Que ha dudado.
Pero que está aquí.
Con hambre.
Con ganas de sorprender.
Y con algo que a veces se convierte en su mayor ventaja:
la capacidad de crecer en el momento clave.

Aquí el peligro no es el exceso de confianza, sino la falta de creencia.
Ese “nosotras no” que se cuela sin que te des cuenta.
Esa sensación de que ya es un premio estar aquí, como si competir por el ascenso no fuera también una posibilidad real.

Y ahí es donde entra la magia de las expectativas bien construidas.
Como explica José Sánchez, la razón, la emoción y la sociabilidad activan las mismas redes cerebrales.
Lo que piensas, lo que sientes y cómo te relacionas con tu equipo… está todo conectado.

Así que, ¿qué pasaría si pensases: “¿Y si lo conseguimos?
No desde la presión, sino desde la oportunidad.
Desde el deseo real de jugar como nunca y ver hasta dónde llegáis.

Esa mentalidad no asegura nada, pero lo cambia todo.
Porque te pone en el presente.
Te conecta con el ahora.
Y eso es exactamente lo que necesitas en una fase de ascenso.


Expectativas: ni infladas ni hundidas. Flexibles

Ni somos los mejores sin discusión, ni somos los peores sin remedio.
Somos un equipo que tiene una oportunidad.
Y si entendemos que nuestras expectativas no predicen el futuro, sino que condicionan nuestra forma de estar, entonces podemos entrenarlas.

Como dice David del Rosario:
“El pensamiento no es una verdad. Es solo una propuesta neuronal.
Y si lo ves así, puedes empezar a relacionarte mejor con lo que piensas.
No se trata de pensar bonito.
Se trata de pensar útil.
De sostenerte mentalmente en lo que venga.

Porque la fase la gana quien sabe jugar…
pero también quien sabe sostenerse cuando todo tiembla.


El PsicoTruco para jugar con una mentalidad ganadora

Expectativa flexible, mente invencible

Antes de cada partido, pregúntate:

  • ¿Qué pensamiento me está dirigiendo ahora?

Si es “esto está hecho” o “esto es imposible”, cambia la frase a:
“No sé lo que va a pasar… pero estoy listo para jugar como nunca.”

Ese es el pensamiento que te mantiene abierto, conectado y presente.
Ahí es donde empieza todo.

Como dice David del Rosario, el pensamiento no es una verdad.
Es solo una propuesta neuronal.
Pero cuando no sabes esto, cuando te crees literalmente todo lo que piensas —ya sea “esto es nuestro” o “esto no lo sacamos ni de broma”—, dejas de jugar. Te paralizas. Te vas del presente.


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Referencias

Del Rosario, D. [TENGO UN PLAN] (2025, 6 de enero).Experto del Cerebro: Cómo Controlar tu Mente y Reprogramarla para una Vida de Éxito [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=OB5HeK6_M84&t=3s

Sánchez, J. [ORDENACIÓN Y DESARROLLO CURRICULAR]. (2024, febrero 22). Emoción y razón en un cerebro social [Video]. Youtube https://www.youtube.com/watch?v=kywpjnygspo&t=275s


Tu post de cada lunes,

hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Jugar tres partidos con la misma camiseta | Superstición vs Rutina


Hoy te escribo desde una reflexión que me llevé del último Campeonato de España Universitario.

Entre partidos intensos, pulsos mentales y emociones a flor de piel, hubo una escena que se repitió más de una vez. Ganamos un partido. Y al terminar, una jugadora dijo:
—Esto ha sido por la camiseta. Ya no nos la cambiamos en todo el torneo.

La escuché, sonreí y seguí a lo mío.

Pero la frase se me quedó enganchada como una pegatina mal puesta.

La volví a oír en otra persona.

Y en otra.

No con las mismas palabras, pero con la misma esencia: «Ganamos porque llevábamos esto, hicimos aquello, no tocamos tal cosa…»

Y me hizo pensar.

Porque es fácil caer en ese pensamiento. Tan fácil como abrazar la idea de que hay algo mágico que decide si hoy ganamos o no.

Como si el partido no se jugara en la pista, sino en la camiseta, en la goma del pelo o en la canción que suena antes del calentamiento.

Eso tiene un nombre: superstición.

Y aunque a veces hace gracia, y a veces da seguridad, también —muchas veces— nos hace olvidar que el mérito, el de verdad, no está fuera. Está dentro.


Las Supersticiones

Las supersticiones tienen su función. No voy a negar que nos calman. Nos dan la ilusión de que tenemos el control en un mundo donde todo es incierto.

En ese sentido, funcionan como un pequeño sedante mental: si hago esto, si llevo esto, si repito esto, me irá bien.

Damisch y su equipo (2010) lo explicaban muy bien: cuando una persona cree que un objeto o ritual le dará suerte, su rendimiento puede mejorar —no porque ese objeto tenga poder, sino porque esa creencia aumenta la autoeficacia. Es el efecto placebo aplicado al deporte.

¿Pero qué pasa cuando nos aferramos demasiado a eso?
¿Qué pasa cuando confundimos un gesto de confianza con una condición obligatoria?
¿Y si un día no tengo la camiseta, la goma, la canción? ¿Dejo de jugar bien?


Superstición vs Rutina

No es lo mismo una superstición que una rutina precompetitiva.
Y me parece importante decirlo, sobre todo como entrenadora y psicóloga.

Cotterill (2010) explicaba que las rutinas precompetitivas son secuencias de acciones conscientes y entrenadas que ayudan al deportista a prepararse mental y físicamente.

No dependen de la suerte ni de lo simbólico, sino de lo repetido con intención: respiración, visualización, activación corporal, palabras clave.

Una rutina se entrena. Se decide. Se construye desde lo que ayuda al cuerpo y al cerebro a entrar en modo partido.


Una superstición es repetir con miedo. Por si acaso. Porque una vez funcionó y no quiero que deje de funcionar.

Y ahí está la diferencia.

Una rutina me recuerda que el poder lo tengo yo.
Una superstición, que el poder está fuera.


No pasa nada por tener manías. Yo también las tengo.

Y muchas veces son parte de nuestra historia con el deporte.

Pero me parece fundamental que aprendamos a distinguir:


¿Estoy haciendo esto porque me prepara, o porque me tranquiliza creer que sin esto no valgo?

Schippers y Van Lange (2006) decían que los rituales supersticiosos no son absurdos: cumplen funciones emocionales.

Nos ayudan a calmar la ansiedad, a sentir que podemos controlar algo en medio del caos.

Pero también advertían: cuando el deportista depende demasiado de ellos, puede volverse vulnerable si algo le impide repetir el ritual.

Te invito a pensarlo.

Porque cuanto más poder le damos a lo externo, menos espacio dejamos para reconocer todo lo que sí depende de nosotras.

Y ganar un partido no es magia.

Es trabajo.

Es cabeza.

Es equipo.

Es constancia.

No te quites el mérito.
No se lo regales a una camiseta.


El PsicoTruco para dejar de darle valor demás a tu camiseta

La próxima vez que te descubras repitiendo algo “por si acaso”, pregúntate:

  • ¿Esto me ayuda a concentrarme o solo a calmarme?
  • ¿Lo hago porque lo necesito o porque tengo miedo a no hacerlo?
  • ¿Qué tres acciones sí están bajo mi control y me preparan de verdad para rendir?

Diseña tu ritual consciente:


Elige 2 o 3 acciones previas al partido que te conecten contigo (respirar, visualizar, dar una palmada, repetir una frase, etc.).

Repite esas sí, porque construyen, no porque condicionan.


Y si quieres llevar tu camiseta favorita, llévala.

Pero que no sea la camiseta la que juega por ti.

Tú llevas el juego dentro.

Lo otro, es decoración.


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Referencias

Cotterill, S. T. (2010). Pre-performance routines in sport: Current understanding and future directions.
International Review of Sport and Exercise Psychology, 3(2), 132-153.

Damisch, L., Stoberock, B., & Mussweiler, T. (2010). Keep your fingers crossed! How superstition improves performance. Psychological Science, 21(7), 1014–1020.

Schippers, M. C., & Van Lange, P. A. (2006). The psychological benefits of superstitious rituals in top sport: A study among top sportspersons. Journal of Applied Social Psychology, 36(10), 2532-2553.


Tu post de cada lunes,

hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Los 5 errores que vas a cometer en el Campeonato de España


Ahora mismo estoy de camino al Campeonato Universitario de España con la selección de la Universidad de Granada.

Y justo por eso quiero escribir esto ahora. Ya lo viví hace dos años y aprendí mucho de esa experiencia.

Porque una cosa es entrenar durante todo el año, competir en jornadas sueltas de liga y vivir la rutina de siempre.

Y otra, muy distinta, es plantarte en un campeonato con partidos cada pocas horas, conviviendo con el equipo todo el día y sabiendo que el margen de error es muy corto.

En campeonato un lo que de verdad marca la diferencia es cómo gestionas tu cabeza.

Así que este post no va de lo que tienes que hacer. De eso ya hablaremos después.

Hoy te escribo para que no caigas en los errores más típicos. Para que no te conviertas tú misma en tu peor rival.

Y para que, si lo haces, al menos sepas cómo salir.


1. Te lo crees todo. Todo lo que se dice, todo lo que piensas, todo lo que esperas

Un campeonato empieza mucho antes del primer pitido.

Empieza cuando alguien dice que tu equipo es favorito. Cuando tu entrenador dice que este año toca llegar lejos. Cuando tú misma te repites que “esta vez sí”.

Y no digo que tener expectativas esté mal. Lo que está mal es que te las creas todas.

He visto a jugadoras con un nivel brutal venirse abajo porque no estaban cumpliendo con “lo que se esperaba”.

¿Pero quién esperaba eso? ¿Y por qué lo haces ley?

El problema de comerte esas ideas sin cuestionarlas es que te sacan de ti. Juegas para confirmar que “eres buena”, no para disfrutar. Y entonces, con un mal partido, se va todo a pique.


2. Te castigas por cada fallo

Esto lo veo a menudo: la jugadora que comete un error y se queda dando vueltas sobre él.

Se cree que hay que jugar perfecto. Que si fallas en un momento clave, el equipo pierde por tu culpa. Que si hiciste un saque fuera, ya no vales.

Y así no se puede competir.

Un campeonato tiene muchos partidos. Vas a fallar. Todos fallamos. El tema no es si vas a fallar, sino qué vas a hacer después.

Lo que suele pasar es que en lugar de cerrar el error, lo arrastras. Lo conviertes en una piedra que te acompaña todo el torneo.

Y claro, con cinco piedras encima no hay quien salte…


3. No te das un solo respiro mental. Ni uno.

Hay algo que no se dice mucho, pero que es fundamental: en los campeonatos, la cabeza se cansa más que el cuerpo.

Partido, descanso, partido.

Análisis, nervios, pensar en lo que viene, pensar en lo que pasó.

No dormir bien.

Comer raro.

Estar todo el rato con el equipo.

El móvil a tope.

El ruido constante.

Y encima tener que rendir.

No hay cabeza que aguante eso sin colapsar.

Y sin embargo, lo normal es que nadie hable de esto. Se habla de las piernas, del hombro, del dolor de espalda. Pero nadie dice: “oye, ¿tu mente cómo va?”

Hasta que llega el partido clave y no puedes pensar. Ni decidir. Ni ver la jugada. Porque estás saturada.


4. Empiezas a controlar lo que ya hacías en automático.

La presión no se nota al principio. Aparece en semifinales. En la última jugada del quinto set. Cuando todo el mundo espera que hagas algo increíble.

Y tú, en vez de confiar, empiezas a controlar.

A pensar cada gesto.

A buscar que todo salga perfecto.

Y ahí es donde te desconectas.

El cuerpo ya sabía qué hacer. Pero tu cabeza se mete donde no hace falta. Y lo estropea.

No fallas porque no sepas.

Fallas porque te olvidas de confiar en que sabes.


5. Te convences de que el equipo ha perdido por ti.

Esta es la más dura. He visto a jugadoras romperse en llanto después de un error en un punto importante. Y decirme: “es que perdimos por mi culpa”.

Y no sabes cuánto me cuesta desmontar eso…

Porque sé que, cuando estás dentro, lo sientes así. Pero no es verdad. Un partido no se pierde por un punto. Ni por un saque. Ni por una persona.

Eso es lo que te dice tu culpa. Pero no lo que pasó.


El PsicoTruco para no desperdiciar tu campeonato

Si has llegado hasta aquí, ya sabes lo que NO hay que hacer.

Ahora viene la parte importante: cómo hacerlo diferente.

  1. Cuestiona cada expectativa.
    ¿De verdad somos favoritos? ¿De verdad tengo que hacerlo perfecto? ¿O puedo simplemente hacer mi mejor partido hoy, con lo que tengo hoy? Confronta cada idea y dialoga con ella. Genera pensamientos que te hagan sentir bien, confiada, no con ansiedad frente a lo que pasará.
  2. Suelta los errores. Literalmente.
    Después de cada partido, abre un blog de notas o una libreta. Escribe todo lo que fallaste, todo lo que te dolió. Sácalo de ti. Y luego escribe cómo quieres jugar el siguiente. Hazlo por ti. Para vaciarte. Para volver a empezar.
  3. Descansa la cabeza. En serio.
    No todo es análisis. No todo es charla técnica. Entre partidos, haz algo que no tenga nada que ver con voleibol, aunque sea 10 minutos. Pasea. Escucha música. Duerme. Respira. Deja que tu mente se reponga.
  4. Juega como sabes, no como crees que tienes que demostrar.
    Cuando llegue el momento clave, no intentes ser perfecta. Sé tú. Esa que ya jugó mil veces bien sin pensar demasiado. Esa que entrenó todo el año para esto.
  5. No te culpes por lo que no hiciste sola.
    Un campeonato lo gana y lo pierde un equipo entero. No te lleves toda la carga tú. No es tuya. Mira todo lo que aportaste. Mírate con justicia.

Y si algo se te olvida en medio del torneo, vuelve a este texto.

Vuelve a ti.

No estás sola ahí dentro.

Aunque a veces lo parezca.



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Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Soy INVISIBLE para mi entrenador

Estaba recién acabada de mi entrenamiento. Mientras recogía mis cosas, alguien se me acercó y me dijo: «Mar, ¿podemos hablar?».

Dame un segundo que acabe de guardar todo y estoy contigo, le dije.

Esta persona empezó a hablarme de como se encontraba jugando. No paraba de fallar, sentía que no tenía oportunidades, y que estaba su equipo y luego el.

Esta división era porque se sentía alejado del grupo.

Seguí hablando con él y aunque parecía que se trataba de alguien con poca autoconfianza y muy centrado en el error, me fui dando cuenta de que no era así.

Es más, hasta el mismo se fue dandose cuenta conforme me contaba cada situación.

¿El problema real?

Me lo soltó con lagrimas en los ojos al final de nuestra conversación.

«Mar, soy invisible para mi entrenador. No me mira, no me corrige, no me habla. Es como si no estuviese allí».

Me dejó helada.

Era la primera vez que alguien me hacía referencia a ese sentimiento.

Me dejó helada, no por nada, sino por la verdad y dolor que había en sus palabras.

No me estaba contando algo por contar, estaba verbalizando algo que le ardía por dentro.

Algo que no sabía cómo hacer para que dejara de quemarle.

No te voy a mentir. En ese momento no supe qué responderle.

Es más, no me acuerdo ni que le dije.

Por eso este post, porque quiero que tenga esa persona y cualquier otra, herramientas suficientes para dejar de sentirse así.


¿Cómo dejo de sentirme invisible si nadie quiere mirarme?

Este tema es complejo. Mucho.

La mayoría de los temas que trato por aquí, hacen referencia a uno mismo.

¿Por qué?

Porque es lo único que podemos controlar. No depende de mi que piense otro o como actúe. Y aunque eso me haga estar mal, no puedo trabajar desde lo que hace o piensa el otro.

Sino sobre como me hace sentir a mi y como actuó yo frente a esa realidad.

Aquí voy a dar por hecho que está «invisibilidad» es real. Y quiero poder trabajar desde ella.

Aunque ya te adelanto, que no va ser fácil y quizás la solución que te doy no te guste.

Y es que, como antes te he dicho, no depende de nosotros lo que otro piense, diga o haga sobre nosotros. Pero si depende de mi cómo actuó e interpreto eso que me ocurre.

El PsicoTruco, estará basado en gran parte sobre ello, pero antes quiero hacerte pensar sobre lo siguiente.

Antes te he dicho que este tema es delicado, pero no sé si realmente puedes apreciar la magnitud de él.

Y es que,

¿cómo dejar de ser invisible para alguien que no quiere verte?

Podemos estar en dos situaciones diferentes.

Por un lado, esa capa de invisibilidad que nos pone el entrenador puede ser de forma inconsciente por centrarse más en otro o darle una prioridad mayor a otro rol que al tuyo.

O, y aún doliendo mucho, actuar así a conciencia. Ignorandote por qué sí.

Si estamos ante la segunda situación, va a ser como pelear contra un muro. Tu te vas a romper y el otro saldrá ileso (aunque, más abajo hay cositas que te ayudarán a no salir con el puño lleno sangre).

Si hablamos de la primera, quizás alguna acción nuestra pueda hacer que el entrenador sea consciente de su conducta y la modifique.

No obstante, voy a darte herramientas para que sea cual sea tu situación, dejes de sentirte con una capa invisible mientras estás en el entrenamiento.


El PsicoTruco para dejar de ser invisible

Necesitamos al resto para sentirnos queridos, útiles y competentes dentro de este mundo.

Lo que otros opinen sobre nosotros, aunque a veces nos hagamos los duros, nos afecta y mucho.

A nadie le gusta sentir que nadie le habla, que nadie le mira. Que es como si no estuviese, porque ni le dejan un lugar físico cuando se juntan.

Más arriba te he planteado dos situaciones, y ahora vamos a hablar por separado de ellas.

Eres invisible pero tu entrenador no es consciente de que provoca esto.

Lo que no le diría si voy a hablar con él:

«No me miras, siempre estás mirando y corrigiendo a otro, no es justo que a mí no me digas nada, así no puedo mejorar porque nunca me ayudas»

Este discurso solo hará que el entrenador se ponga a la defensiva porque hablas de él y sentirá que es un ataque eso que le dices. Él está actuando de forma inconsciente, por lo que, no será consciente de cómo está actuando contigo y por eso lo negará.

Lo que le diría si voy a hablar con él:

«Quiero contarte cómo me siento últimamente al entrenar. Estoy cometiendo errores y no sé bien porque los hago, me gustaría que pudieras ayudarme a identificar que estoy haciendo mal, para mejorar y ser más útil para el equipo»

Estas frases van orientadas a como tú te sientes y a la ayuda que quieres darle al equipo. No eres un egoísta que habla de ti, sino alguien que quiere aportar al equipo. Además, le pides ayuda para que tu entrenador se haga responsable de tu evolución y con ello te ponga el ojo encima cada vez que haces algo. Y no lo hará para regañarte. Sino para ver qué hacer mejor, porque tú le has enfocado la atención en eso mismo. Él no es consciente de que no te mira, y así, tendra una función determinada frente a ti.

¿Cuando hablaría con él?

Después de trabajar en ti y como última opción para hacer que está situacion sea más llevadera.

Para trabajar en ti ante está situación de invisibilidad, hazte las siguientes preguntas:

  • ¿Nunca, nunca me mira ni me dirige la palabra? ¿No me saluda ni se despide de mi?
  • ¿Cuando sí pone los ojos y palabras en acciones mías?
  • ¿Cómo puedo hacer para que cuando ponga los ojos en mi, se quiera quedar y ayudarme?
  • ¿Cómo puedo hacer yo para ayudar a mi equipo con cada acción que hago?

A lo mejor esa invisibilidad se da en acciones de juego.

Trata de coger protagonismo en las acciones que rodean a este.

Trata de ser el que más anima, el que mejor actitud tiene, el que más pelea en defensa.

Sé el mejor en cosas que no tengan que ver con la tecnica ni táctica.

Sé tan bueno y ayuda tanto que sea imposible que el entrenador no te lo agradezca.

Ahí, cuando aportas al grupo dejándote a ti a un lado.

Ahí será cuando dejes de ser invisible y te conviertes en alguien imprescindible.

Eres invisible y tu entrenador no quiere mirarte.

Es jodido, pero tienes poco que hacer.

¿Porque?

Por qué el ya te ha etiquetado en un rol determinado. Aunque hagas cosas bien, quizás ni las vea o le quite importancia.

Siempre he tenido la creencia de que uno acaba teniendo lo que ha cosechado. De forma consciente o inconsciente.

Si tu entrenador te ha puesto x etiqueta desde el inicio, ¿qué has hecho tú para que eso ocurra?

Es decir, si piensas que tú entrenador no te mira ni te habla, a lo mejor es porque lleva tiempo corrigiendote pero no ve que le prestas atención. O que, pasas de él.

Piensa lo siguiente, ¿cómo era al inicio?

Sé honesto, ¿cómo te has comportado ante sus indicaciones?¿cómo te comportas con el equipo?¿en que ayudas?

Y no me vale que eches responsabilidad fuera. Que digas, «Mar es que yo no ayudo pero porque soy invisible y no me hace caso».

¿Y dejando de aportar al grupo crees que serás más visible?

Sí, pero para lo malo.

Solo te observará para regañarte.

Haz autocrítica y trata de ver qué puedes hacer mejor.

Como última opción, también puedes hablar con él. Pero hazlo de la forma que más arriba te pongo.

Nunca ataques a tu entrenador aunque creas que actúa a conciencia contigo.

Porque realmente, no estás en su cabeza y nunca podrás saber si es así de forma consciente o inconsciente.

Solo tienes en cuenta una percepción tuya que puede estar sesgada por la forma en que le miras.


Si tú también te sientes así, guarda este post y vuelve a él cuando lo necesites. Y si conoces a alguien que lo esté pasando mal con su entrenador, compárteselo. Puede ser el primer paso para dejar de sentirse invisible.


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Te veo la semana que viene😝

¿Qué haré una semana sin ti, Mar?

Yo también me lo pregunto…

Pero no te preocupes. Por Instagram (@mardurannn) a lo largo de la semana subiré contenido muy chulo relacionado con todo esto.

¿Mar, no hay charlas este año?

Pues sí, ya ha está el 4er episodio de El Juego Interior del Voleibol y te dejo por aquí la segunda entrevista: Cómo debe ser un colocador con colocadora en Beziers Angels Officiel.

Más contenido que te va a interesar:


Tu post de cada lunes,

hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol

No volverás a ser el mismo tras tu lesión (y eso no es algo malo)

Elena es colocadora en categoría juvenil. Durante un partido importante, en plena defensa de un balón, cayó mal tras un salto lateral y se rompió el ligamento del tobillo. Tres meses de recuperación, fisioterapia, entrenamientos individuales… y ahora, por fin, ha recibido el alta.

Hoy vuelve a entrenar con el grupo. Nadie dice nada, pero todos esperan que sea la de antes.

Y ella también.
O al menos eso cree.

En el calentamiento se siente torpe. En las tareas con balón no llega como antes. Duda en los apoyos. No salta con decisión. Y al cometer el tercer error seguido, una frase le cruza la cabeza: “Ya no soy la misma.”

Y tiene razón.
No es la misma.
Y eso no tiene por qué ser algo malo.

Como psicóloga, lo veo constantemente en jugadoras como Elena. Su vuelta es física, pero su mente sigue en la lesión. Por eso hoy quiero hablarte de cómo gestionar este momento de forma realista, profesional y saludable.


El problema: volver pensando que todo será como antes

Cuando un jugador o jugadora vuelve tras una lesión, no solo vuelve su cuerpo. También vuelve con él una serie de pensamientos, emociones, miedos y expectativas.

He visto a muchos deportistas que, como Elena, creen que por haber recibido el alta ya deberían rendir como antes. Pero esto no es realista ni justo.
No estás en el mismo momento. Tu cuerpo ha cambiado, tu percepción del juego también y tu nivel de confianza está en proceso de reconstrucción.

Volver no es retomar donde lo dejaste, es empezar desde un punto distinto, con nuevas herramientas y una historia en la mochila.


Las consecuencias: cómo afecta no aceptar que has cambiado

Si no aceptamos que el regreso tras una lesión implica adaptación, el rendimiento y la salud mental se ven comprometidos. En el caso de Elena, aparecieron tres bloqueos habituales:

1. Autoexigencia desmedida

Elena se exigía saltar, decidir y ejecutar como antes. No tenía en cuenta que llevaba tres meses sin contacto real de juego. Esta presión la llevó a frustrarse con cada fallo, a tensarse en cada gesto técnico y a desconfiar de sí misma.

2. Comparación constante

No solo se comparaba con su versión anterior, también con sus compañeras que seguían entrenando y compitiendo. Esto generó una narrativa interna de inferioridad: “Van mejor que yo”, “Estoy retrasando al equipo”, “No sé si sirvo ya para esto.”

3. Miedo invisible a recaer

Aunque físicamente estaba recuperada, Elena dudaba en cada recepción y evitaba acciones de salto lateral. El miedo a volver a lesionarse no se había trabajado, y eso la hacía más lenta, menos precisa y más vulnerable al error.


El PsicoTruco: Cómo volver a jugar después de una lesión sin perder la cabeza (ni la confianza)

Vamos a dejarlo claro desde el principio.

Volver a entrenar no significa que estés lista para rendir como antes.

Eso te lo tiene que meter en la cabeza alguien, y si nadie te lo ha dicho hasta ahora, te lo digo yo.

Tu cuerpo ha cambiado.
Tu mente también.
Y el problema no es eso. El problema es que sigues intentando exigirte como si nada hubiese pasado.

Pues no.

Si quieres volver con inteligencia, sin miedo y sin frustrarte, haz esto paso a paso.
No intentes convencerte, ni motivarte.
Haz esto. En este orden. Y verás resultados.


Paso 1: Establece tu “semana cero”

Tu “semana cero” es tu verdadero punto de partida. No es el día que te dieron el alta, ni el día que volviste a entrenar con el grupo.

Es el día en el que asumes conscientemente: “Estoy en un nuevo punto de inicio, y voy a construir desde aquí.”

Durante esa semana:

  • Observa cómo responde tu cuerpo.
  • Apunta qué gestos te generan inseguridad.
  • Registra cómo te sientes antes, durante y después de entrenar.

Haz un registro. Uno simple. Lunes a viernes.
Anota 3 cosas cada día:

  1. Algo que te haya salido bien.
  2. Algo que te haya incomodado.
  3. Algo que necesites trabajar mañana.

Este cuaderno es tu manual de reconstrucción. Sin juicio. Solo información útil.


Paso 2: Define tu “escala de reincorporación”

Te voy a dar la herramienta super útil que te ayudará a seguir de forma adecuada tu reincorporación, sin prisas y con motivación. Se llama: Escala de reincorporación funcional.

La dividimos en 5 niveles.
Tú no pasas al siguiente hasta que sientas seguridad y control en el anterior.

Nivel 1: Presencia

Estás en pista, participas en tareas básicas. Tu único objetivo: moverte sin miedo y volver a sentir la cancha.

Nivel 2: Seguridad técnica

Recuperas la mecánica de tus gestos. Sin presión, sin velocidad. Que tus movimientos sean estables y controlados.

Nivel 3: Ritmo y fluidez

Empiezas a trabajar situaciones más reales de juego. No importa si fallas, importa si lo haces con decisión.

Nivel 4: Reacción y toma de decisiones

Ahora sí: defensa viva, ataque en ritmo, combinaciones reales. Vuelve la velocidad y los errores aparecerán. Aquí es clave tu gestión emocional.

Nivel 5: Competencia

Vuelves al juego real, pero con una diferencia: tienes consciencia, herramientas y feedback. Ya no te exiges como antes, te exiges mejor.

Haz una revisión semanal con tu entrenador/a y sitúate en qué nivel estás.


Paso 3: Entrena tu mente como parte de la rehabilitación

Y aquí, no hay excusa. Si no trabajas lo mental, te quedarás a medias.
Estas son las 3 prácticas que tienes que incorporar sí o sí:

1. Visualización técnica diaria

5 minutos al día.
Cierra los ojos y repite mentalmente los gestos que aún no te salen en pista.
Visualiza cómo los haces bien. Lento. Preciso. Fluido.
Esto no es “pensar en positivo”. Es reprogramar tu sistema motor.
Y funciona.

2. Respiración de control antes de cada entreno

Hazla antes de empezar.
4 segundos de inspiración – 6 de exhalación – 4 repeticiones.
Esto baja tu nivel de activación y mejora tu enfoque.

3. Palabra ancla para el miedo

Elige una palabra corta que te recuerde que estás preparada:
Ejemplos: “Estoy”, “Confío”, “Estoy lista”.
Cuando el miedo aparezca, respira y repítela internamente.
No discutas con el miedo. Redirígelo.


Paso 4: Comparte tu proceso con tu equipo

No cargues sola con lo que te pasa. Habla con tu entrenador/a.
No desde la queja. Desde la responsabilidad.

Frases que puedes usar:
“Me está costando soltar el pie en los apoyos laterales, ¿podemos incluir alguna tarea más específica para eso?”
“Quiero trabajar más la reacción desde defensa, pero todavía me noto lenta en los cambios de dirección.”

Esto no solo te ayuda a ti.
Ayuda a tu entrenador/a a saber cómo acompañarte mejor.

Y si eres entrenador/a, ten esta conversación antes de que lo necesite.
Anticípate.


En resumen

Volver no es solo recibir el alta.
Es reconstruirte desde donde estás, no desde donde te gustaría estar.

Haz este paso a paso.
No intentes sentirte preparada.
Entrénate para estarlo.

Y si un día, como Elena, piensas “ya no soy la misma”, respóndete con esto:

“No soy la misma. Soy una versión que se está reconstruyendo con inteligencia, respeto y compromiso.”

Eso también es jugar.
Eso también es competir.
Y eso, si lo haces bien, también puede llevarte más lejos que antes.


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¿Qué haré una semana sin ti, Mar?

Yo también me lo pregunto…

Pero no te preocupes. Por Instagram (@mardurannn) a lo largo de la semana subiré contenido muy chulo relacionado con todo esto.

¿Mar, no hay charlas este año?

Pues sí, ya ha está el 4er episodio de El Juego Interior del Voleibol y te dejo por aquí la segunda entrevista: Cómo debe ser un colocador con colocadora en Beziers Angels Officiel.

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Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol