La habilidad secreta que hará que un colocador sepa a quién colocar en cada momento

El otro día estaba en sesión y me ocurrió algo muy curioso.

La joven que tenía delante, me sorprendió con su última respuesta.

Tenía tan solo 14 años, pero se le notaba que tiene una gran madurez y que nació para ser colocadora.

Le plantee un ejercicio, dime cuatro fortalezas tuyas.

Tardó un poco, pero solo un poco en tenerlas. Las tres primeras cualidades le salieron de golpe, como si las tuviese preparadas, y la cuarta… esa fue la que me sorprendió realmente.

Lo hizo porque es una habilidad del colocador que yo siempre he pensado que debe tener. Pero también era consciente de que es algo que se consigue con los años y con la experiencia.

Jamás creía que aquella niña, pensase en esa habilidad, ni muchos menos que la dominara de la forma que lo hacía.

Sobre esa habilidad es sobre la que hablaremos hoy mismo.

Además de descubrirtela, te ayudaré en El PsicoTruco a que tú también puedas desarrollarla.


La importancia de la toma de decisiones

Sé que aun no te conté la cuarta fortaleza que me sorprendió de la chica. Pero te la desvelaré en este mismo apartado.

Antes de ello quiero contarte algo.

Como todos sabemos, la toma de decisiones es una de las variables psicológicas que forma parte del voleibol. Es una de las partes fundamentales de nuestra vida y del resultado del juego.

Dentro de este, se encadena una continua toma de decisiones que nos acerca o aleja del ganar.

En cada acción que se juega, cada uno de los jugadores tiene que decidir qué hacer y cómo hacer (aunque esto sea de forma inconsciente).

Desde la forma del saque, hasta la zona concreta al que dirigirlo, el posicionamiento de los brazos en recepción, la habilidad de colocación, la elección del atacante, y la forma de golpeo junto al golpe establecido.

Aunque no lo parezca, ya te desvelé la cuarta fortaleza de la chica. Pero quizás aun no la descubriste.

Si te das cuenta, todo es un continuo tomar decisiones.

Aquel que juga mejor es el que toma mejores decisiones dentro del juego.

Ese que ajusta su tiempo de reacción, la acción y la habilidad de forma específica para sacar el resultado que quería.

El cuidado de la toma de decisiones es un papel fundamental que cada jugador de debe realizar, pero hay uno que tiene más poder que el resto.

¿Cuál dirías que es?

Efectivamente, el colocador (espero que hayas acertado, jiji)

Si nuestra recepción y defensa trabajan bien, pasarán por el colocador todas las bolas. Y este será el que tendrá el poder de decidir quién será el que nos acerque (o aleje) de la victoria.

Es decir, a quién le envía el balón.

Dejando a un lado, el tema técnico y táctico, no porque no sea importante, sino porque no es el campo que más domino, eso se lo dejo a los especialistas de ello.

Quiero hablar de esa toma de decisiones en momentos complicados. No teniendo en cuanta el marcador, que también puede ser, sino teniendo en cuenta el estado de nuestras atacantes.

Y aquí estaría la cuarta fortaleza que la chica me desveló y me asombró.


Si la atacante está bloqueada y me pide la bola, ¿se la coloco?

Pregunta complicada, ¿verdad?

Si no si eres colocador, aunque no sea tu función, ponte un segundo en esa situación.

¿Qué harías?

¿Le colocas la bola para que vuelva a coger confianza?

¿Dejas de colocarle un tiempo para que pueda ir desbloqueándose?

O la pregunta más importante de todas, ¿cómo sabes realmente que está bloqueada?

La respuesta a esta pregunta es la cuarta fortaleza que la chica me comentó.

De forma extremadamente natural me soltó, «se me da bien percibir a quien colocar cuando está bloqueada, según cómo atacó la última vez y con el tono de voz que me pide la bola sé si enviársela a ella o no».

Así me quedé yo.

La chica no solo era capaz de plantearse el estado de sus compañeras, sino que era capaz de PERCIBIR SI RELAMENTE ESTABAN BLOQUEADAS POR SU LENGUAJE NO VERBAL, captando esto, su toma de decisiones acaba siendo acertada.

No por nada, sino porque estaba enviando la bola en cada momento, a la persona que mejor podría resolver la situación.

Y lo hacía mediante el análisis comportamental de su compañera, haciendo un escaneo y uniendo toda la información verbal y no verbal que tenía de cada una de las jugadoras suyas.

Si alguna de ellas le pedía el balón, pero la colocadora sabía que estaba realmente agobiada y bloqueada, no se la enviaba. Sabe detectar que bola si debe ponerle y cuando hacerlo.

No sé que como te has quedado tú, pero que una colocadora de 14 años, no solo piense en esta habilidad, sino que la tenga y la ponga en práctica de forma exitosa, a mi me deja asombrada admirándola.

Pero intuyo que no todos los colocadores tienen esta capacidad, así que, voy a darte algunas ideas de las que estar pendiente si quieres basar tu toma de decisiones en algo que pueda orientarte en esos momentos complicados de juego.


El PsicoTruco para decidir a quién colocar

Inciso, lo que te contaré aquí no tiene que ser tu guía de toma de decisiones sobre que hacer en cada momento.

Dentro del desarrollo del juego, a quién colocar la mayoría del tiempo está sujeto a condiciones técnicas y tácticas del juego. Depende de la recepción o defensa, del plan de juego estipulado por el entrenador o por la disposición del bloqueo del campo contrario.

Y lo último que quiero es que dejes atrás esos factores y solo te guíes por lo que a continuación voy a contarte.

La siguiente información debe ser usada en esos momentos en los que tienes libertad de elección y algunas de tus compañeras no te transmite suficiente confianza.

Vamos a descubrir cual podría ser el lenguaje no verbal de la atacante con confianza, y cuál el perfil de la atacante que posiblemente falle.

Inciso dos, esto que te cuento está basado en mi experiencia como entrenadora y psicóloga, enfocándose en los conocimientos que tengo sobre lenguaje no verbal.

Puede ser que una compañera, aunque muestre un perfil de inseguridad en su ataque, pueda hacer un muy buen punto.

Eso deberá ser un trabajo tuyo como colocadora de comprobar y conocer a tus compañeras y como estás se muestran en cada parte del juego.

Dicho esto, vamos al asunto.


Lenguaje no verbal de una atacante INSEGURA que probablemente fallará el punto:

1. Aspectos paralingüísticos:

  • Tono de voz bajo o temeroso: Si la atacante pide la bola de manera débil o insegura, con un tono de voz bajo, podría estar experimentando dudas sobre su capacidad.
  • Volumen inconsistente: Pide el balón con una voz que fluctúa en volumen, como si no estuviera segura de si realmente lo quiere.

2. Gestos sutiles:

  • Movimientos lentos o torpes: Si su cuerpo se mueve de forma vacilante, como si estuviera pensativa o preocupada, es una señal de inseguridad.
  • Retraimiento: Si evita mirar directamente al colocador o se encoge ligeramente, parece menos preparada para recibir el pase.
  • Rígidez en los brazos: Si mantiene los brazos rígidos, como si no estuviera completamente relajada o lista para atacar, podría ser una señal de tensión o bloqueo.
  • Agacharse o encorvarse: Cuando la jugadora se agacha un poco o tiene la espalda encorvada, podría indicar que no está completamente lista o segura para un ataque potente.

3. Expresiones faciales:

  • Fruncir el ceño: Una expresión facial que muestra tensión o frustración, como si no estuviera disfrutando de la jugada.
  • Mirada desviada o perdida: Si su mirada está hacia otro lado o no sigue el balón con claridad, puede ser un signo de desconcentración.
  • Boca apretada o mordiendo el labio: Esto indica ansiedad o una fuerte tensión emocional, señal de inseguridad.

4. Postura corporal:

  • Cabeza inclinada hacia abajo: En situaciones de baja confianza, la atacante tiende a mirar al suelo, mostrando falta de concentración y energía.
  • Hombros caídos: Si sus hombros están caídos, especialmente después de un error o cuando se prepara para el siguiente punto, refleja falta de motivación o frustración interna.

5. Evaluación del rendimiento previo:

  • Si ha cometido errores o ha fallado varios puntos consecutivos, estos signos pueden intensificarse. La inseguridad tiende a acumularse y se refleja en su lenguaje no verbal.

Lenguaje no verbal de una atacante SEGURA que probablemente hará el punto:

1. Aspectos paralingüísticos:

  • Tono de voz firme y claro: Su solicitud del balón será directa, con un tono de voz firme que demuestra concentración y determinación.
  • Ritmo constante y controlado: Habla con un ritmo consistente que muestra control emocional y confianza en sí misma.

2. Gestos sutiles:

  • Movimientos ágiles y fluidos: Los movimientos de la atacante son rápidos y fluidos, sin titubeos, mostrando que está completamente preparada para realizar el ataque.
  • Postura erguida: Mantiene una postura erguida, con los hombros hacia atrás y la cabeza en alto, indicando energía y foco.
  • Manos abiertas y relajadas: Los brazos se mantienen relajados, sin tensión, lo que sugiere que está confiada en su habilidad para ejecutar el golpe correctamente.

3. Expresiones faciales:

  • Sonrisa ligera o expresión neutral enfocada: Su expresión facial puede ser calmada pero decidida, o incluso una ligera sonrisa de confianza al ver que se siente lista para el punto.
  • Mirada fija y concentrada: Sus ojos siguen el balón con atención, sin distracción, y puede mirar directamente al colocador o a la zona que quiere atacar.
  • Boca relajada o ligeramente abierta: Una boca relajada o una leve exhalación de aire puede indicar concentración y determinación para ejecutar el golpe.

4. Postura corporal:

  • Posición de ataque preparada: Su cuerpo está bien equilibrado y listo para saltar o realizar el remate. Está “en su eje”, demostrando estabilidad y control.
  • Hombros rectos y abiertos: Cuando está segura, la atacante mantiene los hombros en una posición abierta, lo que le permite un rango de movimiento completo y proyecta confianza.

5. Evaluación del rendimiento previo:

  • Si ha realizado un par de buenos puntos o ha tenido una racha positiva, es probable que mantenga esta postura confiada y su lenguaje no verbal sea más seguro. Además, su nivel de confianza en este caso se refuerza con la buena ejecución previa.

Como antes dije, esto es una guía que podrá ayudarte a decidir, pero no debe ser a lo único a lo que prestar atención y no todas las jugadoras que muestran inseguridad acaban fallando.

NI todas las que muestren seguridad, acabarán puntuando.

Ten en cuenta estos aspectos, conoce a tus jugadoras y trata de sacarle el máximo rendimiento a cada una de ellas.

Tras este post, estás mucho más cerca de tomas mejores decisiones dentro de tu juego.


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Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


¿Por qué solo recuerdo lo malo que hice en el partido? | Cómo empezar a recordar lo bueno

Acaba el partido. Sales de la cancha.
Tu entrenador te dice: «Buen partido».
Tus compañeros te chocan la mano.
Pero tú solo piensas en el error del final, el remate que se fue fuera, el fallo en la recepción.

Nada de lo bueno importa. Solo los errores.

Te vas a casa frustrado, con la sensación de que no hiciste nada bien.

¿Te ha pasado?

Déjame decirte algo: tu cerebro te está engañando.


El Sesgo de la Negatividad: Tu mente juega en tu contra

Tu cerebro no es un narrador objetivo. Tiene una tendencia natural a enfocarse en lo negativo.

Se llama Sesgo de la Negatividad, y es un mecanismo de supervivencia: en la prehistoria, recordar un error (como comer una planta venenosa) significaba vivir o morir.

En el voleibol, sin embargo, esto solo hace que te machaques innecesariamente.

Lo peor es que crees que estás viendo la realidad, pero no.

Tu mente está distorsionando los hechos, y si no te das cuenta, ese pequeño error que cometiste se convierte en una losa gigante que afecta tu confianza, tu disfrute y, al final, tu rendimiento.


Haz este experimento

Piensa en tu último partido.

Ahora dime: ¿Cuántas cosas buenas hiciste?

¿Puedes decirme tres jugadas en las que tomaste una buena decisión?

Si te costó responder, pero en cambio recordaste al instante lo que hiciste mal, ya sabes quién está manipulando la historia: tu propia mente.


El precio de no conocer tu mente

Crees que el problema es que «eres muy exigente contigo mismo». Que simplemente «te importa mucho mejorar».

Pero el verdadero problema es que no conoces cómo funciona tu mente, y eso tiene un precio que estás pagando sin darte cuenta.

1. Tu confianza se deteriora

Cada vez que solo te enfocas en lo que hiciste mal, refuerzas la idea de que no eres lo suficientemente bueno.

No importa cuántas veces juegues bien, si tu mente está entrenada para encontrar el error, tu autoconfianza nunca subirá. Y sin confianza, el rendimiento se desploma.

2. Dejas de disfrutar del voleibol

¿Te acuerdas de cuando jugabas solo por diversión? Cuando cada partido era emoción, adrenalina, pasión…

Ahora, cada vez que termina un partido, te sientes insatisfecho. Como si nunca fuera suficiente. Como si jugar bien no importara, porque solo puedes ver lo malo.

Sin disfrute, el voleibol se convierte en una carga, en una fuente de estrés en lugar de satisfacción.

Y cuando jugar deja de ser placentero, el rendimiento baja y la motivación desaparece.

3. Tu rendimiento baja (sin que te des cuenta)

El cuerpo sigue a la mente.

Si te enfocas en los errores, empiezas a dudar. Y cuando dudas, pierdes velocidad, reacción y seguridad en cada movimiento.

Te vuelves más tenso. Más mecánico. Juegas con miedo a fallar en lugar de confianza para arriesgar. Y el miedo siempre te hace jugar peor.

No es casualidad que muchos jugadores con gran talento se queden atrapados en su propia cabeza y no lleguen a su máximo nivel.

4. La presión se convierte en tu peor enemigo

Cuando no conoces cómo funciona tu mente, te conviertes en su prisionero.

Te presionas más. Exiges más. Esperas más de ti mismo, pero sin entrenar la parte que realmente lo necesita: tu mente.

Y así, cada partido importante se vuelve un tormento. Cada error pesa el doble. Cada fallo confirma tu peor miedo: “No soy lo suficientemente bueno”.


El PsicoTruco | Cómo empezar a ver la realidad completa

1️⃣ Haz una «Revisión Objetiva» del partido
Después del partido, escribe tres cosas que hiciste bien y tres que puedes mejorar. Tu cerebro quiere que solo veas los errores, pero tú vas a entrenarlo para ver todo el cuadro.

2️⃣ Cambia la pregunta que te haces
En vez de decir «¿Por qué jugué tan mal?», pregúntate: «¿Qué aprendí hoy?». Esto cambia el foco de lo negativo a lo constructivo.

3️⃣ Mira los datos reales
Si puedes, revisa el partido grabado. Muchas veces te darás cuenta de que tu memoria exageró los errores y que, en realidad, jugaste mejor de lo que creías.

4️⃣ Entiende que tu mente necesita entrenamiento, igual que tu cuerpo
Muchos jugadores entrenan su físico y su técnica, pero dejan su mente al azar. Y la mente es lo que marca la diferencia en los momentos clave.

Un pensamiento mal gestionado puede arruinar tu rendimiento.

Un pensamiento bien gestionado puede hacerte ganar un partido.


Bonus extra

Si un amigo jugara como tú, ¿le dirías que fue un desastre?

Seguramente no. Entonces, ¿por qué eres tan duro contigo mismo?

Deja de hacer zoom en los errores y empieza a ver todo el partido.

Si tu mente no está preparada, te va a jugar en contra en cada partido.

Y si no conoces cómo funciona tu pensamiento, seguirás viéndote peor de lo que realmente eres.


«Si no dominas tu mente, ella te dominará a ti. No te dejes engañar por tu propio pensamiento.»


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Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol

Deja de Quejarte y Empieza a Aportar | 6 Claves para abandonar la queja y funcionar como equipo

A menudo veo y me cuentan como los entrenamientos y partidos están cargados de quejas, las cuales generan una mala vibra que empeora todo a su alrededor.

Hoy, vamos a hablar de ella misma, de cómo los y las jugadoras ponen pegas a todo y los 6 pasos para dejar la queja atrás.


Hace un tiempo, con uno de mis referentes en el voleibol y en gestión de grupo, Aurelio Ureña, hablaba este mismo tema.

El me hizo ver la queja de una forma diferente a la que yo la veía.

Le comenté que en mi equipo estaba sufriendo como mis jugadoras a menudo se quejaban de todo.

De TODO.

De la rotación del ejercicio, del ejercicio en sí, de que hay pocos balones, de que están muy blandos, de que los anteriores han tardado un minuto más en salirse de la pista, de que el ejercicio no sale, de que la compañera no se tira, de que la compañera tiene mala, de que me mira mal…

Así podría pasarme un par de horas.

Llegó un momento en el que esa continua voz que ponía una pega a todo, se volvió insoportable. Generan tan mal ambiente dentro de un grupo, que con que haya dos o tres quejas, de repente todos tendrán una visión negativa frente a eso que alguien se quejó.

Da igual que antes para los ojos del resto estuviese saliendo bien, si alguien se queja, ya destruía todo el entorno de trabajo y esfuerzo que se estaba desempeñando.

Como antes te dije, Aurelio me ayudo a verlo desde una perspectiva diferente. Él me dijo que «cuando una persona se queja, lo que hace es hacer colectivo un desagrado propio».

¿Qué quería decir esto?

Que si un jugador dice, «el ejercicio es muy aburrido» o «así no se puede trabajar», lo que está haciendo en verbalizando algo que a él no le agrada. Pero si te das cuenta, no habla de lo que el siente, sino que lo generaliza.

En ese momento, quizás otro jugar estaba sintiendo algo parecido en ese ejercicio, pero seguía trabajando para que le saliera mejor, pero… en cuanto escucha de otro decir «este ejercicio es una mierda», ¿cómo crees que pensará y actuará el otro?

¿Se centrará y se esforzará más para que salga el ejercicio? ¿o en cambio empezará a reducir su trabajo y unirse a la queja?

¿Cómo contribuye esta queja dentro del clima del equipo?¿Hace que se trabaje peor?¿o que de buenas a primeras, la gente deje de esforzarse?


La causa de la queja

Bajo ciencia cierta, no la sé.

Bajo mi experiencia como entrenadora y psicóloga, pienso que es la siguiente.

Piensa en una cosa, cuándo tú te quejas, ¿por qué es?

  • ¿Es porque va todo genial, estás enfocado y trabajando en equipo?
  • ¿Es porque no te sale nada bien, y te sientes tan frustrado que necesitas deshago?

Pues sí, la respuesta más habitual es la segunda. Es más nunca he visto a alguien comprometido y responsable quejándose.

¿Porque no?

Por que cuando las cosas van bien, no hay quejas. Obvio, ¿no?

Pero no es solo eso, nunca hay quejas si el jugador se responsabiliza de su entrenamiento, de su progreso y de su estado.

El jugador se queja cuando cree que el resto deben trabajar para él y hacer que el resalte sin hacer mucho. Y si esto no ocurre, es cuando uno se queja.

La falta de autocrítica es para mi una de las mayores causas de las quejas.

Cuando algo va mal, uno antes de echar culpas o quejar sobre algo, debe mirarse así mismo, para ver que puede mejorar él.

A menudo veo como jugadoras se quejan de algo que ellas también están haciendo, qué hipócrita, ¿no?

Sí, y así hay muchos casos.

Creo que en ese momento, cuando uno siente que no es capaz de realizar eso que debe salir, la incomodidad es tan grande que la única opción que tiene es verbalizarlo para que así ese malestar salga de él y otro se encargue de solucionarlo.

Pero es que esta queja, solo genera un entorno de mal ambiente en el que nadie trabaja a gusto.

No por nada, sino por que una queja no es más que hablar mal de algo.

No es detectar un problema y querer solucionarlo. No.

Es hacer referencia a lo que se hace mal y encima de todo, contribuir a que se siga haciendo peor.


El PsicoTruco para abandonar la queja

La idea base es muy clara.

Solo habla si vas a aportar. Si tu contenido ayuda, habla. Si solo vas a decir algo para desahogarte sin buscar mejoría interna, cállate.

Si eres entrenador, solo permite esto: comunicación que aporte.

Jugador si ves que algo va mal y podría mejorarse, acércate a tu entrenador y coméntaselo a él, pero nunca verbalice tu malestar para que así otro sienta la incomodidad como tú, y es que, mal de tontos, consuelo de muchos.

Si te quejas hablas más de ti que del foco de la queja.

Te está convirtiendo en un irresponsable e individualista que carga de mal ambiente a un grupo solo para sentirse un poco mejor.

En vez de la queja haz lo siguiente:

  • Cuando veas que algo no está saliendo como quieres, mírate a ti. ¿Qué estás haciendo?¿Estás teniendo la intensidad y buena cara que te deberías tener? ¿Haces de lo que te quejas?
  • Modifica internamente en ti, eso que quieres ver fuera. Imagínate que tu queja es sobre el pase en colocación. Se queda continuamente corto y el ejercicio no se puede hacer bien. En vez de soltar 💩 por la boca, concéntrate en hacer mejor tu trabajo para que ese mal pase se note lo menos posible.
  • Ayuda a que tu fuente de queja se haga más pequeña. No verbalices lo que no te gusta, actúa. Quizás no está saliendo algo por una mala actitud de tus compañeras. Actúa y compórtate TÚ con la actitud que querrías que tuviese tu compañera y arrástrala a tu terreno, no permitas que sea al contrario.
  • Asume que eres jugador. No eres la entrenadora, por que tu función no es dirigir el equipo ni preparar entrenamiento. No opines si no vas a ayudar a tu entrenador. Puede equivocarse, claro que sí, pero nunca deja de ser la autoridad y debe tu respeto. Si crees que algo puede hacerse mejor, de la forma más educada que existe, sugiérele un cambio. Pero tú no eres el entrenador y debes agradecer su trabajo y empeño en el equipo aunque el resultado no sea el correcto. Lo está haciendo lo mejor que sabe y puede.
  • Responsabilízate de tus acciones y de tu resultado. Si tu remate fue a la red, no culpes a la colocadora. Si la colocación no fue bien, no culpes a la receptora. Si la acción la realizas tú, la culpa es tuya. Puede venirte una mala bola, sí, pero si la empeoras, el problema a sido tuyo. Tu compañera lo hizo lo mejor que pudo, si una mala bola, decides estallarla contra la red, es que eres muy egoísta.
  • Trabaja en equipo y haz que se trabaje siempre lo mejor posible. Comunica aquello que aporta al grupo, que mejora a tus compañeras, al entrenador y al ambiente del grupo. Sino tienes algo bueno que decir, no digas nada.

Como entrenador, sé muy firme con esto. Trata de que las quejas se disminuyan recordando que si el mensaje no ayuda, que no se diga. Haz que el equipo se comprometa a señalizar a esa persona que se queja y que trate de enfocarse en mejorar lo que está en sus manos.

¿Y tú que quieres un compañero que se queja o que aporta?

Encárgate tú de ser el que aporta. Si todos se enfocan en esto, el equipo funciona.


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Yo también me lo pregunto…

Pero no te preocupes. Por Instagram (@mardurannn) a lo largo de la semana subiré contenido muy chulo relacionado con todo esto.

¿Mar, no hay charlas este año?

Pues sí, ya ha está el 3er episodio de El Juego Interior del Voleibol y te dejo por aquí la segunda entrevista: El miedo a la lesión y cómo afrontar un error con Fran Ruiz, receptor del Vidya Viridex Sabaudia:

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Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


No juegas bien porque tu mente se ancló al error | Explicación Neurocientífica del bloqueo mental

A menudo veo como jugadores y entrenadores pierden la concentración en el juego tras la realización de varios errores.

Me fascina ver el poder que tiene la mente en el rendimiento deportivo, ya que si no sabemos cómo funciona éste, podemos estar anclándonos continuamente a un mal funcionamiento de nuestras capacidades y técnica.


La explicación del bloqueo mental dentro del vóley | Ceguera Neuronal

Todo lo que te explicaré hoy está sacado de Neurociencia del cuerpo, un libro maravillo en el que Nazareth Castellanos (licenciada en física teórica y doctora en neurociencia) lleva las investigaciones más actuales sobre el mundo de la neurociencia del cuerpo, a la población general.

En él nos cuenta que «la percepción tarda su tiempo en llegar, pero también tarda un tiempo en irse» (Castellanos, 2022).

Esto quiere decir, que cuando nosotros captamos la información del exterior (el jugador contrario con el balón en la mano) mi conciencia tarde algunos milisegundos en percatarse de ello. Desde que capto el estímulo hasta que mi corteza frontal lo detecta, pasa un tiempo. A eso se refiere Nazareth a que la percepción tarda su tiempo en llegar.

Y esto, creo que todos más o menos lo sabemos, pero lo curioso aquí es la segunda parte, también tarda en irse.

Castellanos (2022) nos cuenta que cuando percibimos una imagen, nuestro cerebro la procesa y permanece unos segundos enganchado a esa imagen, a eso que percibió.

Es decir, yo en cuento veo y soy consciente de que el jugador contrario tiene el balón para sacar, no se va en cuanto llega.

Pero eso no es todo, sino que «la siguiente imagen que llega será procesada por el cerebro que continúa gestionando la información anterior, por lo tanto, la nueva percepción será siempre una comparación con la anterior» (Castellanos, 2022).

¿Te suena?¿No te ha pasado que el punto anterior ya acabó pero en tu mente aun siguen restos de esa acción que se queda rondando por tu pensamiento?

Pues esto es a lo que se refiere nuestra neurocientífica cuando dice que la nueva percepción siempre será una comparación con la anterior, y es que, si remato bien y luego mal, el segundo remate, siempre será una comparación de lo que antes había pasado.

A lo anterior, Nazareth dice que «cuanto más rápidamente de suceden los hechos más evidente será la huella» (Castellanos, 2022).

Y ahora yo te pregunto, ¿hay algo más rápido que el voleibol? ¿Más rápido que esos tiempos cero del central o ese saque en potencia que en un segundo está a tu lado viajando a 100km/h?

No, y esto complica mucho más todo el juego y la concentración en él. Ya que cada acción va dejando una huella en nuestra percepción, dificultando las siguientes.

En el libro, la experta en neurociencia nos cuenta con un ejemplo japonés este hecho.

Ella dice que en Japón hay un término llamado maru, que tiene que ver con las perturbaciones que deja un barco cuando pasa por el mar.

«La percepción también tiene sus marus, perturbaciones en la actividad neuronal que permiten y protegen la expresión de la percepción» (Castellanos, 2022), con lo que continúa diciendo «al igual que en el mar, donde acercarse a una nave en movimiento perturba el navegar de quien se acerca, en el cerebro la percepción se abre paso entre un mar neuronal plagado de experiencia previas« (Castellanos, 2022).

Y esto mismo es lo que ella llama ceguera neuronal, que hace referencia a la resistencia neuronal frente a un estímulo previo, que genera un estado en el que imposibilita al cerebro para procesar el estímulo siguiente por estar excesivamente involucrado en el procesamiento anterior.

Dicho de otra forma, te cuesta percibir el ataque del central contrario porque tu atención se quedo en la acción anterior (la recepción).

Y aquí, Castellanos (2022) añade una información muy relevante para lo que nos atañe dentro del deporte «los estados de estrés aumentan la viscosidad y, por lo tanto, dificultan la flexibilidad con que el cerebro debe responder a un mundo en constante cambio». Haciendo que tardes más en responder una vez se ha desarrollado la siguiente acción.

Finaliza Nazareth (2022) este apartado diciendo que: «la percepción no es una secuencia de actos independientes unos de otros, depende de a donde va y de donde viene». Y es que, como ella diría, nuestra dinámica neuronal es un océano lleno de marus (Castellanos, 2022).


El PsicoTruco para dejar los bloqueos mentales durante el juego, atrás

¿Cómo soluciono este funcionamiento involuntario de marus y ceguera neuronal?

Nazareth nos da la solución, ya que algunas hay estudios en algunas universidades donde se comprobó esto mismo.

«La Universidad de Lyon midió la duración de la ceguera neuronal en los meditadores y observó que sus cerebros procesan la información que llega y al poco de desaparecer la ceguera se desvanece, lo que permite la percepción de información nueva» (Castellanos, 2022).

Es decir, aquellos que incorporan la meditación en su día a día, son capaces de tener menos ruido mental y permitir que en cuanto la información se capta, se puede percibir nueva, quedando la ceguera neuronal casi imperceptible.

Teniendo esto cuenta, te doy algunas ideas para que puedas ir instaurando en tu rutina deportiva de voleibol.

  • PRE- JUEGO:

Siéntate en una posición cómoda, cierra los ojos y concéntrate en la respiración (5 minutos).

Pon tus manos en el abdomen y siente como éste se deshincha e hincha.

Cada vez que notes pensamientos distractores, suavemente redirige tu atención a la sensación del aire entrando y saliendo.

  • MICRO PAUSA DURANTE EL JUEGO

En momentos de baja actividad, toma “micro-pausas” mentales de 10 a 15 segundos.

Justo después de cometer un error, cierra brevemente los ojos (o fija la mirada en un punto neutro en la cancha) y realiza 3 respiraciones profundas y controladas.

Esto te ayudará a “resetear” la percepción, disipando el rastro del error anterior y permitiendo que la mente se abra a la nueva información sin interferencias de lo vivido.

  • POST JUEGO

Al terminar una acción complicada (como un remate o un bloqueo), dedica unos segundos a “desconectar” mentalmente.

Realiza un breve conteo interno (por ejemplo, “uno, dos, tres”) mientras visualizas una imagen relajante (como el mar en calma, evocando el concepto del “maru” en la percepción).

Esta pausa breve actúa como un reseteo neuronal, minimizando la persistencia de la huella del error y permitiendo que la percepción se renueve.


Incorpora estas acciones en cada entrenamiento, te permitirán tener mucha claridad mental, rapidez en tus acciones y disminuir el estrés que pueden producir momentos de mucha activación.

Empieza practicándolo en cada entrenamiento e incorpóralo poco a poco en tus partidos.


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Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Referencias

Castellanos, N. (2022). Neurociencia del cuerpo. Editorial Káiros.

Saturación del Entrenador: El Paso Previo al Burnout

Un tema del que casi nadie habla y que es necesario visibilizar.

Hoy te hablaré desde mi experiencia, no solo como psicóloga, sino también como entrenadora.

He sentido en mi propia piel esa saturación de la que te voy a hablar, y sé que no soy la única.


La señal de alerta que no puedes ignorar

El otro día estaba con una compañera. Se la veía cansada, demasiado para ser lunes. Algo no encajaba.

—¿Dormiste mal? —le pregunté.

—No… pero es que no puedo más. No quería ni venir ahora. Estoy harta del voleibol.

Esa frase me encendió todas las alarmas.

Hablando con ella, nos dimos cuenta de que llevaba siete días seguidos encerrada en el pabellón, entre entrenamientos, partidos y responsabilidades personales. El fin de semana había sido agotador: partidos interminables, viajes, llegar tarde a casa… Y el lunes, en lugar de comenzar con energía, ya estaba quemada.

Si una persona que ama el voleibol dice “no puedo más”, algo no va bien.

Le pedí que buscara un momento en la semana para desconectar. Solo un rato. Un respiro. Porque si no lo hacía, el estrés seguiría acumulándose, empujándola cada vez más cerca del burnout.


Saturación Emocional del Entrenador: El Costo Invisible

Recuerdo mi primer año como entrenadora. Llevaba tres equipos. No era diseñar entrenamientos lo que más me agotaba, sino el desgaste mental y emocional de gestionar a tres grupos de adolescentes.

Sabemos que cada equipo es un mundo, y que cada jugadora, aún más. Para hacer bien nuestro trabajo, no podemos tratarlas a todas igual, ni enfocarnos en la misma tarea de la misma manera.

Entrenar un solo equipo ya requiere tiempo, energía y paciencia. Llevar tres o cuatro es hipotecar tu vida al pabellón y a los equipos… y olvidarte de ti mismo en el proceso.

Porque el trabajo no termina cuando acaba el entrenamiento.

  • Horas analizando partidos
  • Haciendo estadísticas
  • Buscando soluciones
  • Diseñando estrategias

Toda esa carga mental pesa. Y se nota.

Yo empecé a notarlo cuando mi capacidad de tomar decisiones se vio afectada. A veces, aunque estuviera físicamente en la pista, mentalmente estaba en otro lugar. Me sentía bloqueada. No podía reaccionar rápido.

Y lo peor vino después.

Cuando la fatiga se acumuló, llegó la desmotivación. Perdí la ilusión. Mis ganas de entrenar bajaron, y con ellas, la calidad de mi trabajo.

¿Cómo llegué hasta ahí?

Porque mi vida se redujo a voleibol.

No tenía descanso. No tenía otros espacios donde desconectar. No tenía un “yo” fuera del pabellón.

Y eso me pasó factura.

Lo veo repetirse en otros compañeros. Pensar 24/7 en voleibol se ha normalizado. Puede parecer algo positivo, pero si no tienes nada más en tu vida, corres el riesgo de caer en una dependencia emocional con el voleibol, generando una relación tóxica con lo que antes amabas.


¿Saturación o Burnout? La Línea Fina Que No Debes Cruzar

  • Si sigues yendo a entrenar con pasión, este post no es para ti.
  • Si cada vez te cuesta más, si las ganas se han ido, si todo pesa… necesitas parar y replantearlo.

Aquí te dejo las diferencias para que sepas si lo que sientes tiene que ver con uno u otro.:

Saturación del Entrenador:

  • Sensación de sobrecarga mental y emocional.
  • Cansancio, irritabilidad y dificultad para desconectar.
  • Todavía hay pasión, pero la gestión emocional es difícil.
  • Se puede revertir con estrategias adecuadas.

Burnout (Síndrome del Quemado):

  • Estrés crónico mal gestionado.
  • Agotamiento físico, mental y emocional extremo.
  • Despersonalización (pérdida de empatía con jugadores).
  • Desmotivación profunda y sensación de ineficacia.
  • Requiere descanso prolongado e incluso ayuda profesional.

Si te identificaste con el burnout, tu salud mental está en peligro. No lo ignores. Busca apoyo antes de que vaya a más.


El PsicoTruco | Cómo Dejar de Estar Saturado y Volver a Disfrutar

No se te puede olvidar algo fundamental:

Antes que entrenador, eres persona.

Amar tu trabajo es maravilloso, pero no puedes permitir que te consuma. Aquí tienes algunas estrategias que me han ayudado a no caer de nuevo en la saturación.

1️⃣ Programa un día (o medio día) SOLO PARA TI

Si tu trabajo no te lo permite, busca una tarde, una mañana o unas horas en la semana. Sal del pabellón. No vale quedarse en casa viendo TikToks. La clave es hacer algo que requiera tu atención:

  • ✔️ Ir al cine
  • ✔️ Quedar con amigos
  • ✔️ Jugar al pádel
  • ✔️ Caminar por el parque

Si tu mente no está concentrada en otra cosa, inevitablemente volverá al voleibol.


2️⃣ Organiza tu semana el domingo

  • Escribe todo lo que debes hacer.
  • Asigna cada tarea a un día.
  • Cada noche, revisa el día siguiente.

Incluye entrenamientos, horas de salida, preparación de comidas, descansos… TODO.

Esto te dará una sensación de control y claridad, evitando que el estrés se acumule.


3️⃣ Dedica 10 minutos al día SOLO PARA TI

Puede ser tu rutina de skincare, leer antes de dormir, jugar un videojuego. Lo importante es que ese tiempo sea tuyo y solo tuyo.


4️⃣ Aprende a gestionar tus emociones

Vas a lidiar con adolescentes o adultos todos los días. Tendrás momentos en los que las cosas no saldrán bien.

Si no sabes manejar tus emociones, la frustración te irá quemando poco a poco.

Es mejor procesarlas cada día que dejar que se acumulen hasta explotar.

Vas a necesitar tener herramientas para afrontar tu día a día.


Estas estrategias me han permitido seguir disfrutando de entrenar, dar lo mejor de mí a mis jugadoras, tomar decisiones con claridad y mantener la motivación incluso cuando los resultados no acompañan.

Si te sientes saturado, habla con alguien. Escribe. Encuentra una forma de sacar lo que llevas dentro.

Y si sientes que el solo hecho de pensar en entrenar te genera angustia, contáctame. Podemos trabajar juntos para recuperar la motivación por lo que amas.


Te veo la semana que viene😝

¿Qué haré una semana sin ti, Mar?

Yo también me lo pregunto…

Pero no te preocupes. Por Instagram (@mardurannn) el 14, día de San Valentín habrá un video especial y a lo largo de la semana habrá contenido muy chulo relacionado con todo esto.

¿Mar, no hay charlas este año?

Pues sí, ya ha está el 3er episodio de El Juego Interior del Voleibol y te dejo por aquí la segunda entrevista: El miedo a la lesión y cómo afrontar un error con Fran Ruiz, receptor del Vidya Viridex Sabaudia:

Más contenido que te va a interesar:


Tu post de cada lunes,

hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Tienes una relación tóxica con el voleibol y no lo sabes | Especial San Valentín

Mi historia de dependencia emocional

A los 15 años, viví una relación que me atrapó sin darme cuenta. No era amor, aunque yo lo creía. Era dependencia.

Cada día giraba en torno a él. No importaba qué planes tenía, si existía la posibilidad de verlo, todo lo demás quedaba en segundo plano. Si me escribía un mensaje, mi corazón se aceleraba de felicidad. Si tardaba en responder, mi mente entraba en pánico.

Sin darme cuenta, mi felicidad dejó de ser mía. Se convirtió en una montaña rusa que él manejaba sin saberlo.

Las opiniones de los demás dejaron de importarme. Las amistades de toda la vida se fueron desdibujando, porque en mi mundo solo había espacio para él. Lo que a mí me gustaba, lo que yo quería, pasó a un segundo plano.

Con el tiempo, me convertí en una versión de mí misma que no reconocía. Insegura, frágil, dependiente. Me daba miedo hacer cosas sola. Sentía vergüenza hasta de hablar con un camarero si él no estaba.

Pero lo peor de todo no era la dependencia. Lo peor era cuando las cosas con él iban mal. Porque cuando él me fallaba, no tenía dónde sostenerme. Había construido mi mundo sobre una única persona y, cuando ese mundo temblaba, yo me derrumbaba con él.

Durante seis años viví así. Hasta que llegó el momento que lo cambió todo.

Me fui de Erasmus. De repente, estaba en otro país, con otra vida, sin él. Y tuve que aprender a vivir sin su presencia.

Al principio fue difícil. Me sentía vacía. Pero poco a poco, empecé a descubrir algo que había olvidado: yo tenía vida más allá de él. Hice amigos, salí, viajé, disfruté de pequeños momentos sin que mi felicidad dependiera de una notificación en el móvil.

Por primera vez en mucho tiempo, me sentí libre.

Y fue en ese momento, cuando construí una vida donde él no era el centro, cuando entendí la verdad: aquello no era amor, era una cárcel emocional.

Pude soltar. Pude cerrar ese capítulo. Y lo más importante: pude convertirme en alguien que no dependía de nadie ni nada para ser feliz.


¿Y qué tiene esto que ver con el voleibol?

Tal vez esta historia te suene. No por una relación de pareja, sino por la relación que tienes con el voleibol.

Si sientes que tu estado de ánimo depende de cómo juegas, si tu felicidad fluctúa según lo que dice tu entrenador, si sientes que sin el voleibol no eres nadie… puede que tu relación con el deporte no sea sana.

Lo mismo que me pasó a mí con aquella relación, le pasa a muchos jugadores con el voleibol.

Pero, igual que yo aprendí a vivir sin depender de una persona, tú puedes aprender a disfrutar del voleibol sin que tu felicidad esté atada a él.

¿Quieres saber si tienes una relación tóxica con el voleibol? Te lo cuento más abajo.


Así es una relación tóxica con el voleibol

A continuación voy a mostrarte con ejemplos reales del día a día del voleibol, como sería una relación un tanto insana con tu hobbie.

1. Dependencia emocional: tu felicidad depende del voleibol

Es sábado por la tarde, acabas de perder un partido. Estás en casa, pero no puedes disfrutar de la cena con tu familia. No tienes ganas de salir con amigos. Estás dándole vueltas a cada error, sintiéndote mal contigo mismo. Si hubieras ganado, estarías feliz y motivado, pero como perdiste, sientes que no vales nada.

Si ganas un partido, estás en la cima del mundo. Pero si pierdes, tu día se arruina.

Si tu felicidad depende del voleibol, no eres tú quien decide cómo te sientes, sino los resultados y el rendimiento. No controlas tus emociones, el voleibol las controla por ti.

2. Autoestima condicionada: solo te sientes valioso si juegas bien

Haces un error en un partido y el entrenador te saca del campo. Mientras estás en el banquillo, en lugar de seguir el partido, te repites a ti mismo: «Soy un desastre, seguro que no vuelvo a jugar». Al final del partido, el entrenador no te dice nada. Te vas a casa convencido de que no sirves para el voleibol.

Si haces un buen entrenamiento o un buen partido, te sientes confiado y seguro. Pero si fallas, tu autoconcepto se destruye. Tu valor personal depende de tu rendimiento.

Si juegas bien, te sientes valioso; si juegas mal, te sientes un fracaso. Esto genera ansiedad y miedo al error, lo que termina afectando aún más tu rendimiento, haciéndote jugar mal.

3. Miedo al abandono: no soportas la idea de que te dejen fuera

Durante la semana has entrenado mal, y llega el viernes. Estás obsesionado con la idea de que quizás no estés en el seis titular. Antes de que diga la rotación, ya estás nervioso. Cuando ves que no juegas, sientes que te han traicionado. No piensas en mejorar, solo en lo injusto que es todo.

Tienes pánico de no ser convocado, de perder la titularidad o de que tu entrenador o equipo te olviden.

Estás viendo el voleibol como una relación en la que tienes miedo de ser reemplazado. Esto te llena de ansiedad y hace que disfrutes menos del deporte.

4. Celos y comparación constante: siempre te sientes en desventaja

Un compañero recibe elogios del entrenador en el entrenamiento, pero tú no. Aunque sabes que lo hizo bien, en lugar de alegrarte, sientes que él es una amenaza. Esa noche, en casa, no puedes dejar de pensar en que tal vez él sea mejor que tú, y te obsesionas con demostrar que eres superior en el próximo entrenamiento.

Tu confianza se ve afectada cada vez que comparas tu rendimiento con el de los demás.

En lugar de enfocarte en tu propio proceso, vives pendiente de lo que hacen los demás. En una relación sana con el voleibol, te motivas con los compañeros; en una relación tóxica, los ves como enemigos.

5. Sacrificio extremo: el voleibol por encima de todo

Un amigo te invita a una cena el viernes, pero dices que no porque el sábado tienes partido. No porque necesites descansar, sino porque sientes culpa de hacer algo que no sea voleibol. Luego, en los entrenamientos, juegas con dolor, aunque tu cuerpo te dice que pares.

No hay nada más importante que el voleibol. Cancelas planes, sacrificas descanso y lo dejas todo por entrenar, incluso si eso te hace daño.

Crees que si no das el 100% todo el tiempo, no eres un buen jugador. Pero este sacrificio excesivo te lleva al agotamiento físico y mental, lo que termina afectando tu rendimiento y tu salud.

6. Incapacidad para desconectar: el voleibol está en tu mente 24/7

Es domingo, no hay entreno ni partido, pero sigues dándole vueltas a lo que hiciste mal el sábado. No puedes disfrutar de una película sin sentir que podrías estar viendo un partido para analizar jugadas.

No puedes parar de pensar en el voleibol, incluso en tus momentos de descanso.

No tienes equilibrio. Tu identidad se ha fusionado con el voleibol y sientes que si no estás pensando en él, estás perdiendo el tiempo.

Cuando el voleibol es lo único que importa… lo pierdes todo

Si estas situaciones te suenan familiares, puede que tu relación con el voleibol no sea sana. Así como en una relación de pareja tóxica, te has vuelto dependiente, inseguro y controlado por el deporte.

Pero aquí está la clave: el voleibol no es el problema. El problema es cómo te relacionas con él.

En la siguiente parte, veremos por qué sucede esto y cómo puedes transformar tu relación con el voleibol para que sea sana, estable y libre.


¿Por qué sucede esto?

Si el voleibol es un deporte que amamos, que nos motiva y que nos hace crecer, ¿por qué a veces terminamos atrapados en una relación tóxica con él?

La respuesta está en nuestro cerebro. No es que el voleibol tenga algo malo en sí mismo, sino en cómo nuestro cerebro procesa las recompensas, la validación y la incertidumbre.

Hay tres factores clave que nos llevan a esta dependencia emocional:

1. La necesidad de aprobación: cuando jugamos para gustarle a los demás

Desde pequeños, aprendemos que el reconocimiento externo nos da valor. En el voleibol, este reconocimiento viene del entrenador, los compañeros, los padres e incluso los compañeros de otros equipos del club o fuera.

Si nos acostumbramos a medir nuestro valor según la opinión de los demás, nuestra autoestima se vuelve frágil y dependiente.

Es como si, un jugador se esfuerza en cada entrenamiento no porque disfrute mejorar, sino porque necesita que el entrenador lo reconozca. Si el entrenador lo elogia, se siente valioso. Si no le dice nada, empieza a dudar de sí mismo.

Este genera dependencia emocional ¿por qué?
Porque el jugador no juega para sí mismo, sino para la validación externa. Su motivación no viene de dentro, sino de la aprobación de otros. Esto lo vuelve vulnerable: si no recibe ese reconocimiento, su autoestima se desploma.

🛑 Esta dependencia provoca ansiedad, miedo al error y una presión constante por ser «suficientemente bueno» para los demás.

2. El refuerzo intermitente: la trampa de la incertidumbre emocional

El refuerzo intermitente es un principio del condicionamiento operante: cuando una recompensa no es constante, sino impredecible, se vuelve más adictiva. Es el mismo principio que usan los casinos con las máquinas tragaperras. Nuestro cerebro se engancha a lo que a veces nos da recompensa y a veces no.

Un jugador puede hacer un entrenamiento excelente y recibir elogios, pero al día siguiente hacer lo mismo y no recibir ninguna respuesta. O puede jugar bien pero perder el partido y no obtener la recompensa esperada.

Y esto puede acabar en problemas, ¿por qué?

  • El jugador queda atrapado en un juego de «voy a esforzarme a ver si esta vez obtengo el premio».
  • Vive en tensión constante, porque no sabe cuándo recibirá validación.
  • Aumenta la ansiedad, porque su autoestima queda a merced de factores externos (decisiones del entrenador, estado del equipo, etc.).

Este tipo de refuerzo genera una relación obsesiva con el voleibol. Como no siempre recibe la validación, intenta jugar mejor y mejor para conseguirla, pero al no tener control total sobre el resultado, sufre ansiedad y miedo al fracaso.

La cuestión no es que trato de mejorar sino desde que lugar trato de hacerlo. En este caso hay que diferenciar dos situaciones:

  • Si un jugador se frustra, se obsesiona y su autoestima baja cuando no recibe validación, está cayendo en la trampa del refuerzo intermitente. Esto es dependencia emocional.
  • Si un jugador acepta que debe mejorar y trabaja para ello, tiene control sobre su progreso. Esto es sano. Y lo que debe ocurrir.

3. La vía de la dopamina: la adicción al éxito y al reconocimiento

La dopamina es un neurotransmisor relacionado con el placer y la motivación. Se libera cuando anticipamos o logramos algo satisfactorio, como ganar un partido, recibir elogios de un entrenador o hacer una jugada espectacular. Pero el problema es que, cuando la dopamina se convierte en nuestra única fuente de felicidad, nos volvemos adictos a ella.

Imagina que un jugador hace un saque increíble en un momento clave del partido y su equipo gana. Todos lo felicitan, el entrenador lo menciona en la charla final y sus compañeros lo celebran. Su cerebro libera dopamina, lo que genera una sensación de placer y refuerza la idea de que su valor como jugador (y persona): necesita el éxito para sentirse bien.

En este caso, eso acaba generando que:

  • El jugador comienza a perseguir desesperadamente ese «subidón» de dopamina, lo que lo hace obsesionarse con el rendimiento.
  • Si no recibe validación (porque falla o simplemente no es protagonista), entra en frustración y ansiedad.
  • Se acostumbra a que el placer viene solo del éxito, lo que lo hace incapaz de disfrutar del proceso, deja de buscar el disfrute del juego en sí mismo y solo se enfoca en obtener la «dosis» de dopamina.

Entonces, ¿qué hacemos con esto?

Ahora que entiendes por qué tu cerebro te hace dependiente del voleibol, la pregunta es: ¿cómo rompemos este ciclo y construimos una relación sana con el deporte?

Aquí es donde entra el PsicoTruco.

Sigue leyendo, porque vamos a transformar tu relación con el voleibol para siempre.


El PsicoTruco para liberarte de tu relación tóxica con el voleibol

Ya sabes qué te está pasando. Ya has visto cómo tu relación con el voleibol ha dejado de ser algo sano y se ha convertido en una dependencia emocional.

Pero, ¿y ahora qué? ¿Cómo salir de ahí?

La clave está en cambiar la forma en la que te relacionas con el voleibol, hacer que pase de ser una necesidad a ser una elección, de una obsesión a una pasión saludable. Y para eso, hay algo que quiero que entiendas antes de empezar:

El voleibol es parte de tu vida, pero no es toda tu vida.

Y lo vas a comprobar con este ejercicio.

Ejercicio para transformar tu relación con el voleibol

1️⃣ Identifica qué es lo que más te atrapa
Si has llegado hasta aquí es porque, de alguna manera, el voleibol te tiene enganchado. Pero, ¿qué es lo que más te ata a él?
Piensa en esto y responde con total sinceridad:

  • ¿Es la validación del entrenador o de tus compañeros?
  • ¿Es el miedo a no ser suficiente sin el voleibol?
  • ¿Es la sensación de vacío que sientes cuando no estás en una cancha?
  • ¿Es el subidón de adrenalina cuando las cosas salen bien?

Lo que sea que hayas respondido, es tu ancla. Y es lo que tenemos que romper, y lo que vamos a romper.

2️⃣ Hazte esta pregunta clave:
¿Qué queda de ti si mañana el voleibol desapareciera de tu vida?

Si la respuesta es «nada», tenemos un problema. Pero no te preocupes, vamos a arreglarlo.

Haz una lista de todo lo que eres más allá del voleibol:

  • Tus habilidades (por ejemplo, «soy bueno motivando a la gente»)
  • Tus pasiones (lo que disfrutas fuera de la cancha: leer, ir al cine, salir a pasear…)
  • Tus valores (qué es lo que realmente te define)

Si te cuesta encontrar respuestas, es una señal clara de que has estado invirtiendo demasiado en el voleibol y poco en construir otras partes de ti.

3️⃣ Rompe el ciclo de la validación externa
Cada vez que tu mente busque aprobación en el voleibol, cambia el enfoque. Los siguientes ejemplos te ayudarán a ello:

«Si el entrenador no me felicita, no lo hice bien.»
«Lo hice bien porque di mi máximo esfuerzo y aprendí algo.»

«Si fallo en el partido, soy un desastre.»
«Un error no me define, lo que hago después de él sí.»

4️⃣ Entrena tu cerebro para disfrutar sin depender del éxito
A partir de hoy, antes de cada entrenamiento o partido, pregúntate:

  • ¿Qué voy a disfrutar hoy, más allá del resultado?
  • ¿Cómo puedo valorar lo que hago sin que dependa de lo que otros piensen?

Haz esto un hábito y empezarás a notar el cambio.

5️⃣ Crea una vida fuera del voleibol
Si el voleibol es lo único que tienes, no es raro que te sientas vacío cuando no juegas. Por eso, necesitas algo más.

Empieza por pequeños pasos:

  • Dedica al menos un día a la semana a algo que no tenga nada que ver con voleibol.
  • Rodéate de personas que no te valoren solo como jugador, sino como persona.
  • Desarrolla otros intereses y recuerda que el voleibol es parte de tu identidad, pero no lo es todo.

La clave final: el voleibol no te completa, te acompaña

¿Recuerdas cómo comenzó este post? Te conté mi historia, la de una relación donde mi felicidad dependía de una persona.

Al principio creí que sin él, yo no era nadie.
Que sin él, mi vida no tenía sentido.
Que sin él, yo no podía ser feliz.

Pero cuando aprendí a construir mi vida más allá de él, descubrí que podía ser feliz sin necesidad de depender de alguien más.

Con el voleibol pasa lo mismo. No necesitas que el voleibol te haga sentir valioso, porque ya lo eres.

Tú decides cómo te relacionas con este deporte. Puede ser una prisión o una pasión.

Está en tus manos.

Haz el ejercicio. Date la oportunidad de descubrir quién eres más allá del voleibol. Porque cuando lo hagas, jugarás mejor, disfrutarás más y, lo más importante… serás verdaderamente libre.

Cuéntame en los comentarios: ¿qué has descubierto sobre tu relación con el voleibol?


Te veo la semana que viene😝

¿Qué haré una semana sin ti, Mar?

Yo también me lo pregunto…

Pero no te preocupes. Por Instagram (@mardurannn) el 14, día de San Valentín habrá un video especial y a lo largo de la semana habrá contenido muy chulo relacionado con todo esto.

¿Mar, no hay charlas este año?

Pues sí, ya ha está el 3er episodio de El Juego Interior del Voleibol y te dejo por aquí la segunda entrevista: El miedo a la lesión y cómo afrontar un error con Fran Ruiz, receptor del Vidya Viridex Sabaudia:

Más contenido que te va a interesar:


Tu post de cada lunes,

hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Deja de pensar de forma inútil y calma tus miedos | Tengo un Plan y David del Rosario (neurocientífico)

«La sobreactivación (pensamiento de miedo) del deportista es una putada» Sergio Begueria

Sergio (el de arriba) expone una teoría de pensamiento sobre los deportistas: «los jugadores con más éxito dentro del deporte tienen menos actividad cognitiva, no es que sean tontos, sino que tienen menos miedos, porque tienen menos pensamientos, un pensamiento más sencillo, y no piensan tanto en que opinaran los demás…»

Él cuando era pequeño, viví el futbol de manera diferente: «tenía mucho miedo a que opinara mi padre, si iba a ir de suplente, me voy a lesionar…»

Actualmente el mismo Sergio se queda alucinado cuando ve un partido de futbol. Le hace recordar la presión que él sentía al jugar y lo bien que la manejan los que salen por la tele, « yo nunca hubiese sido capaz de llegar a ese punto por esa percepción en antena de toda la presión, de el entrenador va a ser despedido, la grada a venido a verme, yo no podría, vomitaría antes de los nervios y jugaría mal» confesaba Sergio a David (el neurocientífico).

De la respuesta de David es lo que te vengo a hablar hoy.


La respuesta de David sobre como dejar de jugar mal

David lo primero que hace es hablar de denominar los pensamientos de miedo de Sergio, como pensamientos inútiles, no negativos.

Habla de que tener miedo de algo, en cierto modo nos protege de las posibles amenazas de nuestro alrededor.

David, como buen investigador que es, trató de descubrir como él mismo vivía ese miedo.

Tiene un gato muy gordo y cada vez que este se acercaba a la ventana, David sentía miedo porque temía que se cayera y morir. En ese momento, dentro de nosotros se hace una redistribución en la que el cuerpo se prepara para la lucha o huida, dejando al lado lo que son funciones menos vitales, pero importantes (la cicatrización, digestión…).

Esta sensación de miedo, le pasaba unas tres veces al día. Durante un año, el gato nunca se cayó, pero aún así, David seguía teniendo miedo cada vez que el gato se subía a la ventana. El problema estaba en que esa preocupación le estaba enfermando, ya que varias veces al día ese sensación colapsaba funciones necesarias de cuerpo.

Por eso mismo, trató de hacer algo diferente.

Se propuso, tratar de no intervenir cuando el gato se subiera a la ventana, es decir, hacer como si el gato estuviese en el sofá, seguir con su vida. La idea era, ver si su miedo (el gato se caería y moriría) tendría razón o no.

Con el tiempo, se dio cuenta de que su miedo no tenía razón. El gato sigue vivo y David no se preocupó porque este se cayera.

Y ahora te pregunto yo:

¿todos esos miedos que tenías la temporada pasada, donde están?

¿se cumplió alguno?

¿cuánto tiempo has estado atormentado por algo que nunca ha pasado?

¿Eres capaz de calcular cual es la precisión de tu miedo?, preguntaba David a los chicos.

David continuó hablando estos pensamientos inútiles aplicados al deporte.

Si tu activación cognitiva es superior al punto óptimo, tu rendimiento disminuye. Eso ocurre si te sobreactivas por pensamientos inútiles («que mal recibo», «no me sale nada», «otra vez fuera»), tu rendimiento cae empicado (esto tiene que ver con el nivel de activación ya explicado anteriormente).

La activación debe estar en un punto optimo para que puedas jugar a tu mejor nivel y para ello el miedo y las preocupaciones no pueden tomar tu atención.


¿Cómo disminuir mi activación mental frente al miedo?

«Pensamiento a pensamiento» afirmaba David del Rosario.

Y te lo explica usando de ejemplo el pensamiento que le venía a la cabeza a Sergio: «la voy a cagar».

Esta idea va acompañada de una sensación en la que te sientes mal, ya que pensamiento y sentimiento están en consonancia (el cerebro trata de encontrar coherencia entre lo que piensa y siente). Para que este se reduzca el neurocientífico nos propone lo siguiente:

  • Quita la atención del pensamiento
  • Llévala al cuerpo
  • Descubre la inutilidad de esa sensación en ti
  • Date cuenta de la inutilidad y vuelva al juego

Si te cuesta llevar la atención al cuerpo, David te aconseja que la llevas a la respiración o a cualquier evento externo.

El pensamiento que desarrollas frente a lo que ocurre condiciona los siguientes pensamientos, contada David a los chicos.

Por lo que si solo interpretas la situación bajo el prisma del miedo, solo sentirás y producirás pensamientos de miedo.


PsicoTruco para abandonar el «la vas a cagar»

Teniendo en cuenta todo lo que hemos visto hasta ahora, quiero darte una mini guía para que le pases a tu pensamiento inútil.

Antes de nada, quiero que sepas que como bien dice David del Rosario estás equivocado el 99,5% de las veces, así que, libérate de la presión de tener que hacerlo todo bien.

La vas a «cagar» y es así, cuanto antes asumas esa realidad mejor la podrás interpretar cuando pase.

Todos esos pensamientos inútiles que desarrolla tu mente y te hacen sentir mal, te están quitando atención y energía de donde debes mantener tu foco: el balón de voleibol.

Así que, asume que la cagarás y deja atrás tus pensamientos inútiles.

Pensamiento y emoción son lo mismo, se generan a la vez y te hacen sentir de la misma forma. Detectando uno de ellos, podrás sacar la información y utilidad del otro.

Pero es más, como hemos visto, la mayoría de veces, el miedo que tienes solo te hace enfermar, no te salva de nada, así que haz lo siente para darle una nueva vida a esos pensamientos y convertirlos en algo de utilidad para tu juego.

Como nos dice David, la vida va de explorar, de sentir, no de pensar.

Así que, con el siguiente ejercicio te invito a que explores tu miedo sobre tu juego en voleibol.

  • Escribe en una lista todas esa preocupaciones y miedo que tienes ahora sobre como jugarás, en que fallarás, si jugarás o no, si te lesionarás, como será tu futuro.
  • Ponle la fecha del día que lo escribes.
  • Guárdalo en una cajita o un lugar al que no puedas acceder, pero que no se te vaya a olvidar
  • Ponte un recordatorio dentro de 4 meses para acceder a ese papel

Cuando lleguen esos cuatro meses, quiero que leas lo que pusiste y escribas en comentarios si algo de lo que temías se ha hecho realidad o no.

Posiblemente te sorprendas al ver que lo que te quitaba el sueño hace cuatro meses, hoy te da la risa.

Yo personalmente hace tiempo hice este ejercicio. Desde que descubrí que al pasar el tiempo, mis miedos y preocupaciones desaparecen, mi mente ya no gasta energía ni tiempo en dedicarle atención cuando estos aparecen.

Espero que te ocurra como a mi o a David y puedas con el tiempo ir desechando esos pensamientos inútiles una vez hayan aparecido.


Te dejo por aquí el maravilloso podcast del que saqué la información que aquí te marco:


Tu post de cada lunes,

hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🏐 La Psicóloga del Voleibol


Dos cosas que no te dejan salir feliz del entreno | Versión entrenadora

Si eres jugador, todo lo que te cuento aquí, también te sirve, quédate hasta el final.

Hoy vengo abrirme en canal contigo.

Creo que lo que vivo como entrenadora, puede serte útil a ti también.


Desde finales del año pasado, mi forma de entrenar a cambiado. Y no hablo de entrenar más táctica y menos técnica, sino la forma en la que me relaciono con lo que hago.

Antes, cada entrenamiento era un mal rato, saliera bien o mal, siempre sentía que no había salido como esperaba y por lo tanto, me iba a casa con una sensación muy desagradable.

Es más, por mi mala relación con el resultado del entrenamiento he sufrido mucha ansiedad, la cual la pagaba con atracones de comida.

Es decir, no es tanto el que pasa, sino lo que yo interpreto de lo que pasa.

No era consciente, pero mi interpretación estaba enfocada en esas cosas que no podía controlar y en la responsabilidad total del entreno que sentía que yo tenía.

Mi valía personal, no solo profesional, dependía del entrenamiento y de la satisfacción de mis jugadoras frente a este.

Si el entreno iba mal, en mi cabeza se repetía una y otra vez «no sirves para esto», «no eres buena entrenadora», «las niñas no aprenden contigo», «cualquiera sabe hacerlo mejor», «no enseñas bien la técnica», «no sabes nada de táctica»…

Si el entreno iba bien, mi mente no me lo reconocía, sino que se centraba en eso que por algún casual no salió del todo bien: «el ejercicio estuvo muy parado», «la rece no siempre llego a su sitio», «las niñas estaban de risas» e infinidad de cosas que mi inconsciente detectaba como no perfectas.

Mi autoexigencia por hacerlo todo bien, me hacía que no pudiera hacer nada bien.

Con el tiempo he podido salir de esa situación.

Ahora, pase lo que pase en el entreno me voy con una sensación de satisfacción, no me pesa el entreno y al salir del pabellón puedo dejar en él todo lo que allí ocurrió.

Pero me he dado cuenta, que justo había dos cosas que me estaban impidiendo salir con un sabor agradable del entrenamiento y quiero contártelas para que las evites tú.


Las dos cosas que me hacían castigarme tras el entreno:

  • Centrarme en lo que no depende de mi. Sí, me enfocaba en cualquier cosa en la que yo no podría hacer nada, como el resultado final de un entreno, la actitud de las niñas, su mal descanso, su alterada atención. Todas esas cosas que salían mal del entreno. Todas las cosas que no sabía y aun no podía enseñar…

Mi mente se iba a lo que no tenía y se culpaba y lloraba por lo que no tenía. No era consciente de todo lo que podría estar haciendo bien si me centraba en lo que dependía de mí.

  • Asumir la totalidad de la responsabilidad del resultado del entrenamiento, sentía que todo era culpa mía, y si había evolución era porque tenía niñas muy coordinadas, no por mi.

Continuamente atribuía los fracasos a mi labor y los éxitos a las niñas.

Me cargaba con lo malo, la responsabilidad total de cosas que no dependían de mi, eran mi culpa.

No era consciente de que la mente de 16 niñas no depende de mi, y por lo tanto, no puede ser culpa mía que eso influya de forma negativa en el resultado del entreno.

Me cargué con tantas responsabilidades que no puede encargarme de mi, de como estaba yo.

Sino que solo veía el mal resultado y me lo echaba en cara, desarrollando así una sensación permanente de ansiedad, frustración e incapacidad, porque sentía que nada de lo que hacia podría servir.

Claro esta mirando a donde no debía…


Cómo soy capaz de salir satisfecha tras un mal entreno

Modificando mi pensamiento. Abajo en el PsicoTruco te ayudo a que tu puedas hacerlo.

Me costó, pero cuando entendí que si seguía enfocándome en eso que no salió, no avanzaría, ni las niñas, ni yo, decidí hacer algo diferente.

Mi impotencia era tan grande, que sentía que las cosas eran así y no podía hacerlo de mejor forma aunque lo intentara, pero no, si había otra forma.

El problema era que lo seguía enfocando mal.

El enfoque adecuado es centrarme en lo que si dependía de mi: mi preparación del entreno, dirigirlo, y asegurarme de que mi objetivo se cumplía. Ahí era donde tenía que poner mi atención y focalizar todo de mi.

Cuando empecé a hacerlo, todo cambió.

Eso sí, mi interpretación del entreno dio un cambio de 360º grados porque entendí que no todo era mi culpa.

Siempre lo digo aquí y lo tenia clavado en mi mente, somos responsables y los referente de nuestros jugadores.

Pero eso es una cosa y otra, que todo lo que pase en el entreno es culpa del entrenador.

No, no, lo es, el entrenador puede crear el mejor entreno de su vida, pero si las niñas durmieron mal, están estresadas y no tienen ganas de entrenar, el mejor entrenamiento se convierte en un «churro».

Podemos influir en esa actitud, sí. Sin embargo no somos los responsables de ella.

Ahora, planteo un buen entreno, teniendo en cuenta que actitud quiero en ellas, pero si ellas no me la dan y yo lo intenté todo, no me voy mal a mi casa.

Yo trabajé en lo que dependía de mi y asumí mi responsabilidad.

Esto es lo que me hace salir satisfecha del entreno y del partido, haya pasado lo que haya pasado.

Y ahora te enseño cómo puedes hacerlo tú.


PsicoTruco | Gestiona la emoción que no te deja sentirte satisfecho con tu trabajo

Lo primero es identificar en la situación que te encuentras.

El otro día leí, «si no llegas a un lugar, no puedes irte de él» (Leslie Greenber, 2000). Por lo que, lo que a mi me hizo salir de ese bucle interno negativo era darme cuenta que estaba dentro de él.

¿Cómo hacer esto?

  • Emoción y pensamiento se desarrollan a la vez, es lo mismo, mejor dicho. Por lo tanto si detectas el desagrado en ti, podrás llegar al pensamiento
  • Cuando te encuentres mal (con ansiedad, sientas que estás incomodo y quieres huir de ese lugar) párate y escucha tu cabeza, ¿qué pensamientos e ideas hay? Cógelas al vuelo, ellas te ayudarán a salir de ahí
  • Imagínate que cazaste el pensamiento «no valgo para esto». A este pensamiento vamos a sacarle información para ver realmente qué sentimos, porqué y como dejar de hacerlo.
  • Pregúntate ¿frente a que no te sientes valido?,¿es al entreno, a la gestión de las niñas?, ¿no te sientes valido por que te comparas con gente que llega muchos años en esto y lo resuelve mejor?
  • Tu mente te puede responder que se siente incapaz frente al entreno, porque siente que no sabe planear buenos entrenamientos, ni dirigirlos cuando no sale como debe. Pregúntale desde ahí, y eso ¿cómo te hace sentir?
  • Seguramente frustrado, enfado consigo mismo, impotente, solo, incapaz, sin recursos, inferior, poco resolutivo... ¿de que informan realmente estás emociones?
  • Estas sensaciones te informan de que lo que ha pasado es diferente a lo que querías que pasase, esperabas algo mejor y ha habido una situación menos favorable. Pero en ningún momento, eso te enfoca a ti como único responsable.
  • Si la emoción de frustración te informa de que las cosas no salieron como querías, tienes dos opciones: 1. Seguir fijándote en lo que no salió y culpándote a ti mismo; 2. Ver que realmente que no salió y preparar un entreno para que poco a poco vaya saliendo mejor.
  • Si eres capaz de identificar tu sensación negativa y el pensamiento, podrás ponerte a dialogar con él para descubrir que hacer y que mensaje te envía. Si realizas esto cuando sales de tu entrenamiento y te centras en mejorar lo que salió mal, tendrás el control y te sentirás satisfecho con tu trabajo.

Lo que aquí acabo de mostraste es un paso a paso para descubrir que sientes y piensas y cómo poder modificarlo para sentirte mejor.

Pero si no eres capaz de entender que debes enfocarte solo en lo que depende de ti y asumir que no todo es tu culpa, aunque realices esto, no podrás sentirte bien.

Entrenador, lo estás haciendo bien, ya eres suficiente. Das tu día a día porque esto salga bien y si no sale, no es porque no quieres sino porque no sabes como hacerlo mejor.

Pero sabrás, saldrás y te sentirás satisfecho con tu trabajo.

Yo salí de ahí, tu también lo harás.


Te veo la semana que viene😝

¿Qué haré una semana sin ti, Mar?

Yo también me lo pregunto…

Pero no te preocupes. Por Instagram (@mardurannn) voy a estar subiendo contenido esta semana sobre este tema, así que puedes verme por allí.

¿Mar, no hay charlas este año?

Pues sí, ya ha está el 3er episodio de El Juego Interior del Voleibol y te dejo por aquí la segunda entrevista: El miedo a la lesión y cómo afrontar un error con Fran Ruiz, receptor del Vidya Viridex Sabaudia:

https://www.instagram.com/reel/DFAi31SIhQR/embed/captioned/?cr=1&v=14&wp=792&rd=https%3A%2F%2Fmarduranmayorgas.com&rp=%2F2025%2F01%2F20%2Fpierdes-tu-partido-por-tus-expectativas-dos-casos-real-que-vivi-que-lo-confirman%2F#%7B%22ci%22%3A0%2C%22os%22%3A1610.5%7D

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Tu post de cada lunes,

hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Referencias

Greenberg, L. (2000). Emociones: Una guía interna. Editorial Desclée de Brouwer.

Pierdes tu partido por tus expectativas | Dos casos reales que viví que lo confirman

¿Cómo es posible que jugando contra alguien inferior, juguemos tan mal? ¿Pero si es alguien superior jugamos como nunca antes?

De eso mismo vamos a hablar hoy.

Como sabrás, dentro del voleibol, la mente tiene un papel realmente importante, ¿porqué?

Porque puedes ser la mejor sacadora de la comarca, pero si hoy estás bloqueada con el saque, y no eres capaz de meterlo, da igualmente lo buena que seas sacando, porque no eres capaz de meter la bola en otro campo.

¿Porqué pasa esto?

Influyen muchas cosas, hoy no puedo desvelártelas todas, pero sí te explicaré porque pierdes/juegas mal ante un rival inferior y porqué lo haces muy buen ante un buen rival.

Tu expectativa te hace perder

Antes de nada, quiero dejar claro que no quiero decir que la técnica y táctica no sean necesarias, sino todo lo contario.

Cuando me refiero a que pierdes por tus expectativas es porque doy por hecho que a nivel técnico y táctico tu equipo y tu sois capaces de resolver el partido.

Aclarando esto, lo que piensas condiciona totalmente el resultado que obtendrás. Hace un mes te hablaba de que construimos como nos sentimos, pues esa misma idea es la que vamos a desarrollar.

¿Porqué es tan importante mi pensamiento frente a como juego?

Por que tu expectativa está directamente relacionada con tu autoconfianza, ¿cómo?

Según nos cuenta Buceta (2020) «las expectativas poco realistas favorecen que el deportista dude, desconfíe o se escude en la falsa autoconfianza y su impacto negativo será todavía más grave cuando no se cumpla».

Es más, sigue contándonos que cuanto mayor es la diferencia entre una expectativa y el resultado, más duro es el golpe en la autoconfianza (Buceta, 2020).

Con esto quiero que te traslades al último partido que perdiste siendo el otro un rival asequible.

¿Qué había en tu mente?

¿Pensabas que erais superiores?¿Qué se podía ganar fácil?

O todo lo contario, ¿creías que el partido ya estaba perdido sin empezar a jugarlo?¿Te sentías inferior?

Si te paras a leer detenidamente puedes apreciar que en ninguno de las respuestas hay una expectativa realista y que en ambas hablas del resultado.

En las primeras, sientes que sois superiores, lo que te hará ir «sobrado», relajado y cometer muchos errores tontos (tocar la red, falta de posición, fallo en el saque…) por falta de concentración e intensidad.

Y en el caso dos, tendrás miedo y te habrás infravalorado tanto que tu cuerpo y mente no estarán preparados para defender y pelear como es debido.

La idea previa al partido es la que hace que se gane o se pierda el partido. Asimismo, el desarrollo de esa idea comparándola con el resultado que se está dando, te hará sentirte frustrado, empoderado o abatido por la situación.

Y esto, como antes nos ha dicho Buceta tiene que ver con la discrepancia que hay entre lo que pensabas que ocurriría y lo que está ocurriendo.

¿Cómo te sentirás si pensabas que sería fácil ganar y de repente quien te está ganando es el otro?

¿Cómo crees que afecta esto a tu autoconfianza?¿Podrás sobreponerte y recuperar la seguridad en ti fácilmente?

Es muy complicado, porque siempre que nuestra expectativa y el resultado estén lejos, nuestra autoconfianza y rendimiento serán bajos y el sobreesfuerzo para llegar a los niveles normales deberá ser extraordinario.

Esto mismo, me ha pasado en los dos fines de semana pasados, y quiero contártelo.

Los dos casos reales de mi equipo

El primer fin de semana de enero jugamos un partido con un rival muy igual, incluso superior (a nivel de juego, y técnico).

Esa semana yo traté de hacer un trabajo mental con mis chicas en el que quise bajar las expectativas que tenían sobre si mismas, sentía que eran elevadas para la posición en la que realmente estábamos. Es decir, sentía que la expectativas no eran realistas y estaban alimentadas por la falsa autoconfianza.

Comenzó el partido, y aunque yo rebaje la idea de que «éramos las mejores», el juego se lo demostró.

Cuando la receptora delantera del otro equipo empezó a pegarnos «pinchotes» (picar la bola en un remate) se nos cambió la cara.

Los dos primeros set nos ganaron y recuerdo perfectamente como les dije a mis niñas «esto va a ser así, el partido no va a ser fácil y van a seguir pegando fuerte, hay que seguir trabajando como sabemos».

Conseguimos en el tercer set ponernos por delante de ellas. En ningún momento creíamos que éramos inferiores, ni tampoco superiores, solo nos pusimos a jugar a lo que sabíamos, a eso que entrenamos cada semana. No hubo más que el querer ganar y dejarnos el alma allí.

El cuarto y el quinto set también fueron para nosotras.

No os imagináis la felicidad de ellas y la mía, al haber ganado ese partido.

Nos costó mucho trabajo, pero supieron estar super enfocadas en la tarea que ese momento debía desempeñarse. Conseguimos hacer un buen juego porque nuestra mente nos lo permitió.

Si en el tercer set nos hubiésemos venido abajo pensado que el contrario era superior y estaba todo perdido, jamás hubiéramos podido ganar.

Y la idea no está en pensar que eres superior, ahí también está el problema y es el segundo caso.

Hace dos días, tuvimos otro partido y muy diferente a este.

Jugamos contra un rival con el que ya nos habíamos enfrentado, la otra vez ganamos 3-0 y fue asequible para nosotras.

Y eso claro, a la mente ya le da mucha información, da igual lo que diga la entrenadora, si la mente cree que lo que tiene en frente es algo muy fácil para ella, nadie se lo quitará de la cabeza (excepto el juego).

No obstante, mis jugadoras el primer set entraron concentradas, hubo errores tontos por no tener la atención donde debía estar, pero el marcador estuvo a nuestro favor y con distancia del otro.

Pero… no todo el partido fue así. En el segundo set, supongo que la confianza que da el ganar al otro por más de diez punto te hace relajarte. Y tanto que nos relajamos. Ese set casi lo perdimos, ¿por el buen juego del rival? No, por errores nuestros.

Si eres entrenador y me estás leyendo, ¿qué da más rabia que esto? Nada.

Éramos las mismas, y el juego no salía. ¿Qué pasaba?

Nuestra mente creyó que sería muy fácil ganar (expectativa irrealista), pero cuando vio que el marcador del rival iba por encima, la desconfianza nos tocó a la puerta y sin abrirle, entró.

Fallamos lo que no estaba escrito… se quería jugar como antes, pero la mente no estaba preparada para ello.

Ver que el resultado es diferente a tu expectativa (ir perdiendo cuando creías que sería fácil ganar) hace que empieces a dudar de ti y la seguridad en tu juego se vaya.

En los últimos puntos remontamos y ganamos, pero nos costó lo nuestro.

El tercer set, si se jugó como se debía y se sabía.

¿Porqué? Porque la expectativa había cambiado, sabíamos que o jugamos a nuestro nivel, como sabíamos o nos podrían ganar.

Cuando rebajamos nuestras expectativas sobre nuestro juego, nosotras y el rival, es cuando la autoconfianza volvió a donde debía estar y todo empezó a salir.

¿Cómo hacer que esto no pase?

Te lo cuento en el PsicoTruco, sigue leyendo

El PsicoTruco | Gana el partido gracias a tus expectativas

Al igual que puedes perder un partido o un set por tu expectativa, puedes ganarlo por lo mismo. Tan solo tienes que saber cómo debes pensar y donde focalizar tu atención.

Eso es lo que te voy a contar.

Para poder tener autoconfianza debes generar expectativas que sean realistas teniendo en cuanta a tu equipo, el rival y el momento de la competición.

  • Antes del partidos, hazte las siguientes preguntas para elaborar una expectativa que si pueda ayudarte a ganar el partido.
  • ¿Cómo hemos entrenado esta semana?¿Qué éxitos a conseguido mi equipo?¿Qué jugadoras conforman mi equipo actual?, ¿hay alguna lesión?, ¿estamos todas? ¿Quién es el rival? ¿Qué historia tiene? ¿Ha ganado más que tú? ¿Qué experiencia en momentos difíciles tiene? ¿En qué momento de la competición te encuentras?,¿un amistoso? ¿te juegas pasar a una fase importante? ¿es una final?
  • Responde a estas preguntas de forma honesta, eso te ayudará a posicionarte en el sitio que realmente estás: «vamos a jugar tratando de hacerlo bien en cada momento, es un rival duro y hay que luchar cada balón, no sabemos que pasará, pero queremos ganar»
  • No te subestimes ni infravalores al rival, no sabes cuanto de bien lo podrá hacer contra ti, ni cuanto de mal podrás hacer tú.
  • Haz que el éxito y fracaso dependan de ti, para ello, no valen las excusas, haz que tu buen trabajo te acerque a lo que esperas (éxito controlado) y sino, que la falta de ese trabajo, sin juzgarte, sea lo que te dice que necesitas trabajar (fracaso controlado), (Buceta, 2020).

PsicoBonus

Haz que tus pensamientos y expectativas estén dirigidas a lo que tú haces. A eso que ocurre cuando el balón está en tu campo.

No elabores expectativas irreales sobre el resultado, eso no depende de ti, enfrente hay otro que quiere lo mismo que tú, no será fácil.

Pero si controlas lo que haces tú.

Elabora expectativas realistas sobre tu juego, sobre como eres capaz de jugar y lo que sabes hacer, no sobre el resultado.


Mar, ¿con esto ya siempre ganaré todos mis partidos?

No, supongo que no. Aun te queda mucho por perder. Esto te va a ayudar a que tu autoconfianza te ayude a jugar bien y puedas estar enfocado y peleando todo el partido. Siempre y cuando elabores expectativas realista de tu juego.

Te veo la semana que viene😝

¿Qué haré una semana sin ti, Mar?

Yo también me lo pregunto…

Pero no te preocupes. Por Instagram (@mardurannn) voy a estar subiendo contenido esta semana sobre este tema, así que puedes verme por allí.

¿Mar, no hay charlas este año?

Pues sí, ya ha está el 3er episodio de El Juego Interior del Voleibol y te dejo por aquí la segunda entrevista: El miedo a la lesión y cómo afrontar un error con Fran Ruiz, receptor del Vidya Viridex Sabaudia:

Más contenido que te va a interesar:


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Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol


Referencias

Buceta, J.M. (2020) Psicología del Deporte de Alto Rendimiento. Barcelona, España: Editorial Dykinson, S. L.

Los 5 factores que te impiden salir del bucle negativo

Cinco cosas. Solo cinco te impiden salir de tu bucle. Y hoy las vas a conocer.

Pero no solo eso, si no que a parte de ponerle nombre, le vas a poner solución a la que es el origen de todas ellas.

Pero Mar, ¿realmente que es un bucle negativo?

Es un estado en el que la mente se ancla a pensamientos, imágenes y percepciones negativas en bucle, repitiendo una y otra vez sensaciones destructivas que te hacen sentir mal y jugar cada vez peor. ¿Te suena verdad?

Sí demasiado y más cuando cometo un error, ¿eso porque es?

Efectivamente.

Este estado puede desarrollarse por infinidad de causas, la mente es muy caprichosa y cualquier estímulo puede desencadenar algo así, pero hay uno, que a menudo te ancla a él. Y como bien has dicho tú, es el error.

Sobre él y algunas cositas más te estaré hablando hoy.

¿Habrá PsicoTruco para poner esto en práctica antes del partido del finde?

Sí, una vez de haya hablado de las cinco cosas que no te dejan salir del bucle, te hablaré de lo que sí te hará salir de él.

Y ahora, vamos allá.


Las 5 factores que te impiden salir del bucle negativo

1. El pensamiento obsesivo

Este es el primer elemento y no siempre el más visible.

Es el que elabora esa sensación de desconcentración, de aturdimiento. Cuando se comete un error, el pensamiento que se genera justo al cometerse, ese es el que inicia este run-run mental que nos hace sentirnos cada vez peor.

¿Qué contiene esta sensación en bucle?

Pueden ser palabras y frases o imágenes. Las imágenes tienen que ver con el error que acabas de cometer, con la cara de tu entrenador, la mirada que te echó tu compañera o la alegría del rival al ver tu fallo.

Estás imágenes aparecen de forma latente, como suspiros internos, y se mantienen ahí, como difuminadas, sin hacer mucho ruido, pero molestando.

Aparecen cuando intentas volver a realizar esa acción, cuando comienzas a coger confianza en ti. Vienen a recordarte el avergonzante evento que acabas de pasar para que no vuelvas a realizar semejante acción.

Eso es de lo que tu mente quiere protegerte, pero… ¿realmente es así?

¿Ese recuerdo visual realmente nos salvará la vida de un peligro? ¿O solo nos hace estar más inseguros a cada paso que damos por si volvemos a fallar?

Pero no es sola la imagen la que viene a ti.

El pensamiento también lo hace creando uno de los equipos más unidos y destructivos que conozco.

El pensamiento destructivito que aparece tras el error y que acompaña a la imagen del error, es tu voz crítica.

Y realmente no la escuchas como algo tuyo, sino como algo que está fuera de ti, y que te riñe desde ese lado.

Puede sonar a tu entrenador, tu padre, o cualquier amigo, que te recuerda lo poco vales, los errores que cometes y el porque lo haces mal.

Esa voz se acopla a la tuya interna, a tu inseguridad y amabas generan unas ideas y expectativas destructivas que te hacen cada vez tener menos confianza en ti mismo. Suenan algo así: «no vales para esto», «otra vez has fallado», » ha ido de nuevo a la red».

Son frases que te reprochan, que no te ayudan. Son oraciones que en bucle te repiten una y otra vez todo lo mal que lo hiciste y efecto negativo que tus acciones están teniendo.

Es el pensamiento obsesivo junto con las imágenes el primer factor que impiden que puedas salir del bucle negativo en el que ellos mismo te metieron.

Vamos a descubrir al resto de participantes para poder acabar uno con uno.

¿Cuál es el siguiente?

La emoción negativa que retroalimenta este circulo, la gasolina que hace que tengas energía para seguir dando vueltas como un hamster en un sitio del que no puedes salir.


2. La emoción negativa que mantiene al pensamiento obsesivo

Sí, al rededor de eso pensamientos e imágenes también hay una emoción.

Y como sabes no es una emoción positiva, sino mas bien, algo negativo que mantiene esas sensaciones desagradables del error.

Para mi, creo que este factor es uno de los más perjudiciales del bucle, ¿porqué?

Porque como te dije antes es el combustible, es lo que hace que tengas ganas de seguir en ese estado.

¿Por qué uno tiene ganas de seguir en ese estado?

Por la emoción que se tiene.

En ese bucle, la emoción que parece es una mezcla entre enfado, decepción y frustración con uno mismo.

Como nuestro cerebro siempre quiere tener razón y estar en consonancia con lo que piensa. Sentirte así te hará actuar desde ese estado de enfado y frustración.

Tomando decisiones precipitadas, errando mucho y haciendo que las imágenes y pensamientos cada vez sean más y con más fuerza.

La emoción de enfado y frustración, va cargando nuestra voz critica de más recuerdos y acciones negativas, lo que hace que cada vez juguemos peor, estemos más desconcentrado y con la atención en la furia y frustración por jugar mal y no saber como hacerlo mejor.

¿Y de dónde viene esto?

Viene de sensación de no ser valido, ni capaz.

Del siguiente factor.

Que es uno de los que inicia gran parte de todo esto, pero como lo hace desde lejos, es raro que te des cuenta, tu autoexigencia.

3. Tu autoexigencia

Quiero que te imagines como si la autoexigencia fueras una señora echada en sofá frente a la tele.

Los botones del mando son los pensamientos, imágenes y todo eso que desarrolla tu mente para actuar. Y lo que se ve en la tele, tu propia vida, tus acciones, tus errores, tu juego. Eso que tu haces.

Lo que tu haces, tiene que ver con lo que el mando te dice que hagas y ese mando está dirigido por alguien superior, que está siendo tu autoexigencia.

Esta autoexigencia está sentadita en el sofá, pulsando botones porque quiere ser algo.

Como desde su sofá no puede serlo, no para de pulsar botones para que tú si puedas.

Pero claro, estando tan lejos, no siempre es consciente de que tú puedes hacer o no. Por eso te pide y te dice cosas continuamente, estén o no a tu alcance, puedas o no conseguirlo.

Así se siente la autoexigencia, una sensación incontrolable de acciones a realizar para tener contento a alguien que nunca lo estará porque nunca es suficiente lo que tú harás.

Si dejas que esa autoexigencia pulse botones a lo loco, te pondrá loco a ti.

¿Por qué esto se inicia? ¿En que momento esta señora autoexigencia coge el poder de tu vida y tus acciones?

En el momento en el que cometes el error, y ahí es donde aparece el cuarto factor.

4. Tu baja tolerancia al error

Sí, sí, tu baja tolerancia al error, hace que el mando de ti, lo tenga alguien insaciablemente enfermo, en vez de ti.

Si tu asumieras que vas a cometer errores y tu relación con él (erro) no fuese tan desagradable, esa señora no cogería el mando.

Tu relación con el error te hace tanto daño porque lo asocias con fracaso. Y ese, si es el error, no que tu balón vaya a la red.

Si cada vez que algo no sale bien, es señal de que eres un fracaso de jugador, claramente, odiarás fallar y cada vez que se produzca te odiarás a ti.

¿Qué hará la señora autoexigencia en ese momento? Dará más volumen a los pensamientos autoexigentes a ver si así conseguimos que el error se vaya.

Pero así nunca se van.

Solo hace que vengan más (errores), que te enfades y frustres contigo y que la señora autoexigencia le de a MÁS volumen generando un circulo vicioso de odio que te ancla a seguir jugar mal y actuar mal con otros.

La idea está en la creencia alrededor del error y el significado que tú le das.

Mientras que cada error, siga significando en ti un fracaso, tu evolución en el voleibol será muy lenta y tendrás una sensación de insuficiencia continua con tu entrenamiento y en tu día a día.

Vale, pero ¿y todo esto de donde sale, porque mi baja tolerancia al error?, ¿de donde viene que yo tenga esas asociación de fracaso?

Del quinto factor y el más importante. El autoconcepto negativo que tienes sobre ti como jugador.

5. Tu autoconcepto negativo como jugador

Si la autoexigencia era la señora que está en el sofá, el autoconcepto del jugador es la red que se permita que se vea la tele y qué canales.

La señora autoexigencia solo puede ver, los canales que la tele le deja.

Y esos canales son tu autoconcepto, esas ideas que tienes sobre ti, sobre como haces las cosas, sobre quién eres y qué puedes hacer.

Si solo hay canales en que yo cometo errores (pienso «no sé hacer nada bien») y no existe ninguno en el que yo soy un jugador bueno que sale a resolver problemas, la autoexigencia solo podrá ver y reproducir en mi, un jugador malo que se equivoca.

Y ahí es donde debemos trabajar. En crear un red con diferentes canales donde tú seas un buen jugador, donde trabajes en hacerlo bien y donde aunque te equivoques, seas capaz de seguir jugando bien y no sentirte un fracaso al cometer errores.

El autoconcepto negativo del jugador es lo que hace que el jugador no pueda hacerlo mejor.

Si piensas que no eres capaz, que no eres valido, será imposible que te sientas satisfecho cuando consigas cosas. Es más creerás que fue suerte, y que tu no eres eso.

Pero es que además, sentirás que no mereces ese reconocimiento porque dentro de ti no existe un canal en el que tu eres una buena jugadora.

Por eso, para aquel que dentro de su red, solo tenga canales negativos donde se vea jugando mal, le enseño a ampliar sus canales hasta sintonizar con el canal beneficioso que te permite jugar bien y disfrutar.


El PsicoTruco para aumentar autoconcepto como jugador y persona

Para ampliar esa red, tienes que pensar que realmente eres capaz de jugar bien. Que tienes ese conocimiento en ti, que eres válido y que si entras en el bucle, podrás salir.

Para hacerlo, tienes que demostrárselo a la señora autoexigencia.

¿Cómo vamos a hacerlo?

Vamos a demostrarle que ya lo hicimos. Que sabemos hacerlo bien y que tenemos herramientas para volver a hacerlo.

  • Coge papel y boli
  • Haz una lista de todos tus éxitos como jugador. Premios, clasificaciones y todas esas cosas que no sabías hacer cuando empezaste a jugar (sacar de arriba).
  • Si no se te viene a la cabeza nada, haz lo siguiente.
  • Recuerda que cosas te dice la gente que haces bien.
  • Escribe esas cosas que no te cuesta trabaja hacer (animar a tu compañera, defender la diago)
  • Pregunta a tu gente cerca qué se te da bien en tu día a día.
  • Habla con tus compañeras y entrenadora sobre esas cosas que dominas y te salen bien casi siempre.

Con esta lista, tienes ya suficientes cosas para ir resintonizando tus canales y aumentar tu autoconcepto.

Debes demostrarle a tu cerebro, a la señora del sofá, que ya has conseguido eso que dice que no harás.

Construimos como nos sentimos, así que, tienes mucho poder.

No es cierto que no tienes poder sobre ese mando que pulsa los canales.

NO.

Tú eres esa misma señora y lo mismo que puedes darle a los botones bajo el disfraz de señora autoexigente puedes hacerlo desde el lugar de alguien querido que te acompaña a hacerlo mejor cada vez.

Eres tú el que decide a quien sienta en el sofá para darle al mando.

Eres tú quien diseña esa red y esos canales.

Toma el poder de tus acciones, crea nuevas redes, amplia tus canales y sé tu, desde una perspectiva amable y ambiciosa quien toca cada botón.


Mar, ¿con esto ya nunca entraré en un bucle negativo?

No, lo siento en alma, pero no. Al igual que cuando estás en el sofá y aparece tu hermano/a o padre/madre a quitarte el mando, pasará en tu día a día.

Vendrá gente, que querrá tocar tus botones, ser quién decide que ver y como verlo. Pero ahí estarás tú, firme, para decir que es tu mando, tu red y tu tele. Podrás decirlo, si generas confianza en ti, y en que tú tienes el poder para decidir.

Te veo la semana que viene😝

¿Qué haré una semana sin ti, Mar?

Yo también me lo pregunto…

Pero no te preocupes. Por Instagram (@mardurannn) voy a estar subiendo contenido esta semana sobre este tema, así que puedes verme por allí.

¿Mar, no hay charlas este año?

Pues sí, ya ha está el 1er episodio de El Juego Interior del Voleibol y te dejo por aquí la segunda entrevista: El segundo error de la recepción con Julia De Paula, receptora del Vfb Suhl Lotto Thüringen.

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Tu post de cada lunes,

hasta la semana que viene😉

Mar Durán 🏐 Psicóloga del Voleibol